México D.F. Domingo 7 de septiembre de 2003
Estaban en Panamá para facilitar que
un general cubano desertara, alega la defensa
Juzgarán en noviembre a los anticastristas que
planearon asesinar a Castro en 2000
Posada Carriles es inocente; es demasiado viejo para
cargar una bomba, dicen sus abogados
BLANCHE PETRICH ENVIADA
Panama, 6 de septiembre. Dentro de dos meses, del
12 al 14 de noviembre, los cinco anticastristas capturados hace tres años
en Panamá por un presunto intento de asesinato contra el presidente
de Cuba, Fidel Castro, enfrentarán un juicio por atentado contra
la seguridad colectiva, posesión de explosivos y asociación
delictuosa.
La justicia panameña dictó además
orden de búsqueda y detención de un quinto presunto implicado,
actualmente prófugo, el cubano-estadunidense Raúl Rodríguez
Ho-mouzova, quien salió del país un día antes de la
fecha programada para el fallido atentado, el 17 de noviembre de 2000.
El vehículo rentado que transportaba la carga explosiva
que debía haber sido instalada por los conspiradores en el paraninfo
de la Universidad Nacional de Panamá, durante un acto de masas con
el mandatario cubano, fue pagado con una tarjeta de crédito a su
nombre.
En la causa penal que el juez de primer distrito, Eduardo
Paniza, resolvió abrir el viernes anterior cerca de la medianoche,
al concluir la audiencia preliminar, no figuran otros cubano-estadunidenses
denunciados en su momento por el gobierno de Cuba como parte de la red
de conspiradores.
Estos son Santiago Alvarez, de 61 años, residente
en Miami, quien no participó en los últimos detalles del
plan dinamitero por un percance cardiaco; Roberto Carrillo, de 60, cubano-panameño,
anticastrista que se-gún denuncia de los cuerpos de seguridad de
la isla guardaba armas y ofrecía apoyo a la célula de presuntos
terroristas, y Carlos López Sánchez, de nacionalidad hondureña,
quien cumplía tareas por órdenes de los responsables del
grupo.
Quienes sí enfrentarán juicio en dos au-diencias,
una programada para noviembre y otra para enero próximos, son Luis
Posada Carriles, cubano con nacionalidad venezolana y pasaporte falso salvadoreño,
y Gaspar Escobedo Jiménez, con nombre y pasaporte falso estadunidense,
además de prófugo de la justicia mexicana.
Escobedo, naturalizado estadunidense y con residencia
en Miami, asesinó en Mérida a un técnico pesquero
cubano, D'Artagnan Díaz, e hirió en 1976 al cónsul
cubano en esa ciudad. Se fugó de una prisión mexicana y,
según la justicia cubana, intentó nuevamente atentar contra
un avión mexicano durante la primera Cumbre Iberoamericana que se
realizó en Guadalajara.
A pesar de que la justicia mexicana envió el expediente
de Escobedo Jiménez a Panamá, a petición del fiscal
encargado de la investigación, México no ha solicitado la
extradición de este cubano.
Estos dos anticastristas, además de los cargos
mencionados, también serán juzgados por falsificación
de documentos e identificación falsa.
La mano de la CIA
También
serán juzgados Guillermo Novo Sampol (implicado en 1976, en Washington,
en el asesinato del canciller chileno Or-lando Letelier y ex asesor de
la policía política de la dictadura del general Augusto Pinochet),
Pedro Remón y César Matamoros, los tres con ciudadanía
estadunidense. Este último está en arresto domiciliario.
Un implicado más, José Valladares, señalado
como contacto en la frontera panameño-costarricense, en donde al
parecer se almacenaron los explosivos y se armó la bomba, falleció
apenas iniciado el proceso.
En el próximo juicio, los querellantes, abogados
que representan a las centrales obreras del país, a las federaciones
estudiantiles y a la nación indígena Kuna, deberán
comprobar la existencia de un plan terrorista contra el mandatario cubano.
Cuentan con una prueba sólida, la incautación
de la bomba fabricada con explosivos de alto poder y con capacidad de causar
destrucción en un radio de 200 metros.
Este aparato detonante, al parecer fue introducido por
los detenidos a Panamá por el paso fronterizo Paso Canoa, quizá
por partes y armado en una finca rústica, El Jacú, propiedad
del difunto José Valladares, antiguo militante de organizaciones
violentas anticastristas y discapacitado en acción.
No ha sido localizada la cápsula detonadora de
la bomba. Según expertos, estos artefactos deben ser guardados lejos
del explosivo para evitar que estalle accidentalmente. Se presume que Matamoros
pudo haber sido el responsable de esconder el detonador.
Otra prueba es la comprobación de que el explosivo
fue hallado por el chofer de Luis Posada Carriles en el automóvil
rentado que utilizaba el grupo de cubanos en Panamá, arrendado personalmente
por Posada y pagado con la tarjeta de crédito de Rodríguez
Homouzova.
Por su parte, la defensa sustentará la hipótesis
de que los cubanos anticastristas, to-dos ellos jefes o miembros de organizaciones
violentas, ex agentes de la estadunidense Agencia Central de Inteligencia
(CIA) y con graves antecedentes penales, se encontraban en Panamá
porque pretendían ayudar a desertar al jefe de la seguridad de Estado
cubano, general Eduardo Delgado.
Pero esta presunta defección fue, sostienen, una
trampa para congregar en Panamá a los "archienemigos" de Fidel Castro
y hacer que los capturen.
Entre sus argumentos, sostendrán que es falso que
Posada Carriles llevara la carga de dinamita, porque "es demasiado viejo
para cargar un bulto tan pesado", y que portaban documentos falsos por
necesidad, porque la seguridad cubana siempre entrega a los responsables
de la policía interna de los países a donde Castro hace visitas
de Estado una lista negra de 50 nombres que constituyen un peligro para
su mandatario.
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