José Antonio Rojas

El nuevo secretario de Energía

La nominación presidencial de un nuevo secretario de Energía no sólo replantea los términos del debate de la llamada reforma energética, sino las condiciones y el ambiente en el que se realiza. No es misterio: las propuestas presidenciales no tienen consenso. Ni la de modificar el artículo 27 de la Constitución para restructurar y reorganizar -en un indudable sentido privatizador- nuestra industria eléctrica. Ni la derivada del nuevo esquema de participación extranjera en las actividades sustantivas de Petróleos Mexicanos (Pemex), el de los contratos de servicios múltiples. A pesar de la retórica oficial que una y otra vez niega la intención de privatizar CFE y Pemex, es incuestionable el ánimo de modificar dos preceptos constitucionales: 1) exclusividad de la nación en la explotación de los recursos naturales de su propiedad; 2) manejo único de las áreas estratégicas mediante sus empresas estatales. No se puede negar que algunos grupos sociales respaldan este ánimo gubernamental. Pero tampoco que otros lo rechazan. ƑQué hacer en esta situación?

Desde que en febrero de 1999 el ex presidente Zedillo lanzó su propuesta de reforma eléctrica ha habido muchas señales de repudio a todo intento -abierto o escondido- de privatización. Incluso -no se nos olvide- hubo un dictamen en contra en el Senado de la República. Y, sin embargo, "queda viva" la propuesta privatizadora del presidente Fox, acaso menos radical que la anterior en la medida que ya no se pretende acabar con CFE, pero similar en cuanto a su ánimo de legitimar la apertura de un mercado eléctrico, en este caso restringido a grandes consumidores de electricidad. Pero la propuesta no está aislada, se acompaña de una política que ha hecho descansar la expansión de la capacidad de generación de electricidad para el servicio público, en empresas y capitales extranjeros. Estos ya controlan la quinta parte de la capacidad nacional de generación para ese servicio público.

Se puede interpretar esa acción como paso previo a la organización de un mercado eléctrico, en este caso mixto por la permanencia de la CFE. Y también como acción vinculada con la permanente desiderata de una dogmática que no atiende los fracasos de Argentina, Estados Unidos y Gran Bretaña y no tiene ninguna duda respecto del esquema propuesto.

En México, curiosamente, esta dogmática ha sido asumida por los dos anteriores gobiernos del PRI y por el actual del PAN. Eso hace pensar que se trata más de una negociación con nuestros acreedores extranjeros que una propuesta derivada de su convencimiento propio. Similarmente, el impulso de los contratos de servicios múltiples para la explotación del gas en la cuenca de Burgos puede ser interpretado como el paso previo a un nuevo esquema mixto de explotación de nuestros hidrocarburos, asunto permanentemente anhelado por las compañías petroleras y gaseras también extranjeras.

Este es parte del contexto en el que se nomina a Felipe Calderón Hinojosa como secretario de Energía. Y digo parte porque hay otros elementos que complementarían ese contexto y su problemática: 1) la baja radical y drástica de nuestras reservas petroleras, no sólo por la caída de la inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos, sino por la sobrexplotación a que han sido sometidos los actuales (varios técnicos de la mayor seriedad aseguran que el caso de Cantarell puede darnos un terrible susto cualquier día de estos); la regresiva pero creciente profundización de la dependencia fiscal del petróleo; 3) crisis de disponibilidad de gas natural; 4) crisis de los esquemas de financiamiento de la expansión petrolera y eléctrica; 5) debilitamiento crónico de la capacidad técnica de Petróleos Mexicanos por la profundización del contratismo; 6) y, desde luego, ausencia de una estrategia de largo plazo en materia energética, respaldada por la sociedad.

ƑQué hará Felipe Calderón? ƑCuál es la instrucción presidencial? ƑCabildear y juntar votos para la reforma privatizadora? ƑFortalecer el debate y lograr una nueva propuesta de consenso? ƑQué hará? Hace unos años dijo: "El debate y la crítica enriquecen la vida pública y aun el disenso, así sea el más estridente, el más cómico o el más veleidoso, arroja elementos para la reflexión. El Congreso es la casa de la pluralidad y no sería fiel a sí mismo si en todo hubiese unanimidad; empero, estamos aquí para buscar consensos y encontrar caminos comunes, sin los cuales la mera discrepancia es estéril. Para ello se requieren en el diálogo y en el debate apertura, talento, tolerancia y buena fe... Un gobierno humanista asume que ni el Estado ni el mercado pueden por sí solos dar plenitud y desarrollo integral al hombre. Sabe que el mercado es condición necesaria para el funcionamiento eficaz de la economía, pero insuficiente para lograr el pleno desarrollo humano y, en consecuencia, requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para corregir las enormes desigualdades". Bueno, pero esto lo dijo hace dos años. ƑQué dirá y qué hará hoy? šYa lo veremos!

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