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México D.F. Viernes 5 de septiembre de 2003
José Cueli
El retorno del espíritu marxista
En este convulso principio de siglo que se inauguró con dos guerras brutales y absurdas como las de Afganistán e Irak, y que también se ha visto empañado por infinidad de actos terroristas, Jacques Derrida denuncia ''una forma de guerra inédita" que adopta la naturaleza de una gran conjuración. Una conjura contra el marxismo, un fenómeno que el propio filósofo califica de un nuevo intento de luchar contra aquellos que ''el marxismo representa y seguirá representando (la idea de una nueva Internacional) y para combatir, exorcizándola, a una Internacional". Para los conjurados el enemigo a atacar es, justamente, el marxismo. Y en este punto Derrida puntualiza que los más temidos son ''ciertos no marxistas que no han renunciado a la herencia de Marx (criptomarxistas, seudo o paramarxistas).
Para Derrida hoy priva en el mundo un discurso dominante o bien en vías de hacerse dominante con respecto a Marx y su obra; en torno a ''los rostros pasados de la Internacional socialista y de la revolución universal, respecto a la destrucción más o menos lenta del modelo revolucionario de inspiración marxista, respecto del derrumbamiento rápido, precipitado, reciente, de las sociedades que han intentado ponerlo en marcha, al menos en lo que llamaremos de momento, citando al Manifiesto, la vieja Europa, etcétera. Este discurso dominador tiene, con frecuencia, la forma maníaca, jubilosa e incantatoria que Freud asignaba a la fase llamada triunfante en el trabajo de duelo".
Dicho discurso proclama que Marx ha muerto, que el comunismo también está muerto y vitorea al libre mercado y al liberalismo económico y político. Sin embargo, en ello Derrida encuentra que esta conjuración triunfante cae en una denegación, es decir, en una doble negación, en tanto que lo que no logra conjurar es lo que él denomina los espectros de Marx. Así, como en Hamlet, el espectro retorna porque la fórmula del tiempo se corresponde con lo que se dice del tiempo en tanto se refiere al verbo ser en tercera persona del indicativo: the time is out of joint, un tiempo salido de sus goznes, un tiempo atemporal que predestina el retorno de los espíritus, en este caso el espíritu de Marx.
Derrida propone conectar esta línea de pensamiento con el testimonio de la cultura en el espacio público constituido según él por ''tres lugares o dispositivos indisociables de nuestra cultura:
a) La cultura llamada política (los discursos oficiales de los partidos y los políticos en el poder en el mundo), es decir, los de la clase política.
b) La cultura ''confusamente" calificada de mass-mediática que comprende las comunicaciones e interpretaciones, que resulta ser una información selectiva y jerarquizada que indefectiblemente tiene una repercusión en el seno mismo del espacio público en las democracias llamadas liberales. Estos esquemas parecen indispensables pero insuficientes y ameritarían una restructuración que bien podría ser compatible con el modelo marxista ya que, entre otras cosas, ''Marx fue uno de los escasos pensadores del pasado que tomaron en serio, al menos en su principio, la indisociabilidad originaria de la técnica y el lenguaje, por tanto de la tele-técnica (ya que todo lenguaje es una tele-técnica).
c) La cultura erudita o académica, fundamentalmente la de los historiadores, los politólogos, los filósofos, los sociólogos, los antropólogos y, en particular, la de los filósofos políticos.
Para Derrida estos tres lugares, formas y poderes de la cultura se intercomunican y concurren en todo momento ''hacia el punto de mayor fuerza para garantizar la hegemonía o el imperialismo en cuestión''.
La respuesta ante tal cuestionamiento sería del orden del sí, en unos aspectos, y del no, en otros. Lo que se desprende de esta respuesta es que lo crucial a este respecto debiera ser, según conclusión de Derrida, que tendríamos que ''asumir lo más vivo de él, es decir, paradójicamente aquello de él que no ha dejado de poner sobre el tapete la cuestión de la vida, del espíritu de lo espectral, de la vida-muerte, más allá de la oposición entre la vida y la muerte. Hay que reafirmar esta herencia transformándola tan radicalmente como sea necesario". ƑSerá su pensamiento una brújula para que la izquierda tome un nuevo rumbo?
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