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México D.F. Viernes 5 de septiembre de 2003
Ninguno de los indiciados tuvo posesión
de los explosivos, sostiene la defensa
Hay evidencias sobre la conspiración contra
Castro, aseguran querellantes
Hoy se decide si procede el juicio contra Luis Posada
Carriles y tres coacusados
Plan de emergencia policial ante posibles roces entre
anticastristas y simpatizantes
BLANCHE PETRICH ENVIADA
Panama, 4 de septiembre. El fiscal del primer circuito
de Panamá, Arquímides Sáez, pidió hoy que el
juez Enrique Paniza resuelva llevar a juicio a Luis Posada Carriles y cuatro
cubanoestadunidenses anticastristas más, acusados aquí de
planear un fallido atentado con explosivos en la Universidad de Panamá
en contra del presidente Fidel Castro, cuando el 18 de noviembre de 2000
acudiera a esa casa de estudios para un encuentro con más de mil
500 estudiantes y catedráticos.
El fiscal y los abogados representantes de la parte acusadora,
que son las organizaciones obreras, universitarias e indígenas que
habían invitado a Castro al recinto universitario hace tres años,
con motivo de su participación en este país de la 10 Cumbre
Iberoamericana, sostuvieron hoy, durante la audiencia preliminar, que cuentan
con evidencias y pruebas determinantes sobre la existencia de una conspiración
para asesinar a Castro y sobre la participación de los detenidos
como autores materiales e intelectuales del frustrado atentado.
Los defensores de Posada (que adoptó la nacionalidad
salvadoreña) y los otros coacusados -los naturalizados estadunidenses
Pedro Remón, Guillermo Novo Sampoll, César Matamoros Chacón
y Gaspar Jiménez, este último prófugo de la justicia
mexicana- aseguran que "nada vincula" a sus clientes con la existencia
de una letal carga explosiva que fue encontrada en el auto rentado que
utilizaban para movilizarse por la ciudad y que más bien son "víctimas"
de una "diabólica conjura castrocomunista".
Cuando se inició el proceso, el gobierno cubano
solicitó la extradición de cuatro presuntos conspiradores
para enjuiciarlos en La Habana, ya que el delito planeado iba dirigido
contra el jefe de Estado de ese país y en razón, también,
de los numerosos antecedentes penales de cuatro de ellos, autores de varios
homicidios, bombazos y sabotajes contra objetivos cubanos en las pasadas
cuatro décadas.
A pesar de que La Habana se comprometió a no aplicarles
la pena de muerte, requisito legal para hacer valer el tratado bilateral
de extradición Cuba-Panamá, el gobierno de Mireya Moscoso
decidió ejercer su jurisdicción en este caso. También
el gobierno de Venezuela pidió la extradición de Posada Carriles,
prófugo de una cárcel de ese país donde purgaba una
condena por el atentado contra un avión de Cubana de Aviación
que estalló en pleno vuelo en Barbados, en 1973, con saldo de 73
muertos. También fue negada esa extradición.
Batallas cotidianas entre pro y contrarrevolucionarios
La
decisión sobre si procede o no el sumario penal se tomará
este viernes en el tribunal marítimo de esta capital, en medio de
la creciente tensión entre los grupos del movimiento popular, que
cada día se manifiestan frente a la sede exigiendo "castigo a los
terroristas de Bush", y un beligerante núcleo de cubanoestadunidenses
que llegaron de Miami ex profeso para solidarizarse con sus paisanos procesados.
Esta tarde las autoridades locales tomaron "medidas de
emergencia" para evitar roces entre los dos grupos. Por un lado, una treintena
de cubanos residentes en Miami, hombres y mujeres mayores, vociferantes
anticastristas de línea dura, como se describen, viajaron
a Panamá para asistir a las audiencias y "apoyar moralmente a nuestros
hermanos". Entre ellos están las esposas de los acusados, parientes
y viejos dirigentes de la contra, como Osiel González, del
ejecutivo de Alfa 5, y Reynaud Rodríguez. Acuden acompañados
de la alcaldesa de Panamá, Mayín Correa, también furibunda
anticomunista que hace gala de su aversión al jefe de Estado cubano.
Por otro lado, unos 300 panameños se concentran
con banderas y altavoces para gritar consignas en favor de la revolución
cubana y contra los anticastristas, Bush, el "imperialismo yanqui" y, desde
luego, contra su alcaldesa y su presidenta, Mireya Moscoso. Cuando chocan
los dos bandos sube el tono de los insultos mutuos, pero los incidentes
no han pasado a mayores. Para evitarlo, el juez resolvió hoy dar
por concluida la audiencia una hora antes de lo previsto. En cuestión
de segundos, Carriles y los suyos fueron sacados en volandas por la parte
trasera del juzgado y subidos a un par de camionetas que se mezclaron con
el tránsito de la calle y desaparecieron antes de que llegara la
manifestación.
El maletín
Un maletín enterrado al pie de una palma de coco,
en la zona de Las Mañanitas (cerca de la capital panameña),
con varios paquetes de explosivos plásticos tipo C-4 y todos los
dispositivos necesarios para armar una potente bomba, puede ser la evidencia
que permita condenar a los cuatro cubanos anticastristas presos aquí
por un fallido intento de asesinato contra el presidente Fidel Castro,
hace tres años.
Pero la estrategia de los abogados defensores de los presuntos
terroristas que encabeza, a sus 76 años, Luis Posada Carriles, intentará
demostrar que aunque la prueba material existe, no hay "evidencias vinculantes"
que demuestren que cualquiera de los cuatro indiciados como presuntos responsables
de tentativa de homicidio tuvieron "posesión" de los explosivos.
Es decir, existe la pistola humeante pero no se puede determinar de quién
es.
De ser así, se quejó hoy el fiscal, el peso
de la ley tendría que caer sobre el chofer que contrataron, José
Manuel Hurtado, que fue quien encontró el maletín en el auto,
y su sobrino y un vecino, quienes lo ayudaron a esconderlo bajo tierra,
a la sombra de una palmera. "La culpa la tendría el panameño
negrito que no tiene antecedentes penales ni conocimiento de explosivos,
mientras que los cinco viejos anticastristas, varios de ellos con antecedentes
penales comprobados por sabotajes dinamiteros, quedarían libres
de toda culpa: ¡por favor, señor juez!", exclamó el
fiscal Sáez, quien de inmediato pidió el sobreseimiento de
cargos para Francisco Arrocha (el sobrino) y Concepción Figueroa
(el vecino).
Para el fiscal y los abogados de los querellantes, uno
de los indicios inculpatorios es el peritaje de técnicos expertos
en explosivos que después de analizar la carga y los dispositivos
encontrados, determinaron que la bomba de 15 kilos de C-4 podría
ser letal, con un potencial para causar daño en un radio de 100
metros y destruir un vehículo blindado y parcialmente un inmueble.
Demostrarán también, durante el posible juicio, que el hecho
de que dicho maletín hubiera estado dentro del vehículo rentado
y usado por el propio Posada y sus socios es una evidencia vinculatoria.
En las indagatorias del expediente constan varias pruebas
más. En el cuarto del hotel Coral Suites, que compartían
Posada y Jiménez, fue encontrada una toalla con manchas. En el análisis
químico forense se determinó que eran rastros de explosivos
plásticos -pentatrita y RDX-, componentes del C-4, de uso militar.
En el maletín con la bomba fueron encontrados cabellos, pero no
se ha logrado determinar si hay coincidencia del ADN con alguno de los
indiciados porque éstos se han negado a que se les practiquen pruebas
genéticas.
Por último, se determinó que un día
antes de su detención, cuatro de los detenidos -Posada, Novo, Jiménez
y Remón- se reunieron en la finca El Jacu, en Paso Canoa, cerca
de la frontera con Costa Rica, propiedad del cubano José Valladares,
quien falleció en el transcurso de este proceso. En la cochera de
esa finca fueron encontrados diversos materiales para la elaboración
de bombas como la que fue encontrada en Las Mañanitas. El fiscal
también hizo notar que la zona fronteriza entre Panamá y
Costa Rica está cruzada por varias rutas sin control, usadas por
el contrabando y el narcotráfico. Sostiene que también pudo
haber sido una ruta idónea para la introducción de los explosivos.
Más detalles sobre esta trama se conocerán
mañana, cuando el juez tenga que resolver si la célula de
veteranos contrarrevolucionarios de la línea más dura deben
comparecer ante la justicia o si, como lo pide la defensa, dicta su sobreseimiento.
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