México D.F. Viernes 5 de septiembre de 2003
Robert Fisk
Arrogante camino hacia la guerra
Qué arrogante fue el camino hacia la guerra. Ahora el presidente Bush intenta desesperadamente azuzar a ese burro viejo que es la ONU para que lo rescate en Irak. Se trata del mismo que nos advirtió que esa organización estaba en riesgo de convertirse en la Liga de las Naciones "ha-blando de negocios" si le negaba la legitimidad a su invasión. Ahora se supone que debemos creer que que nadie en Washington se imaginó el futuro.
Los "asesores" neoconservadores y pro israelíes en torno a Donald Rumsfeld afirman que sólo hubo algunos "errores" en sus afirmaciones. Con razón Rumsfeld está tan callado ahora que el entusiasmo previo a la guerra mantiene atrapados a 146 mil soldados en el mayor nido de ratas de todo Medio Oriente. Bush y Tony Blair fantasearon su camino hacia la guerra basándose en todas esas míticas armas de destrucción masiva y la "inminente amenaza" de Irak -ya fuera que ésta se cumpliera o no en 45 minutos-, así como en la "liberación" y la "democracia de la posguerra", que resultarían en una reconfiguración del mapa de toda la región. Pero los antecedentes demuestran cuántas advertencias recibió el gobierno de Bush, de parte de hombres sensatos y decentes, los días antes de que nos sumergiéramos en esta terrible aventura.
Tomemos como ejemplo las audiencias del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, celebradas en vísperas de la guerra. El secretario adjunto, Douglas Feith, uno de los neoconservadores de Rumsfeld, reveló que la oficina de "planeación de posguerra" se había abierto sólo tres semanas antes. Él y el secretario de Estado adjunto, Marc Grossman, admitieron que el Pentágono había estado "pensando" en el Irak de la posguerra durante 10 meses. El testimonio de Feith conllevaba un análisis minucioso. "Hay enormes incertidumbres. Lo más que se puede hacer al planear es desarrollar conceptos", dijo.
Entonces, los senadores estadunidenses tenían muchas sospechas en cuanto a los "conceptos". Cuando el demócrata Joe Bi-den preguntó si alguien en la administración Bush había planeado el gobierno de posguerra de Irak, Grossman respondió que "hay cosas que no podremos hacer en nuestro país debido al compromiso que hemos ad-quirido en Irak". Richard Lugar, presidente del Partido Republicano, preguntó entonces: "ƑQuién va a gobernar Irak y cómo? ƑQuién estará encargado de la seguridad? ƑDurante cuánto tiempo se cree que tendrán que permanecer en el terreno las tropas estadunidenses? ƑQué papel jugará la ONU?"
El ex general Anthony Zinni, quien alguna vez fue uno de los principales miembros del comando central estadunidense, con experiencia en misiones de "mantenimiento de paz" en Kosovo, Somalia y, en 1991, en el norte de Irak, olió algo podrido y lo dijo en público: "ƑQueremos transformar Irak o sólo vamos a llevarlo a una transición del régimen inaceptable de Saddam Hussein a una nación razonablemente estable? La transformación implica cambios significativos en las formas de gobierno, en las políticas económicas. Desde luego no va a haber una democracia espontánea...". Zinni habló así del "largo y difícil" camino hacia la reconstrucción y añadió, con dejo de ironía: "no va a haber un puñado de gente que llegue al Pentágono para tomar un avión hacia Irak después de la guerra para poner en orden las cosas".
Pero increíblemente eso fue exactamente lo que ocurrió. Primero fue Jay meta la panza y diga que está orgulloso de ser estadunidense Garner, y luego el famoso experto "antiterrorismo" Paul Bremer, quienes llegaron a Bagdad para contratar y recontratar al ejército iraquí, destituir para volver a contratar a profesores universitarios del partido Baaz. Luego, al enfrentarse a que cada día moría un soldado (y 250 heridos sólo en agosto), hubo que localizar a los asesinos matones que trabajaban en los centros de tortura de Saddam para que ayudaran a combatir el "terrorismo".
Bremer admitió de manera insulsa la semana pasada que vamos a necesitar "varias decenas de miles de millones" de dólares, sólo el año próximo. La verdad es -aunque no lo dijo- que la autoridad provisional de la coalición, encabezada por Bremer, cuyos comunicados de prensa son cada vez más insinceros e incompletos, se está quedando sin dinero.
No sorprende, entonces, que Rumsfeld se la pase diciendo que hay "suficientes" tropas en Irak. Dieciséis de las 33 brigadas de combate que tiene el país están en el caldero de Irak, otras cinco están desplegadas en el extranjero, y la brigada 82 aerotransportada, que apenas salió de Afganistán (donde cinco soldados estadunidenses murieron el pasado fin de semana), está a punto de ser desplegada al norte de Bagdad. "Que vengan a atacarnos", retó el presidente Bush el mes pasado a los guerrilleros enemigos de Estados Unidos. Bueno, pues ya le tomaron la palabra. Hasta ahora no hay una pizca de evidencia que compruebe la última fantasía de la administración Bush, según la cual "miles" de extranjeros islámicos y combatientes de la jihad están llegando a Irak para matar estadunidenses.
Pero esto podría volverse realidad muy pronto. ƑY qué nos van a decir cuando esto suceda? ƑNo se invadió Irak en un intento por destruir el "terrorismo", en lugar de recrearlo? Nos dijeron que Irak iba a ser convertido en una "democracia" y de pronto se vuelve sólo un campo de batalla más en la "guerra contra el terrorismo".
Según le dice Bush a sus compatriotas, Estados Unidos está "confrontando a los terroristas en Irak y Afganistán para que nuestro pueblo no tenga que enfrentar la violencia terrorista en Nueva York y Los Angeles". Entonces, así son las cosas. Si obligamos a todos los malvados "terroristas" a ir a nuestro amado Irak "liberado", ellos, obedientemente, dejarán en paz a nuestra "patria". Me pregunto si así será.
Pero noten también que todo se asume como los costos que Estados Unidos pagará, y con sangre estadunidense. La comentarista Rosie DiManno escribió esta semana que en Irak "también existe el otro precio, el que se mide en vidas humanas: un soldado muerto al día desde que Bush declaró el fin de los combates". Nótese aquí cómo la sangre de los iraquíes, a los que estábamos tan desesperados por "liberar" hace seis meses, ha desaparecido de toda la retórica. Se cree que 20 o más iraquíes inocentes mueren a diario en asesinatos, ataques de venganza, en puestos de control estadunidenses, y nadie los está contando. No es de extrañar que ahora los periodistas deben tener permiso expreso de las fuerzas de ocupación para visitar los hospitales de Bagdad; quién sabe cuántos cadáveres podrían encontrar en la morgue.
"Los comunicados provenientes de Bagdad son extemporáneos, insinceros e incompletos. Las cosas están mucho peor de lo que nos han dicho. Hoy estamos muy cerca de un desastre". El autor de estas líneas estaba describiendo cómo se demoronaba la ocupación británica de Irak ante un ataque de guerrilla en 1920. Su nombre era Lawrence de Arabia. © The Independent Traducción: Gabriela Fonseca
|