LETRA S
Septiembre 4 de 2003

Mantenerse negativo, atenderse positivo

A escala mundial, diversos organismos como el Onusida y la OMS sostienen que solamente 5 por ciento de la población infectada conoce su estado serológico. En México hay más de 28 mil casos notificados de personas que viven con VIH/sida y un estimado de 150 mil portadores del virus, la mayoría sin saberlo. En el siguiente reportaje se abordan las causas por las que la gente decide no hacerse la prueba, así como la opinión de especialistas en el tema.

ls-cabezaAntonio Medina

A Jamro

¿Porqué no te haces la prueba del VIH?, se cuestionó a hombres y mujeres sexualmente activos. Las respuestas fueron de la convicción de que "hacerse la prueba es innecesario", a la irracionalidad consciente de defender el "derecho a la tranquilidad". El testimonio de Juan, de 34 años y escultor de profesión, sintetiza la percepción de la mayoría de la gente respecto a la prueba de detección de anticuerpos al VIH: "No me hago la prueba no solamente por temor a saber que tengo sida, sino por la hueva de pensar que si salgo positivo voy a sufrir y hacer un recuento para encontrar a la persona que me infectó. También sé que tendría que explicarle a todo mundo el porqué de mi estado de ánimo. Probablemente cancelaré mi vida sexual, chance dejaré de trabajar y empezaré a escuchar el choro de lástima de amigos y familiares, que seguramente pensarán que soy puñal... la verdad prefiero continuar con mi vida normal, y si de un momento a otro se me empieza a manifestar el sida, pues ya veré qué hacer, pero la verdad prefiero no saber nada, aunque debo reconocer que vivo con una preocupación constante."

Juan acepta que ha tenido prácticas de riesgo, pero aun así prefiere la incertidumbre. El temor es doble, de un lado el estado de salud y del otro el estigma. El doctor Aarón Rangel, ex director de la Clínica Especializada Condesa y con experiencia en la atención de pacientes con VIH/sida desde hace más de 15 años, señala que la resistencia de muchos hombres a hacerse la prueba radica en tener que enfrentar su propio clóset y lo que implica socialmente ser homosexual. Es un hecho que la epidemia afecta principalmente a hombres que eligen como compañeros sexuales a otros hombres, por lo que hacerse la prueba y obtener un resultado positivo representa enfrentar a la familia con esta doble carga estigmatizante.

La doctora Carmen Soler, directora del Programa de Sida del Gobierno del Distrito Federal, comenta que los miedos de la gente para hacerse la prueba son múltiples, uno de ellos debido al estigma social en torno al VIH. "La gente no quiere pensar que pertenece a un grupo vulnerable. Nosotros mismos hemos creado ese estigma al insistir todos los días en que hay grupos con más riesgo, cuando muchos hombres con preferencia sexual diversa están infectados porque tienen un mayor número de parejas sexuales, es decir, tienen un mayor riesgo biológico. Pero rompamos esa manera de ver las estadísticas, porque eso le imbuye miedo a la gente, pues ¿cómo le va a decir a los demás que es positiva si no es gay? Toda nuestra sociedad es sexuada y la mayoría de ella tiene una vida sexual activa. Por eso es que se trata de hacer servicios no para un grupo, sino para toda la gente sexualmente activa."

Pero aun si se supera el miedo o la gente se deja convencer de la importancia de hacerse la prueba, muchos no regresan por los resultados. En la sucursal Sur del Centro de Información y Prevención del VIH/sida, por ejemplo, se llevan a cabo en promedio 500 pruebas al mes, de las cuales 10 por ciento salen positivas, y del total 15 por ciento no regresa por sus resultados. En la Clínica Especializada Condesa, mientras estuvo bajo la dirección de Aarón Rangel Paredes, 40 por ciento de las personas que se practicaban la prueba no regresaba por su resultado, y de ese porcentaje, 3 por ciento resultaba VIH positivo.

David Alvarado, sicólogo de la Fundación Mexicana de Lucha contra el Sida, considera que ante este hecho se deben reforzar los programas de consultoría previa, pues es de suma importancia que la gente pueda amortiguar la angustia que experimenta antes y después de hacerse la prueba, independientemente de que sea positiva o negativa, pues les ayuda a asimilar el resultado y planear su futuro.
 
 

Las razones y los pretextos

La construcción del miedo tiene que ver con la edad y con el género. No es igual el temor de un joven al de un adulto, como tampoco el de una mujer al de un hombre homosexual. La gente joven muestra mayor disposición a practicarse la prueba e incluso a cambiar de actitud, aunque su preocupación es que en caso de resultar positivo deberá "tomar cantidades industriales de medicamentos", lo que en muchos casos posterga la decisión de realizarse la prueba. Los hombres adultos, por su parte, evaden el examen porque consideran que al rebasar cierta edad y no haber presentado nunca síntomas "están fuera de peligro". Con las mujeres el temor se relaciona básicamente con la procreación y con su "papel histórico". A ellas se les dificulta negociar prácticas sexuales protegidas con su compañero o compañeros; si él decide no protegerse y protegerla, la mujer lo acepta a pesar de su propia salud. Con los homosexuales el miedo es formar parte de individuos rechazados tanto por la misma gente gay como por el resto de la sociedad.

Bruno, pasante de sociología, se jacta de ser una "persona con suerte", pues de los 18 a los 24 años se realizó en tres ocasiones la prueba y resultó negativo, "a pesar de que en esos años llegué a tener relaciones desprotegidas". Después de la última ocasión que se hizo la prueba, ha persistido en sus hábitos sexuales y espera "continuar con la misma suerte", aunque a sus 29 años prefiere ya no afrontar la posibilidad de salir positivo en una cuarta prueba. "En este momento estoy muy bien físicamente. Sé que las complicaciones del virus aparecen 10 o 15 años después, y prefiero permanecer esos años sin ninguna preocupación." Bruno dice conocerse bien a sí mismo, por lo que afirma que si se hace la prueba y resulta positivo "seguramente me voy a deprimir y a tener pensamientos suicidas". Él se asume abiertamente gay, ha hecho activismo contra el sida y la homofobia en los últimos siete años y cuenta con suficiente información acerca del VIH y sus alrededores, pero aun así "defiendo la postura de vivir en la incertidumbre. Quienes no queremos hacernos la prueba tenemos derecho a evitarnos la preocupación y el sufrimiento que implica vivir con el virus, al menos mientras estemos sin los síntomas."
 
 

No es castigo, pero así se siente

El temor que experimentan las personas frente a la prueba del VIH responde a la asociación con la muerte, pero también a la relación que se ha construido durante más de dos décadas con la homosexualidad, la prostitución y la drogadicción, así como a un manejo "irresponsable" de la sexualidad. Saúl, un joven gay que vive con VIH, recuerda sus sensaciones cuando decidió hacerse la prueba del VIH: "es enfrentarse consigo mismo; es ver en riesgo tu tranquilidad y el futuro, pero también es entrar en un periodo de reflexión con el tremendo temor a formar parte de los sidosos, los maricones, esos que los medios han promovido en reportajes alarmistas donde se ven cuerpos esqueléticos de hombres que pagan su culpa por una conducta sexual que los lleva a eso".

Aarón Rangel asegura que la gente no ha cambiado mucho su percepción acerca del significado de vivir con VIH, a pesar de que la información fluye con mayor rapidez que antes. "Al sida se le sigue relacionando con la homosexualidad, y principalmente con el papel pasivo", dice y agrega que cuando alguien se niega a hacerse la prueba se debe a que ha puesto en marcha una serie de mecanismos de defensa que se asocian con el rechazo social y la percepción de que no habrá soporte institucional que le permita pensar que si sale positivo tendrá atención. Hacerse la prueba, concluye el doctor Rangel, es un acto educativo. Con una buena consejería, antes y después de la prueba, la gente puede llegar a un nivel de conocimiento que poco a poco le permita entender que la sexualidad la debe ejercer responsablemente.

David Alvarado ha facilitado diversos talleres en la Fundación Mexicana de Lucha Contra el Sida. En su experiencia, los casos VIH positivos que ha atendido se dieron luego de prácticas sexuales ocasionales, en lugares "poco comunes" como el carro y la calle, y la mayoría de las veces de manera rápida, sin llegar a conocer realmente a la pareja. La conclusión de los mismos jóvenes de los talleres, dijo, era que esas prácticas pretendían llenar un vacío interior, por lo que el anonimato prevalece cuando la gente se infecta o le transmite el virus a otras personas. Para los jóvenes, prosigue, una apariencia sana corresponde a un estado de salud sano. "Cuando tienen ligues o comienzan a salir con alguien, persiste la idea de que la imagen del compañero sexual si es estética, agradable y de cierta solvencia económica, no puede tener VIH y se arriesgan a tener relaciones sin condón. En particular los jóvenes de entre 15 y 20 años tienen información, pero no una apropiación de la misma. De unos tres años a la fecha hemos notado que los jóvenes, que nacieron precisamente en la era del sida, no les importa protegerse y la mayoría de las infecciones se dan en un ámbito de uso de drogas y consumo de alcohol. Aunque tienen la información, el uso sistemático del condón no se ha convertido en una práctica inherente a su sexualidad."
 
 

La prueba tiene sentido

La doctora Carmen Soler señala que la prueba tiene un impacto muy importante en las dos áreas de trabajo de VIH, que son prevención y atención. "La gente se entera que vive con VIH cuando enferma, la mayoría de las veces en una etapa muy avanzada, lo que también quiere decir que por muchos años de su vida pudo estar transmitiendo el virus sin saberlo y sin tomar las medidas de prevención adecuadas. Es importante que la atención se dé de manera temprana, pues con el acceso a medicamentos que garantiza el gobierno del Distrito Federal, hacerse la prueba cobra todo el sentido del mundo. Si a la gente la detectas antes de que sus células CD4 bajen de 350, sus perspectivas de vida se amplían muchos años y con muy buena calidad de vida".

En la Fundación Mexicana de Lucha Contra el Sida tienen un modelo de consejería y diagnóstico que se ha ido puliendo en los más de 15 años que lleva esa organización civil. En estos momentos la Fundación está trabajando sobre el perfeccionamiento de un modelo de consejería preventiva para hombres VIH negativos, el cual pretende fortalecer el autocuidado de los individuos a través de la concientización de sus prácticas y sus maneras de interacción sexoafectivas. El grupo se reúne los viernes a las 18 horas en Calle 19, colonia San Pedro de Los Pinos.