LETRA S
Septiembre 4 de 2003

La emergencia de una nueva identidad

ls-pasamontanasLuis Manuel Arellano

En México, las personas que viven con VIH/sida han construido lo que quizá constituye la identidad emergente más importante de los últimos 20 años. De referencia epidemiológica inicial e incluso campo propicio para el estudio clínico, dicho segmento poblacional se ha ido transformado en una expresión social dinámica, que se moviliza, que se manifesta culturalmente, que empieza a generar iconos y referencias propias.

Se trata de un proceso construido desde abajo, con la experiencia individual de muchas personas afectadas que, en distintas ciudades y centros de salud en todo el país, han coincidido en el propósito de enfrentar el estigma asociado a la enfermedad. La decisión común de rechazar e incluso modificar las etiquetas que vinculan sida con la muerte, con la homosexualidad en un sentido peyorativo y hasta con "el pecado", constituye un punto de partida que ahora permite comprender cómo se ha ido gestando este movimiento.

Desde esta lectura podrían identificarse dos etapas. La primera está asociada con el anonimato de miles de personas alcanzadas por el VIH. En ese inter no hay nombres, no hay personas, sino pacientes que son números. La noción de "confidencialidad" clínica y el peso de la discriminación invisibilizaron entre 1983 y 1991 prácticamente a quienes en México vivían con VIH/sida. Hubo excepciones, como la del profesor universitario Francisco Galván Díaz, que abrieron espacios de información y orientación definitivos en este proceso. Sin embargo, la identidad de vivir con VIH/sida se ha ido construyendo desde el anonimato, un ámbito sórdido casi obligado para enfrentar el estigma.

Y es que durante esta primera etapa, quienes habían desarrollado sida únicamente fueron receptores de recomendaciones para mejorar su salud. Entre los 16 consejos que en 1983 suscribió el doctor Roger W. Enlow, publicados en The Newsletter of Gay Men's Health Crisis, No2, no aparece ninguna recomendación para que "los inmunodeprimidos" enfrentaran el VIH/sida de manera reivindicativa.

A principios de los años 90 inicia la segunda parte de este proceso, vinculado a la paulatina visibilidad y a la movilización de la gente, a la exigencia de derechos. Los encuentros de las personas que vivían con el virus configuraron los congresos nacionales y panamericanos de VIH/sida en esos años, hasta que en 1995 se reunieron 81 personas provenientes de 16 entidades federativas y de la Ciudad de México. El contenido de dicho encuentro puede consultarse en la memoria editada por Espiral, S.C. denominada Encuentro Nacional de Personas que vivimos con VIH/sida, documento suscrito en primera persona.

ls-frenpavihOtro momento importante lo constituye la formación, en 1996, del Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH/sida, que surge con el propósito de exigir acceso a los antirretrovirales y que organizó plantones donde los participantes se presentaban con pasamontañas blancos, lo cual hizo que la prensa dejara de mirar personas para reconocer un problema de salud estigmatizado. La fuerza de estas imágenes ha sido tan contundente que muchos diarios las han empleado para sustituir las fotos de cuerpos africanos devastados físicamente por el VIH.

Debido a que en México esta epidemia está concentrada en la población de los hombres que tienen sexo con hombres, la identidad de vivir con VIH/sida también tiene una connotación de diversidad sexual. Del amplio abanico de masculinidades, los gay que viven con VIH/sida son los que han podido reivindicarse con mayor seguridad para recuperar el ejercicio de su sexualidad. La internet ha acelerado este proceso. Existen páginas electrónicas donde cientos de hombres gay están interactuando, compartiendo experiencias e incluso estableciendo nuevas relaciones afectivas. Durante la XXV Marcha del Orgullo Lésbico Gay Bisexual y Transgénero, el Comité Organizador incluyó la identidad gay de quienes viven con VIH/sida denominándola "+ Positivo" en una de las postales diseñadas para esa ocasión.

El desarrollo de esta nueva identidad también ha sido posible por su incorporación a las tradiciones populares, como la ofrenda de muertos el 1o de noviembre en memoria de quienes ya fallecieron. Otras expresiones complementarias de esta creciente visibilidad son las fotografías de Óscar Sánchez, las crónicas de Joaquín Hurtado y Alonso Hernández, así como las coreografías del bailarín José Rivera.