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México D.F. Viernes 29 de agosto de 2003
José Cueli
El mundo al revés
Tal como dice Jacques Derrida, Espectros fue el primer título que Marx pensó para su Manifiesto. A partir de esta enunciación, el filósofo francés, artífice del movimiento crítico-filosófico conocido como deconstrucción, emprende una reflexión en torno al marxismo y su herencia, que culmina en el texto Espectros de Marx.
En dicho texto, Derrida emprende una crítica de la herencia de Marx en el mundo contemporáneo. Denuncia un nuevo dogmatismo y la nueva intolerancia que invadió Europa bajo la proclama de la muerte de Marx y el marxismo. Para Derrida ''es necesario conjurar de nuevo los espectros, los (espíritus) marxianos que perviven en la cultura europea, no para rehabilitar aquello en que estamos de acuerdo que no es necesario repetir, sino para romper la censura y la prohibición que estigmatizan todo lo relacionado con él, manteniendo vivo el diálogo con los que se declaran partidarios suyos".
Derrida advierte la existencia, en estos tiempos, de una especie de nuevo orden mundial que pretende instalarse bajo la forma de una hegemonía sin precedente, que él interpreta como una forma inédita de guerra. Esta parece desplegarse a la manera de una "gran conjuración contra el marxismo, un conjuro del marxismo: una vez más, otro intento, una movilización nueva, siempre nueva, para luchar contra él, contra aquello y contra aquellos a los que el marxismo representa y seguirá representando (la idea de una nueva Internacional), y para combatir, exorcizándola, a una Internacional".
Como advierte J.L. Pardo, "Marx está sin duda muerto. Es decir, lo está el marxismo institucionalizado en partidos políticos que invocan la unión de una clase obrera a los Estados nacionales que adoptan la forma de una dictadura del proletariado. Muerto, sí, pero enterrado. Lo que reaparece es, pues, su espíritu, su espectro, su fantasma". Tras ello aparece el destello de lo que Derrida llama una "Nueva Internacional". La amistad anónima y ainstitucional, entre aquellos que sienten la necesidad de una crítica radical, teórica y práctica, de los ideales regulares de Occidente, del derecho internacional positivo y de los conceptos de partido, Estado y de nación vigentes, sin que ello signifique renunciar a toda forma de organización, ni siquiera a toda forma "emancipadora y mesiánica". El marxismo, según Derrida puede y debe liberarse de todo dogmatismo metafísico religioso.
Jacques Derrida cree que hay que hablar de "una nueva época de la democracia en la que desaparezca la dominación del partido, la relación partido-Estado al recordar que (Marx es uno de los raros pensadores del pasado que tomó en consideración, al menos en principio, la indisociabilidad del origen entre técnica y lenguaje)". A Derrida le saca de quicio la beatería liberal, el nuevo dogmatismo o evangelismo del final de la historia de Fukuyama, de los conversos a la democracia liberal, la llamada economía de mercado.
Derrida reivindica el carácter espectral del comunismo, su condición de fantasma que aterroriza a quienes no aceptan la realidad y enlazan a Marx y Hamlet, en una tarea imposible ante sí, la de afrontar el time is out of joint, "una época fuera de los goznes", un tiempo enloquecido, "el mundo al revés" o "una época sin honor".
En este libro de Jacques Derrida el lenguaje marxista lejos de ser un discurso lineal y expresivo, dominado por el querer decir, se muestra como algo que de hecho nunca ha dejado de ser. Texto o escritura que ya no se deja regir por la luz del pensamiento y del ser, sino que se despliega en la heterogeneidad del espacio y del tiempo, en un lenguaje múltiple, diseminado en una serie de renvíos significantes.
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