México D.F. Viernes 29 de agosto de 2003
En medio del escándalo, reporteros se
quejan de "presiones" de la BBC
La identificación de Kelly, en aras de la "transparencia
parlamentaria": Blair
JENARO VILLAMIL
El único secreto que nunca será develado
en la investigación que encabeza el juez Brian Hutton en torno a
la misteriosa muerte del científico David Kelly es por qué
se desató la guerra entre los dos entes más poderosos de
Gran Bretaña: la BBC y el primer ministro Tony Blair. Uno y otro
han asumido que violaron la ética y el principio de respeto al secreto
profesional al develar la identidad de Kelly, una de las "fuentes" confidenciales
del periodista Andrew Gilligan, pero ninguno quiere asumir los costos políticos
que representa la muerte de este personaje a quien los británicos
consideran ya como un "chivo expiatorio" de la posguerra en Irak.
La única certeza creciente en la opinión
pública, según los influyentes periódicos The Guardian
y The Independent, es el alto grado de manipulación de
la información y el escándalo político y mediático
que han contrapuesto al gobierno y a la empresa televisiva.
Blair
asumió hoy "toda su responsabilidad" al haber dado a conocer a dos
comisiones parlamentarias la identidad de Kelly como posible informante
de la BBC, escudándose en el principio de "transparencia parlamentaria",
pero negó la acusación fundamental de Gilligan, en su reporte
del pasado 29 de mayo: que su gobierno exageró deliberadamente un
informe de septiembre de 2002 que acusaba a Hussein de poder activar armas
de destrucción masiva en "tan sólo 45 minutos. Si estas acusaciones
fuesen ciertas, habría merecido dimitir", expresó Blair,
después de calificar los argumentos de la BBC de "completamente
absurdos".
Tampoco la BBC ha quedado muy bien parada durante las
tres semanas de comparecencias ante el juez Hutton. La reportera Susan
Watts denunció la semana pasada que el director de noticias de la
BBC, Richard Sambrook, la sometió "a considerable presión"
para que revelara que el científico Kelly también fue su
fuente en otros materiales sobre la guerra, con la intención de
corroborar la posición de defensa de Andrew Gilligan. Susan Watts,
corresponsal de ciencia de la BBC, mantuvo en secreto la identidad de Kelly
en sus reportajes sobre el informe de las armamento iraquí hasta
la muerte del científico, cuyo cadáver se descubrió
el 18 de julio.
En esta guerra de posiciones entre la BBC y el gobierno
laborista, Gilligan pasó de acusador a acusado. El periodista no
ha podido sostener pruebas firmes de su conversación con Kelly y
se le acusó de haber enviado un correo electrónico a un parlamentario
con un guión de preguntas para el científico, en vísperas
de su comparecencia ante el Comité Parlamentario de Asuntos Exteriores.
En ese mismo correo electrónico, reveló que Kelly era la
fuente de su colega Susan Watts y la BBC presionó a la corresponsal
para que así lo corroborara.
Junto con estas tácticas de presión que
han sido debatidas en las comparecencias, otros cabos sueltos que conducen
a secretos no develados y a contradicciones se han expresado ante el juez
Hutton. Por mencionar los principales:
1. Un día antes de que Blair estuviera en el banquillo
de los acusados, el ministro de Defensa, Geoff Hoon, negó su responsabilidad
en la identificación pública de Kelly y le atribuyó
toda la estrategia al primer ministro y a su gabinete. Sólo aceptó
ser responsable de presionar al científico a comparecer ante el
Comité de Asuntos Exteriores, hecho que, según distintos
analistas, detonó un alto nivel de presión sicológica
contra el especialista.
2. Las diferencias en el equipo de gobierno laborista
también han salido a relucir. Uno de los principales acusados de
articular el "complot" contra la BBC para que rectificara las acusaciones
del reportaje de Gilligan es el director de comunicación y estrategia
de Blair, Alastair Campbell. Este polémico funcionario, considerado
"el rey de las técnicas de control de información" y que
entró en conflicto con la BBC durante la guerra, reconoció
que mejor hubiera sido revelar la identidad de Kelly "de manera correcta,
limpia, directa", en lugar de filtrárselo a la prensa. Voluntaria
o involuntariamente demostró las divisiones con otros funcionarios,
como Geoff Hoon y John Scarlett, presidente del Comité Conjunto
de Inteligencia y responsable del informe británico sobre el arsenal
iraquí.
3. El martes 22 de agosto, durante su comparecencia, Scarlett
negó que existiera cualquier amenaza o presión del equipo
de Tony Blair para exagerar la amenaza de Saddam Hussein. Defendió
la polémica frase de que al gobernante iraquí le bastarían
"45 minutos" para lanzar un ataque con armas biológicas, uno de
los ejes del descrédito de la administración laborista frente
a la opinión pública.
4. El testimonio más inquietante de todos los que
se han pronunciado durante la investigación del juez Hutton provino
del diplomático británico David Boucher, quien declaró
que Kelly, cinco meses antes de su muerte, en febrero de 2003, afirmó
que si Irak era atacado "él aparecería muerto en un bosque".
Ahora, el científico asesor del Ministerio de Defensa no estará
presente para corroborar estas palabras ni para demostrar si con su muerte
la batalla de la posguerra será ganada por el poderoso consorcio
mediático o por la estrella en picada del otrora omnipresente neolaborismo
de Tony Blair.
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