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E C O N O M I A
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México D.F. Viernes 29 de agosto de 2003

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

El hacedor de milagros

Fox cumple entre cero y 39 por ciento de su meta de empleo

El autoempleo, pauperizador

VICENTE FOX PRESENTARA este lunes su tercer Informe de gobierno. A pesar que sabe que provocará rechiflas y gritos entre los asistentes, reiterará su autopercepción como hacedor de milagros (en los que ya nadie cree). Argumentará que bajó la pobreza (para lo cual las declaraciones de la Cepal, que respaldan parcialmente su aserto en esta semana, le vendrán como anillo al dedo) y que la población ocupada ha venido creciendo rápidamente (sostendrá sin fuerza que se debe a su programa de changarros), de tal manera que el prietito en el arroz que le ha puesto el INEGI en los dos últimos reportes mensuales sobre el crecimiento acelerado de la tasa de desempleo urbano (en 32 ciudades) habría sido más que compensado por el famoso autoempleo que se ha convertido en la única "política de desarrollo" (aparte de rezarle a la Guadalupana).

EL MILAGRO DE una pobreza que desciende en medio de una recesión, como ya he escrito ampliamente en esta columna (Economía Moral del 20 y 27 de junio y 4 de julio), se deriva de las peculiaridades de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) de 2002, que introdujo muchos cambios respecto a la de 2000 y que, como dijo José Antonio Ocampo, secretario general de la Cepal al presentar los resultados de la evolución de la pobreza en México que tan feliz están haciendo al gobierno, "ofrece dudas sobre su comparabilidad con las encuestas anteriores". Por cierto, los cálculos de la Cepal son, en el mejor de los casos, una estimación gruesa, ya que las cuentas institucionales (del INEGI) que permiten conocer el ingreso de los hogares y su desglose por fuentes están disponibles sólo hasta 2001, lo que hace que el ajuste a cuentas nacionales, que forma parte del procedimiento ortodoxo de cálculo de la pobreza de la Cepal, no se pueda llevar a cabo en 2002.

PERO CONCENTREMONOS EN el otro supuesto milagro: la proliferación de los empleos por cuenta propia en lo que va de este gobierno. Para ello contamos con dos fuentes: la propia ENIGH, que nos permite comparar la situación entre el tercer trimestre de 2000 y el tercer trimestre de 2002, y la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), que permite, hoy con las bases de datos disponibles, comparar el primer trimestre de 2001 con el mismo trimestre de 2003. La ENE no es la misma encuesta que la ENEU (Encuesta Nacional de Empleo Urbano), que es la que se usa mensualmente para ofrecer las tasas de desempleo, que se refieren sólo a 32 ciudades. A nivel nacional, las dos principales fuentes periódicas para cifras de empleo son la ENE y la ENIGH. De éstas, la especializada, la que cuenta con una muestra mucho mayor es la ENE. Veamos algunas cifras básicas de la ENE.

EN PRIMER LUGAR, la población en edad de trabajar (12 años y más) habría crecido, según esta fuente, en 3.4 millones, al pasar de 73.3 a 76.7 millones. Sin embargo, la población activa (la que trabaja o busca hacerlo, sin contar el trabajo doméstico) aumentó sólo en 1.2 millones al pasar de 43.5 a 44.7 millones, lo que provocó que la tasa de participación (división de la población activa entre la de edad de trabajar) bajase de 59.4 por ciento a 58.2 por ciento. Este es un primer síntoma de que las cosas no han marchado bien. Una de las razones por las cuales las tasas de desempleo son siempre más bajas en México que en otros países es que quien ha perdido su empleo aparece como inactivo, ya que no busca empleo activamente como requiere la definición de desempleado. Por tanto, en las recesiones es lógico esperar que baje la proporción de población activa. Los desocupados o desempleados, por su parte, pasaron de 814 mil a 938 mil personas (del 1.11 al 1.22 de la población de 12 años y más y de 1.87 por ciento de la activa a 2.10 por ciento), mostrando también un aumento del desempleo abierto. Tanto por la vía "clandestina" de aparecer como población inactiva o por la vía transparente de aparecer como desempleados, los ocupados registrados por la ENE bajaron de 58.3 por ciento a 57 por ciento de la población de 12 años y más. Esto significa casi un millón de personas (998 mil) ocupadas menos que las esperadas si la proporción de ocupados se hubiese mantenido constante. Cuando baja la proporción de ocupados aumenta el número de personas que dependen de cada ocupado (incluido él o ella) para su manutención. En este caso, pasó de 1.71 a 1.76, un aumento de casi 3 por ciento.

EN EL CUADRO SE MUESTRAN algunos de los datos anteriores, así como el desglose por posición en la ocupación. Ahí se puede apreciar otro de los efectos de la recesión: baja la proporción de asalariados (de 34.2 por ciento a 32.8 por ciento de la población en edad de trabajar), mientras sube un poco la de los que trabajan por cuenta propia (de 13.1 por ciento a 13.5 por ciento). Cuando se observan los números absolutos de este cuadro resalta que el número absoluto de patrones disminuye ligeramente y el de asalariados casi permanece estático (un incremento de sólo 140 mil puestos de trabajo). En mi opinión, es la suma de asalariados y patrones adicionales (135 mil en los dos años) el indicador correcto para evaluar la política económica del gobierno en términos del equilibrio macroeconómico central, pero olvidado por los neoliberales, el del empleo. Con ellos el gobierno habría alcanzado sólo 5.2 por ciento de la meta prometida de 1.3 millones de empleos por año, es decir 2.6 millones en el bienio. Pero incluso si tomamos el incremento total de los ocupados en los dos años vemos que se trata de un incremento de un millón. Es decir, incluso evaluada con esta manga ancha de valorar como empleos los trabajos improvisados de mera supervivencia, se habría cumplido sólo 38.8 por ciento de la meta. Los programas de microcréditos que lleva a cabo la Secretaría de Economía (SE) habría que evaluarlos cuidadosamente, pero dada su escala reducida, y su punto de partida ideológico (los principios de la escuela de Ohio) de que el crédito debe otorgarse solamente a empresas existentes, y dado que buena parte de los créditos son para la compra de equipo, el efecto en el empleo debe ser muy pequeño. La baja absoluta en el número de patrones, que es a los que presta la SE, atestigua su ineficacia.

EN LAS RECESIONES, como lo ha demostró Araceli Damián en su libro Cargando el ajuste. Los pobres y el mercado de trabajo en México (El Colegio de México, 2002), puede crecer la población activa, pero suele bajar el número de horas promedio trabajadas por ocupado. Es el resultado entre los intentos familiares de supervivencia y la realidad económica que se impone. Algo similar ha ocurrido, aunque levemente, entre 2001 y 2003. Las horas trabajadas en promedio bajaron de 43.5 a 43.3 por semana, habiendo bajado tanto las de los asalariados como las de los trabajadores por cuenta propia. Cuando se toman en cuenta las horas trabajadas se puede construir un indicador más fino de participación en la ocupación: la tasa de participación equivalente de los ocupados. Para cada ocupado se dividen las horas que trabajó en la semana de referencia entre 48 para poder expresar su trabajo en jornadas equivalentes. Así, un trabajador que haya trabajado 24 horas cuenta como 0.5 jornadas equivalentes, mientras que uno que haya trabajado 72 horas cuenta como 1.5 jornadas equivalentes. Las jornadas totales equivalentes se dividen entre la población de 12 y más años para obtener la tasa de participación equivalente de los ocupados. Esta homogenización permite comparar válidamente un año con otro, aunque estén cambiando las horas promedio trabajadas, y permite conocer qué tanto se está utilizando la fuerza de trabajo de la nación. Entre 2001 y 2003 hay una caída significativa en esta tasa para todos los ocupados: de 52.5 a 51.1. Las jornadas equivalentes absolutas realizadas por los asalariados cayeron (aunque levemente, de 23.25 a 23.21 millones), lo cual muestra el nivel de fracaso del modelo económico y la severidad de la recesión. Aunque las jornadas equivalentes totales en la economía crecen de 38.47 millones a 39.22 millones, se trata de un crecimiento de sólo 750 mil jornadas equivalentes y no ya el millón de ocupados adicionales que habíamos visto arriba, antes de tomar en cuenta las horas trabajadas. Esto significa que se ha cumplido solamente 28.8 por ciento de la meta de empleo, tomando en cuenta a todos los ocupados y que, si sólo consideramos asalariados y patrones, la evolución ha sido negativa, pues se han perdido unas 25 mil jornadas.

LA EVOLUCION OBSERVADA, regresión en el número de asalariados y patrones y aumento moderado y no vertiginoso como pretende Fox, de los trabajadores por cuenta propia (que pasaron de 8.42 a 9.09 millones de jornadas equivalentes), lejos de ser motivo para festejar, como hacen irresponsablemente Fox, Abascal y Canales, debe ser motivo de alarma, ya que según la ENIGH 2002 el ingreso promedio por hora trabajada de los trabajadores por cuenta propia es de 17.52 pesos contra 22.01 de los asalariados, lo que se refleja en la mayor incidencia de la pobreza entre los primeros. En efecto, en lo que el gobierno llama, incorrectamente, pobreza alimentaria, las incidencias de la pobreza en hogares con jefatura cuentapropista es de 30 por ciento contra 17.6 por ciento entre los asalariados; en lo que el gobierno llama pobreza de patrimonio los valores son 61.4 por ciento vs. 50.9 por ciento; y en pobreza alimentaria propiamente dicha (la que resulta de comparar el gasto alimentario del hogar contra el costo de la canasta alimentaria) son de 85 por ciento vs. 80.9 por ciento. Moverse hacia el trabajo por cuenta propia, por lo tanto, tiende a aumentar la pobreza por ingresos. Además, la población que trabaja por cuenta propia carece de seguridad social, lo que hace una diferencia radical al menos con la parte de los asalariados que sí están protegidos contra diversos riesgos y tienen acceso a servicios de salud que comprenden los tres niveles de atención.

EN CONCLUSION, las cifras de la ENE y de la ENIGH muestran el desolador panorama nacional en materia de em-pleo y pobreza. No hay milagros que contar. Ojalá el próximo lunes Vicente Fox olvide su papel de hacedor de milagros y proponga a la nación un ca-mino para que retome la senda del crecimiento y frene el deterioro de los niveles de vida de la población.

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