La Jornada Semanal,   domingo 24 de agosto del 2003        núm. 442
Gerardo Piña

¿De dónde son los escritores ingleses?

Probablemente Londres sea la última ciudad que alguien interesado en conocer la cultura inglesa debería visitar. Al menos la cultura inglesa como la mayoría imaginamos: gente puntual, bien vestida, bebiendo té a las cinco de la tarde, conversando de cricket y literatura, y quizás con un refinamiento y una sobriedad a veces confundidas con la elegancia. Más allá de la gran afluencia de turistas y de la diversidad artística y cultural de la ciudad están los otros ingleses, quienes nos impiden quedarnos con una sola (la vieja) imagen del inglés. Si bien es cierto que conocer la identidad de una ciudad o de un país es imposible dadas las distintas perspectivas, en Inglaterra hay una idea que tras volverse una constante se asemeja a la identidad, esto es, la idea de que sólo nosotros somos ingleses o de que sólo nuestra ciudad es auténticamente inglesa; algo que todos los ingleses, sean del norte o del sur, de padres irlandeses o chinos, afirman.

A diferencia de ciudades como Amsterdam, donde la diversidad de orígenes se ha asimilado, donde los hijos de inmigrantes de Surinam, los descendientes de la isla de Java o los blancos que nacen con una bicicleta bajo el brazo son tan holandeses como los otros, en Londres hay grupos sociales de origen asiático o africano que reclaman para sí la identidad inglesa. Desde luego los blancos son los más reacios a compartir sus credenciales; han saqueado durante siglos piezas arqueológicas y manuscritos de Egipto, China, Grecia, India y otros países que ostentan en sus museos, pero no quieren reconocer en los ahora ingleses por nacimiento o naturalización a los portadores de una misma cultura.

Una primer idea es casi obvia: los blancos son los auténticos ingleses porque son los originarios del país, los demás son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Sin embargo habría que preguntarse hasta dónde se extiende la línea temporal que divide a los habitantes originarios de los inmigrantes. Ya los anglosajones eran el resultado de una mezcla y pugna territorial entre anglos, celtas, sajones y normandos, entre otros grupos. Por otra parte, ¿cuántas generaciones se requieren para que un niño nacido en Inglaterra sea considerado inglés? Joseph Conrad era polaco y se naturalizó inglés hasta los veintinueve años de edad; J.R.R. Tolkien nació en Sudáfrica y Rudyard Kipling era indio. No pocos escritores que a menudo reconocemos como ingleses en realidad eran de Escocia o Irlanda (Oscar Wilde, Conan Doyle, Bram Stoker, Samuel Beckett o Stevenson). El premio Nobel de literatura de 2001 fue otorgado a V.S. Naipaul, ciudadano británico nacido en Trinidad y Tobago, algo que en toda Gran Bretaña pasó casi inadvertido.

El volumen 81 de Granta, una de las revistas literarias más importantes de Gran Bretaña incluye, como lo hizo en 1983 y 1993, una lista de los "mejores narradores jóvenes británicos". Entre los nombres de los autores publicados en 1983 están Martin Amis, Pat Barker, Kazuo Ishiguro (japonés), Salman Rushdie (indio) y Graham Swift. Quizás la generación más sólida de todas. En 1993 Granta dio a conocer la obra de Ben Okri, escritor nacido en Nigeria y el más destacado de su generación, y para 2003 algunos de los autores presentados son Mónica Ali (de Bangladesh), Toby Litt, Rachel Cusk (canadiense), Rachel Seiffert y Ben Rice.

Para este número hemos seleccionado dos cuentos y un fragmento de novela publicados este año; en ellos se exponen algunos de los temas más característicos (que no exclusivos) de la prosa inglesa de los últimos años: la condición del inmigrante originario de alguna de las ex colonias, el arte como motivo de inspiración y el humor como crítica social. El primer cuento que presentamos fue escrito para una colección de historias basadas en cuadros de pintores famosos que, semejante a una caja china, está inspirado en un cuadro (El sacrificio de Isaac, de Caravaggio) que a su vez está inspirado en el episodio bíblico que le dio título. En él se nos arra que Dios pidió a Abraham el sacrificio de Isaac, su hijo, para probar así su obediencia. Seleccionamos el capítulo "Cena con el Dr. Azad" de la novela Brick Lane de Mónica Ali, en donde se narra la vida de una mujer musulmana en Londres. Lejos de enfatizar el machismo de su esposo o lo ajeno que el entorno le resulta, Nazneen se nos revela como un personaje enigmático que arroja más preguntas que respuestas y a través del cual percibimos la relación de los indios inmigrantes con los otros llegados con anterioridad o incluso los nacidos ingleses. El segundo cuento es "¡Mírame, soy hermosa!" Un texto donde el humor y la ironía (dos armas frecuentes en la prosa británica) desvelan sutilmente la crítica hacia la vida en pareja de un matrimonio típico de mediana edad de prácticamente cualquier provincia inglesa (y de varias nacionalidades también).