Gerardo
Piña
¿De
dónde son los escritores ingleses?
Probablemente
Londres sea la última ciudad que alguien interesado en conocer la
cultura inglesa debería visitar. Al menos la cultura inglesa como
la mayoría imaginamos: gente puntual, bien vestida, bebiendo té
a las cinco de la tarde, conversando de cricket y literatura, y quizás
con un refinamiento y una sobriedad a veces confundidas con la elegancia.
Más allá de la gran afluencia de turistas y de la diversidad
artística y cultural de la ciudad están los otros
ingleses, quienes nos impiden quedarnos con una sola (la vieja) imagen
del inglés. Si bien es cierto que conocer la identidad de una ciudad
o de un país es imposible dadas las distintas perspectivas, en Inglaterra
hay una idea que tras volverse una constante se asemeja a la identidad,
esto es, la idea de que sólo nosotros somos ingleses o de
que sólo nuestra ciudad es auténticamente inglesa;
algo que todos los ingleses, sean del norte o del sur, de padres irlandeses
o chinos, afirman.
A diferencia de ciudades como Amsterdam,
donde la diversidad de orígenes se ha asimilado, donde los hijos
de inmigrantes de Surinam, los descendientes de la isla de Java o los blancos
que nacen con una bicicleta bajo el brazo son tan holandeses como los otros,
en Londres hay grupos sociales de origen asiático o africano que
reclaman para sí la identidad inglesa. Desde luego los blancos son
los más reacios a compartir sus credenciales; han saqueado durante
siglos piezas arqueológicas y manuscritos de Egipto, China, Grecia,
India y otros países que ostentan en sus museos, pero no quieren
reconocer en los ahora ingleses por nacimiento o naturalización
a los portadores de una misma cultura.
Una
primer idea es casi obvia: los blancos son los auténticos ingleses
porque son los originarios del país, los demás son inmigrantes
o hijos de inmigrantes. Sin embargo habría que preguntarse hasta
dónde se extiende la línea temporal que divide a los habitantes
originarios de los inmigrantes. Ya los anglosajones eran el resultado de
una mezcla y pugna territorial entre anglos, celtas, sajones y normandos,
entre otros grupos. Por otra parte, ¿cuántas generaciones
se requieren para que un niño nacido en Inglaterra sea considerado
inglés? Joseph Conrad era polaco y se naturalizó inglés
hasta los veintinueve años de edad; J.R.R. Tolkien nació
en Sudáfrica y Rudyard Kipling era indio. No pocos escritores que
a menudo reconocemos como ingleses en realidad eran de Escocia o Irlanda
(Oscar Wilde, Conan Doyle, Bram Stoker, Samuel Beckett o Stevenson). El
premio Nobel de literatura de 2001 fue otorgado a V.S. Naipaul, ciudadano
británico nacido en Trinidad y Tobago, algo que en toda Gran Bretaña
pasó casi inadvertido.
El
volumen 81 de Granta, una de las revistas literarias más
importantes de Gran Bretaña incluye, como lo hizo en 1983 y 1993,
una lista de los "mejores narradores jóvenes británicos".
Entre los nombres de los autores publicados en 1983 están Martin
Amis, Pat Barker, Kazuo Ishiguro (japonés), Salman Rushdie (indio)
y Graham Swift. Quizás la generación más sólida
de todas. En 1993 Granta dio a conocer la obra de Ben Okri, escritor
nacido en Nigeria y el más destacado de su generación, y
para 2003 algunos de los autores presentados son Mónica Ali (de
Bangladesh), Toby Litt, Rachel Cusk (canadiense), Rachel Seiffert y Ben
Rice.
Para
este número hemos seleccionado dos cuentos y un fragmento de novela
publicados este año; en ellos se exponen algunos de los temas más
característicos (que no exclusivos) de la prosa inglesa de los últimos
años: la condición del inmigrante originario de alguna de
las ex colonias, el arte como motivo de inspiración y el humor como
crítica social. El primer cuento que presentamos fue escrito para
una colección de historias basadas en cuadros de pintores famosos
que, semejante a una caja china, está inspirado en un cuadro (El
sacrificio de Isaac, de Caravaggio) que a su vez está inspirado
en el episodio bíblico que le dio título. En él se
nos arra que Dios pidió a Abraham el sacrificio de Isaac, su hijo,
para probar así su obediencia. Seleccionamos el capítulo
"Cena con el Dr. Azad" de la novela Brick Lane de Mónica
Ali, en donde se narra la vida de una mujer musulmana en Londres. Lejos
de enfatizar el machismo de su esposo o lo ajeno que el entorno le resulta,
Nazneen se nos revela como un personaje enigmático que arroja más
preguntas que respuestas y a través del cual percibimos la relación
de los indios inmigrantes con los otros llegados con anterioridad o incluso
los nacidos ingleses. El segundo cuento es "¡Mírame, soy hermosa!"
Un texto donde el humor y la ironía (dos armas frecuentes en la
prosa británica) desvelan sutilmente la crítica hacia la
vida en pareja de un matrimonio típico de mediana edad de prácticamente
cualquier provincia inglesa (y de varias nacionalidades también).
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