México D.F. Sábado 23 de agosto de 2003
El músico interpretará piezas
de ese material en el concierto de hoy, en el Salón México
Zbigniew Paleta promueve su cd Vis á vis
ANGEL VARGAS
Zbigniew Paleta se asume como un ser melancólico.
Dice que por eso escogió el violín como su instrumento y
la música clásica como su género.
Ni su incursión en el rock, en el tango o en el
jazz le han cubierto esa necesidad de melancolía, según comenta.
''Digamos que mi pensamiento y formación es la
de un músico clásico -describe-, pero en mi ser hay mucho
de roquero y jazzista.''
Alivianado, el intérprete de origen polaco está
convencido de que la música es un elemento muy semejante al amor,
si es que no el mismísimo resultado de ese sentimiento. De allí
que sustente que para crearla y ejecutarla sean indispensables el interés,
la emoción y el deseo, porque de otra forma, prosigue, no funcionan
las cosas, tal como sucede en una pareja de enamorados.
Explorador
innato de diversas geografías sonoras, Zbigniew Paleta se apresta
a iniciar un nuevo periplo artístico en México, que se sumará,
entre otros aspectos, a sus incursiones como intérprete de algunas
bandas sonoras de las películas de Kieslowski y Holland, entre ellas
Blanco y El jardín secreto, respectivamente.
Se trata de la integración de un quinteto de tango
al lado del bandoneonista argentino César Olguín. Sólo
están en espera de una contrabajista procedente de aquel país
sudamericano para iniciarlo.
En tanto, gran parte de la energía y atención
del violinista está concentrada en promover aquí su más
reciente disco compacto, Vis á Vis, grabado hace poco más
de un año en Polonia, mediante el cual registra su reciente incursión
en el fascinante mundo del jazz, al lado de su compatriota y uno de los
más grandes guitarristas que existen hoy, Jaroslaw Smietana.
El material, distribuido en México por Urtext,
está integrado por 11 temas que provienen tanto de la tradición
jazzística polaca como lo más contemporáneo del género
en ese país, así como del ámbito popular e inclusive
cuenta con una rola de Los Beatles, Blackbird.
La música estalla en sonrisas y de improviso deviene
susurros. Los críticos europeos han dicho que es un tipo de jazz
con rostro humano, o bien un jazz para los que aman el género y
para los que todavía no saben que lo aman.
Algunas de las piezas de ese disco podrán ser escuchadas
en el concierto que el músico ofrecerá este sábado
23 de agosto, a partir de las 10:30 horas, en el legendario Salón
México (segundo callejón de San Juan de Dios 25, esquina
Pensador mexicano, Centro), si bien la parte principal del programa está
encabezada por tangos, con el acompañamiento de César Olguín.
Radicado en México desde 1980, cuando llegó
con su familia para integrarse primero a la Filarmónica de la Ciudad
de México y luego a la de la Universidad Nacional Autónoma
de México, Zbigniew Paleta busca demostrar con su nuevo álbum
que la música es un arte mágico en el que pueden convivir
a la perfección dos o más tipos de pensamientos y sensibilidades,
sin importar las diferencias y contrastes que pueda existir entre ellos.
Pero para que tal prodigiosa circunstancia se presente,
según opina, deben existir de por medio la emoción y la disposición
de los artistas, así como una especie de designio divino. De otra
forma, agrega, el resultado puede ser desastroso, así se trate de
los mejores músicos del mundo en su ámbito.
Paleta incursionó en el jazz, como lo ha hecho
en el rock y en el tango, porque busca encontrar en ellos diversos elementos
que lo construyan y distingan como instrumentista,
"Toco el violín porque quiero que a través
de él la gente me conozca, sin importar el género. Es algo
que viene de mi corazón, aunque se hace posible gracias a mis manos.
Ellas son la prolongación de nuestros pensamientos y sentimientos",
abunda.
"Sólo en el violín y la música clásica
he encontrado ese elemento de nostalgia que tanto me atrae. Es un estado
purificador y de meditación. Una profunda respiración fría.
Me gusta la melancolía, pero no la tristeza".
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