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México D.F. Martes 19 de agosto de 2003

Promueven a Gerard P. Charles al Nobel de la Paz

Comité señala que el activista haitiano representa la lucha por los pobres y los excluidos

BLANCHE PETRICH

Honrar con el premio Nobel de la Paz a un haitiano de la dimensión de Gerard Pierre Charles en la víspera del bicentenario de la independencia de ese país -la primera república negra del mundo, sitio de la primera revuelta antiesclavista- sería rendir un justo tributo a un pueblo en permanente lucha por edificar, pese a sus sucesivas derrotas, un destino singular y propio, sostiene el comité para la promoción de esta candidatura.

En su carta de presentación, los autores de la propuesta señalan que ''el Caribe, las Antillas, la América de los pobres y excluidos requieren urgentemente de este reconocimiento. No se trata solagerard_susymente de premiar al hombre y su obra; se trata de reconocer, con él, a toda una causa y una lucha universal".

Con esta campaña, que arranca hoy, se trata de arrojar algo de luz sobre un pueblo olvidado, en la figura de un intelectual negro que, siempre apoyado en sus muletas, ha recorrido por décadas el continente haciendo presente en la memoria la existencia y tragedia de su país: Haití.

Desafiar el miedo

En 1986, en su casa del Olivar del Conde, la familia de Gerard Pierre Charles empacaba libros, cuadros y algunos juguetes de los hijos que aún eran pequeños. Semanas antes el dictador Jean Claude Baby Doc, sucesor del sanguinario Papa Doc, había sido derrocado. Haití había quedado en manos de militares golpistas, herederos de los tonton macoutes. No obstante, el académico haitiano, marcado por las secuelas de la poliomielitis, y su esposa, Susy Castor, daban por concluido su exilio de un cuarto de siglo en México. "En mi país -decían optimistas y valerosos- se está perdiendo el miedo." Ellos, por lo menos, se disponían a desafiar el clima de terror que todavía prevalecía.

Los Pierre Charles, prestigiosos académicos de la UNAM, daban el ejemplo a una diáspora que había huido de una de las tiranías más brutales de América Latina y retornaron a Haití para no volverla a abandonar más. Todavía pasarían siete años antes que Haití viviera las primeras elecciones libres y democráticas de su historia.

En ese periodo, los hijos -Jean, Gary, Tania y Daniel- terminaron sus estudios y forjaron su vida profesional en universidades haitianas. Los padres fundaron uno de los más sólidos centros de investigación del país, el Cresfede. Soportaron amenazas y persecución, pero nunca cejaron. Militantes de toda la vida, alentaron y participaron en las fuerzas que se conjugaron para lograr, en 1990, la gran corriente popular Lavalás que llevó como candidato a la presidencia a un joven cura salesiano de los barrios paupérrimos, ex niño de la calle, Jean Bertrand Aristide.

Una mañana de septiembre de 1991, Pierre Charles recibía eufórico, en su casa de Petion Ville, a decenas de visitantes de toda Latinoamérica, convocados por él y Susy a la toma popular del palacio de gobierno. Aristide, con un discurso antimperialista, con su perfil mesiánico, representaba una esperanza para el pueblo pobre, sometido durante 30 años de dictadura (1956-1986).

Gerard participaba de la emoción colectiva. Más que el personaje que asumiría la presidencia, le entusiasmaba la naturaleza del movimiento que había hecho posible el recambio democrático, bautizado como Lavalás, la avalancha, las corrientes que se forman con las lluvias del invierno tropical que limpian los arroyos y las calles. Dos ejes preocupaban en ese momento al dirigente: encauzar la formidable fuerza popular en un partido capaz de conducir el cambio, y asegurar que el desplome del duvalierismo y de sus estructuras policiacas y militares fuera definitivo. Esa era su esperanza.

Pero en septiembre de 1991 otro golpe militar ponía en un avión, rumbo a Venezuela, al presidente Aristide. Jóvenes militares formados en Estados Unidos tomaban nuevamente el poder a sangre y fuego.

El otro Aristide

Los demócratas haitianos volvieron a huir. Los Pierre Charles permanecieron en Puerto Príncipe, organizando la resistencia al frente de la Organización Política Lavalás. Y ahí seguían, participando en un frente popular y democrático, cuando Aristide fue repuesto en el poder mediante una ocupación militar de los marines estadunidenses. Entonces, Gerard Pierre Charles tenía un discurso más crítico y cauteloso. Y el pequeño Titide, arrogante, con la banda presidencial parecía otro.

"A su regreso -nos comentaba Gerard recientemente- se revelaba la verdadera fisonomía del viejo político haitiano del siglo XIX, bárbaro y corrupto."

En 1995, Aristide y Pierre Charles impulsan juntos la candidatura a la presidencia de René Preval, pero poco después sobreviene la ruptura definitiva. Aristide pretende un control absoluto del Poder Legislativo. Pierre Charles defiende la independencia del Congreso. En 2000, ya casado y esta vez subordinado al crimen organizado y a capos del narcotráfico, Aristide vuelve a la presidencia mediante un fraude electoral, generando una crisis que perdura hoy día. Y Gerard, al frente de Convergencia Democrática, emprende una campaña internacional de denuncia por la fractura de la frágil institucionalidad democrática.

Aristide reacciona lanzando ataques tipo tonton macoutes contra los opositores. La familia Pierre Charles, su casa familiar, el Cresfade, son los principales blancos. El veterano luchador es percibido por el gobernante como el mayor peligro de su permanencia en el poder. Nuevamente Gerard rechaza salir al exilio.

Hoy, Convergencia Democrática participa con el llamado Grupo de los 184 -organizaciones de estudiantes y maestros por la autonomía universitaria, periodistas por la libertad de expresión y contra el asesinato de informadores, sindicatos, campesinos, barrios pobres, cristianos, protestantes, mujeres y teólogos de la liberación-, en un movimiento por la caída del aristidismo.

"La diferencia en esta nueva lucha -indica Pierre Charles- es el protagonismo de la sociedad civil. El contenido de estas movilizaciones es mucho más maduro: hay conciencia plena de que hoy no se trata solamente de un cambio de figura en el gobierno, sino construir un proyecto de nación."

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