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P O L I T I C A
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México D.F. Martes 19 de agosto de 2003

José Blanco

La búsqueda

Parece que Enrique Semo pudiera alcanzar exitosamente uno de los objetivos que se proponía con La búsqueda: provocar un debate sobre la izquierda mexicana y sus programas políticos posibles para el futuro de México. Oí a sus hipercríticos comentaristas en la presentación del libro y leo ahora con algún entusiasmo, por el futuro del debate probable, la respuesta formulada por Cuauhtémoc Cárdenas.

Acababa de escribir en este espacio una crítica por la ausencia total de elaboración teórica en la izquierda institucionalizada (el PRD) y su divorcio a ultranza de los intelectuales, cuando fue puesta en circulación La búsqueda. Francamente le di la bienvenida y leí el libro con buen sabor de boca justo porque se ponía en circulación una primera búsqueda desde la izquierda políticamente dominante.

La propuesta de Semo me pareció un lance de múltiples bandas. Es, en efecto, un interrogante sobre la reformulación del programa de la izquierda mexicana, después del estrepitoso derrumbe de la Unión Soviética. Una pregunta, por lo demás, que diversas izquierdas socialistas se formulan en muchas partes del mundo. Se agradece el enfoque y la revisión histórica de un segmento de la historia social y política mexicana, que no suele interesar en general a los historiadores.

A quienes haya tocado vivir directamente al menos parte de los sucesos historiados, le será muy fácil beberse de una sentada -hasta con cierta fruición- la obra de Semo. Fue mi caso. La izquierda supo siempre que la crítica es la vía de la búsqueda de caminos para construir una sociedad civilizada y crecientemente humana, asunto que pasa hoy, forzosamente, por la lucha por la justicia social, expresada más concretamente como una lucha contra la desigualdad social monstruosa que vive México.

La pregunta sobre si el segmento más progresista de la ideología de la Revolución Mexicana, el nacionalismo revolucionario, el cardenismo y lo que Semo llama neocardenismo, con sus tesis y con su estilo político, tienen algo que aportar como vía de la izquierda hacia el futuro del país es, por supuesto, una pregunta legítima. Nuestro autor pone enormes dudas sobre esa vía, sobre las tesis y sobre el estilo político.

Advierto ya, en la respuesta de Cuauhtémoc, gigantescos obstáculos para que el debate resulte productivo. El de Cárdenas es un pensamiento absolutamente concreto que rehúye la abstracción, porque es heredero de un pensamiento pragmático y voluntarista a ultranza, como lo es el de los revolucionarios de 1910-1917 y su dilatadísima familia de políticos a lo largo del pasado siglo.

Cárdenas, por ejemplo, reivindicando "la obra constructiva de la Revolución", pregunta a Semo si los revolucionarios dieron un paso atrás con la formulación de la Constitución de 1917. Nótese, en primer lugar, la hipostatización del concepto revolución, al que se confiere un alcance ontológico, tal como hicieron siempre los "revolucionarios", o como hacen los cubanos con su revolución. Esta inversión, por supuesto, tiene un efecto en el modo de entender el mundo y no resulta extraño así que, para los "revolucionarios" mexicanos, la sociedad haya sido siempre una extensión o un producto de las decisiones del poder. Por supuesto, esto último no lo ha dicho así nunca ningún "revolucionario" y, por tanto, no podría probarle a Cuauhtémoc, con ningún documento, que ello es así.

Es exactamente lo que le ocurre a Semo con Cuauhtémoc; éste le pide frecuentemente que le pruebe con documentos las que son lecturas o interpretaciones, desde cierta perspectiva teórica, del sentido de la realidad. Es el caso, también, por ejemplo, de lo dicho en La búsqueda acerca de las lecturas -o la falta de ellas- de Cuauhtémoc, quien dice que a Semo nada le consta, como si fuera necesario.

La Constitución de 1917 fue producto de la necesidad histórica y, en este plano, es inútil, es irracional, preguntarse si fue bueno o malo, si se debió o no se debió dar ese paso. Pero es absolutamente legítimo, desde la historia, desde la filosofía, desde la sociología, preguntarse por el sentido de la realidad plasmada por la necesidad histórica. Estamos ante una falta de sindéresis en el discurso de Cárdenas frente al de Semo: no habrá entendimiento. Pero el debate que propone Semo puede tener lugar entre otros que quieran echar a andar la mollera.

Por otra parte, el de Semo no es precisamente un libro de historia. Es una obra que, con enfoque histórico, construye un argumento político: el neocardenismo no puede ser el norte que guíe a la izquierda socialista en el siglo xxi. Este argumento es el que le ha dolido a Cuauhtémoc. Aquí veo una incongruencia en la tesis política de Semo. Al descalificar a Cuauhtémoc, desde la circunstancia concreta en que lo hace, irremediablemente se vuelve un argumento que busca abrir el espacio político para López Obrador en el seno de su partido, pero si Cuauhtémoc no representa ese norte, tampoco Andrés Manuel. Nada es tan cristalino.

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