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México D.F. Domingo 17 de agosto de 2003

REPORTAJE /MARIONETAS A CONTRACORRIENTE

Pese a su arraigo popular, el teatro de títeres es considerado arte menor

Los titiriteros demandan apoyos oficiales, escuela y espacios permanentes

El festival internacional de Huamantla es uno de los pocos foros de expresión para esta actividad que no sucumbe ante los avances tecnológicos

ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADA

Huamantla, Tlax., 16 de agosto. Los títeres son como magos: desaparecen la brecha entre niños y adultos en tanto atrapan a ambas generaciones por igual. Bastan unas manos y un muñeco -de resina, madera o cualquier otro material- para contar una historia en la que, por tradición, el bien triunfa sobre el mal. En México se cultiva esa actividad prácticamente a contracorriente, pues faltan apoyos oficiales, una escuela destinada a la enseñanza de esta rama artística y un teatro exclusivo para obras clásicas o contemporáneas escritas especialmente para títeres de guante, varilla o hilos.

Es un arte menospreciado que no sucumbe ante los avances tecnológicos y en el que sus ejecutantes, los titiriteros, trabajan por modestos emolumentos en fiestas infantiles, escuelas, calles y, pocas veces, un teatro "de verdad".

Uno de sus principales foros de expresión son los festivales como el que cada año se organiza en el pueblo de Huamantla, localizado a una hora de la capital tlaxcalteca, y que coincide con las festividades dedicadas a la virgen de la Asunción, la Huamantlada -especie de Pamplonada a la mexicana-, y una feria que abarca varias calles del lugar, con comida, juegos mecánicos, puestos de ropa y toda clase de comercios.

Este es el lugar de nacimiento de la Compañía Nacional de Autómatas Hermanos Rosete Aranda (1835), donde en 1991 se fundó el Museo Nacional del Títere (Munati), que cuenta con un acervo de 70 muñecos creados por titiriteros mexicanos. Hace tres años el Instituto Nacional de Bellas Artes cedió en comodato otros 49 títeres de la familia Rosete Aranda, de los más de 600 que tiene en su poder. Uno de los objetivos a mediano plazo del Munati es recuperarlos para poder exhibirlos. A corto plazo se busca la ampliación de las instalaciones del recinto, al que año con año se agregan más títeres gracias a donaciones de todo el mundo.

El Festival Internacional del Títere, que este año recuperó su nombre -Rosete Aranda-, no se limita sólo a Tlaxcala y Huamantla. Las compañías invitadas, locales, nacionales e internacionales -con nombres divertidos como Tiripitipis, El trujamán, Titirisol, Hilos mágicos, Brujerías de papel, La trouppe, Dragón rojo, Machincuepa o Los Trapo's-, se presentan también en pequeños pueblos, donde adultos, jóvenes y niños descubren o redescubren esta forma de expresión que, por el momento, se encuentra encasillada en el teatro infantil.

04af2En nuestro país, coinciden especialistas, no hace falta consolidar el teatro de títeres, ya que esta tradición se encuentra arraigada en la población. Basta con que llegue una compañía, a veces integrada por una sola persona y varios muñecos, y monte su pequeño escenario para que se acerque el público. Ni siquiera existe el peligro de que la tecnología borre la unión entre la marioneta y el titiritero. Lo que hace falta, insisten, es una escuela y un teatro. En Cuba, por ejemplo, cada provincia cuenta con su propio teatro de marionetas y el apoyo aumentó después del triunfo de la Revolución.

Tita Elizalde, quien este año recibió el premio Rosete Aranda por su trabajo en favor de la actividad, destacó en entrevista que los títeres deben dejar las calles y llegar a los teatros. También se necesita una escuela, ''pero para eso requiere mucho trabajo; de los titiriteros en primer lugar".

Nuestras compañías "son muy empíricas y trabajan con mucho amor a su oficio", explica a su vez la ex directora del Munati, Raquel Bárcena. ''Las políticas culturales deben dar un apoyo decidido a esta manifestación estética para darle su lugar, ganada a pulso, y que debe estar en el mismo rubro para hacer el otorgamiento de los recursos, de la misma manera que el teatro, la danza o la música", subraya la directora de la Escuela Nacional de Educadoras.

Agrega: ''Debe haber también una formación más consistente, que tenga una propuesta curricular que permita una formación de orden académico, filosófico, ya sea mediante una escuela o su inserción en las instancias formadoras de artistas como un lenguaje integrador de las artes, en la carrera de artes plásticas, en la de dramaturgia, en la de artes escénicas''.

México es un país con una larga historia de títeres, y está a la par de naciones como Italia, Rusia y Francia. En este último país se encuentra la escuela más importante de títeres, en la localidad de Charleville-Mézières, que también tiene su festival.

"En México ha habido esfuerzos, pero esta iniciativa no se ha consolidado. Se requiere realmente que en la política cultural nacional se ubique al teatro de títeres en su justa dimensión. Es un lenguaje estético que por años ha sido minimizado, pero que ahora da una señal de que es una puerta de expresión de la juventud e integradora de las artes", destaca Bárcena.

En las recientes décadas el teatro de títeres ha experimentado un boom, y éste se manifiesta no sólo por la cantidad de grupos que existen en México -se tiene conocimiento de unos 300, aunque ese número debe ser mayor-, refiere a su vez el subdirector del Munati, Gerson Orozco, quien es además el director operativo del festival de Huamantla, que en esta versión otorgó el premio al mérito titiritero a Roberto Romero, restaurador del Munati.

Ahora vemos a los títeres no sólo en las calles, también en el cine y la televisión. En Monterrey y Zacatecas hay museos de títeres hermanos del Munati, y existen más proyectos para el teatro: hay diplomados, agrega Orozco, quien reconoce que pese a todos los avances se necesita apoyo oficial, aunque no es requisito sine qua non para el desarrollo de las marionetas: "en todos lados está metido el teatro de títeres; lo que nos haría falta es apoyar la profesionalización de las compañías. El sueño guajiro de Tlaxcala y de todos los titiriteros del país es tener una escuela como la de Charleville. Creemos que es un sueño que no está lejos".

TITERES6_OKPese al optimismo, Orozco reconoce que el teatro de marionetas ha sido un género menospreciado, considerado "menor". Ahora está encasillado en el teatro infantil, cuando en sus orígenes tenía un aspecto religioso y después devino entretenimiento y sátira política. Es en décadas recientes cuando adquiere su carácter pedagógico (a partir de 1935 en el caso de México), lo que abona para que se le considere sólo teatro para niños.

Como parte del festival en Tlaxcala se realizaron una serie de conferencias, talleres, exposiciones y el séptimo foro de investigaciones y experiencias alrededor del teatro de títeres, que este año tuvo como tema El teatro de títeres ante la nueva tecnología. La conclusión: los títeres no llegarán a ser robots en el teatro tradicional, pero no se puede dejar pasar la oportunidad que presentan los avances tecnológicos. Claro que son pocos los que pueden llegar al nivel de perfección tecnológico que se vio en la cinta El cristal encantado, de Jim Henson, creador de los Muppets, pero esto tiene que ver con la falta de recursos financieros.

Hay que separar en este rubro lo que es el teatro tradicional de títeres, basado en un muñeco al que el titiritero da movimiento, y los animatronics que se han visto en varias películas en forma de víboras, cocodrilos y máquinas -como en Terminator-, que no dejan de ser marionetas en tanto son controlados por seres humanos.

Ciro Gómez, titiritero y narrador de la compañía colombiana Hilos Mágicos, afirma: ''un mayor desarrollo en lo tecnológico debe de ir acompañado de un mayor crecimiento en lo humanístico. Los nuevos medios nos dan otras posibilidades, pero no hay que perder de vista que lo importante de lo que hacemos es comunicarnos, así la técnica del artificio sea el asombro, los hilos, las varillas o un control remoto que nos permita dar vida, alma a un personaje".

El Festival Internacional de Títeres terminó este sábado con la presentación de la obra La pequeña Mozart, de la compañía de Emmanuel Márquez.
 

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