México D.F. Domingo 17 de agosto de 2003
El movimiento literario que promovió
es considerado la última vanguardia del siglo XX
Murió el poeta brasileño Haroldo de Campos;
fundó el concretismo
El escritor, absolutamente universal; va más
allá de las lenguas mediante un tejido interlingüístico,
definió el especialista José Miguel Oviedo En 1999 se hizo
acreedor al Premio Octavio Paz
ANGEL VARGAS
El poeta, ensayista y traductor brasileño Haroldo
de Campos, uno de los fundadores de la última gran vanguardia poética
del siglo XX -el concretismo-, falleció la madrugada de este sábado
a los 73 años en un hospital de Sao Paulo, Brasil, a causa de un
fallo múltiple de sus órganos vitales, informaron las agencias
Afp y Dpa.
La calidad y vastedad de su obra, reunida en más
de una treintena de libros, logró trascender las fronteras de culturas
y lenguajes para situarse entre los autores latinoamericanos más
importantes de su tiempo, como lo describió alguna vez el escritor
peruano José Miguel Oviedo:
''No es un poeta brasileño, no es un poeta latinoamericano,
es un poeta absolutamente universal. El va más allá de las
lenguas, es decir, hace un tejido interlingüístico y crea con
esa conciencia, de tal modo que estamos propinando un poeta universal que
da la casualidad que es nuestro."
Nacido el 19 de agosto de 1929 en Sao Paulo, Haroldo de
Campos fundó el concretismo al lado de su hermano Augusto y los
poetas Decio Pignatari, Edgar Braga y Jose Lino Grünewald.
Estos sacaron a la luz la revista Noigandres, del
movimiento de la poesía concreta, que de forma paralela se dio en
Europa. Con el paso del tiempo, el grupo y la mencionada publicación
adoptaron el nombre de Noigandres-Invençao.
Ubicado
históricamente en los años 50 y mediados de los 60, el concretismo
se basaba en el principio de la existencia de una "crisis en el verso"
y abogaba por la búsqueda de nuevas formas de estructura poética.
Se trata de "un fenómeno poético que intenta
explorar las posibilidades visuales y sonoras del lenguaje y del hecho
poético, de modo que intenta hacer una práctica poética
fundada en la experimentación y en la investigación del lenguaje.
Eso no quiere decir que se excluya la crítica social ni la política",
según el escritor español Andrés Sánchez Robayna,
traductor y uno de los principales difusores en lengua española
del quehacer del creador brasileño.
''El concretismo pretende remitirse a los fundamentos
de la modernidad, que están en los principios del romanticismo alemán
e inglés, en la poesía simbolista y en la máxima aventura
de la narrativa del siglo XX, que es (James) Joyce. No sólo es la
práctica poética, es también una actitud crítica
frente a la tradición. Según los concretos, toda la historia
está llena de concretismo'', explica Sánchez Robayna.
Además de poeta y ensayista, De Campos destacó
también en una tercera dimensión: la traducción literaria
como método de interpretación del lenguaje de la poesía.
De esa manera, a la par de sus compañeros de grupo,
fue pionero de lo que denominaron como transcreaçao (transcreación),
que es una traducción inventiva basada en la creación.
Este rubro marcó la relación del autor brasileño
con la literatura mexicana, por medio de los primeros intercambios, admiración
mutua y posterior amistad que sostuvo con Octavio Paz desde mediados de
la década de los 60 y hasta la muerte del Nobel.
Según apuntó en alguna ocasión Sánchez
Roboyna, el mexicano tuvo ciertas influencias del movimiento concretista
y el brasileño tradujo al portugués uno de los grandes poemas
de aquél, Blanco, del cual el propio Paz confesó que
"en ciertos momentos le interesaba más el texto en portugués,
titulado Transblanco, que en castellano".
En 1999, Haroldo de Campos resultó ganador de la
segunda versión del Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo,
concedido por la desaparecida fundación con el nombre del autor
de Piedra de sol. En aquel jurado, por cierto, figuraban los ya
mencionados José Miguel Oviedo y Andrés Sánchez Robayna.
Durante su visita a nuestro país para recibir dicho
galardón de manos del entonces presidente Ernesto Zedillo, el poeta
brasileño asentó varias concepciones acerca de su trabajo,
entre ellas que "la poesía no es para los jóvenes" y que,
como traductor, trabajaba "sólo con poesía y sólo
con la que me interesa, de manera particular con la poesía difícil.
Cuando se dice: este poema no es traducible, de inmediato me quedo interesado"
(La Jornada, 23/03/99).
En aquella ocasión, precisó además
que la transcripción no significa una traducción despreocupada
por la fidelidad al texto original, sino que se trata de una "superfidelidad".
Y abundó: "No es una fidelidad sólo al contenido sino a las
íntimas relaciones del sonido y de la semántica. Los juegos
internos de la forma son la preocupación de un poeta transcreador".
También en otro momento, durante esa visita a México,
Haroldo de Campos dejó clara su concepción acerca de la tarea
del poeta: "llevar hasta su límite la negación, allá
nos espera la contemplación, la desencarnación del lenguaje,
la transparencia. No es poeta aquel que no haya sentido la tentación
de destruir el lenguaje o de crear otro" (La Jornada, 25/03/99).
La bibliografía que el vate sudamericano deja está
integrada, entre otros, por los libros de poesía Auto del poseso
(1959), Ciropedia o la educación del príncipe (1952),
Lacunae (1966), Ajedrez de estrellas (1976), Galaxias (1984)
Signantia: Quasi coleum (1979), La educación de los cinco
sentidos (1985), Los mejores poemas de Haroldo de Campos (1992)
y Crisantiempo (1998).
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