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México D.F. Domingo 17 de agosto de 2003
Gustavo Iruegas
Plus Ultra (šnon!)
Después de la muerte del dictador Rafael Leonidas Trujillo, República Dominicana pasó por un periodo de inestabilidad política que hizo crisis el 24 de abril de 1965, con una rebelión encabezada por el coronel Francisco Caamaño Deñó, quien pretendía restaurar la Constitución promulgada en 1963, durante la corta gestión del presidente Juan Bosh García y derogada por el triunvirato militar que lo derrocó en ese mismo año. Estados Unidos invadió República Dominicana para aplastar el movimiento nacionalista y popular, dos factores que Washington traducía automáticamente como comunismo.
Después de consumada la invasión y sofocado el movimiento constitucionalista, Estados Unidos promovió en la Organización de Estados Americanos la creación de una fuerza interamericana de paz y pidió a los países de la región enviar pequeños contingentes militares a República Dominicana con el propósito de legitimar con su presencia la agresión a los habitantes de ese país. En un acto indigno de sus propios pueblos y de los de toda la región latinoamericana, Brasil envió una fuerza de mil 250 soldados, y Honduras, Nicaragua y Costa Rica enviaron 450 hombres más. Estaba en plenitud la época de las dictaduras militares en Latinoamérica.
Posteriormente, en 1983, ante un violento golpe de Estado que derrocó y asesinó al primer ministro Maurice Bishop, Estados Unidos encontró la oportunidad de derrocar al gobierno marxista de Granada y controlar el aeropuerto que -todavía en construcción por obreros cubanos- se consideraba una potencial amenaza para la navegación y para el canal de Panamá. Primero con el pretexto de proteger a un millar de estudiantes estadunidenses en la isla y después argumentando responder a una petición de ayuda de los gobiernos de la OECS (Organización de Estados del Caribe Oriental), Estados Unidos intentó legitimar su abusivo ataque.
Estas no son las únicas intervenciones militares de Estados Unidos en América Latina, pero son las que ha pretendido legitimar con la participación de cipayos.
Ahora, ya en la fase de ocupación y resistencia de la guerra contra Irak, la opinión pública estadunidense se ha enterado de que, contrariamente a lo que le hicieron creer, Saddam Hussein no estuvo involucrado en los ataques del 11 de septiembre, no era un activo patrocinador de Al Qaeda, no tenía armas de destrucción masiva ni estaba en vías de construir armas nucleares y, por tanto, la inminente amenaza iraquí era una grotesca mentira. Ahora sabe también que los soldados invasores no fueron recibidos con los brazos abiertos y que, en cambio, sí se configura una prolongada guerra de guerrillas y la consecuente cadena de bajas angloestadunidenses que ya se producen.
En estas condiciones no es extraño que las potencias de la coalición busquen maneras de legitimar su agresión y de reducir sus propias bajas. Nuevamente recurren a los cipayos. Se ha constituido una división internacional que deberá estar operando en el terreno el próximo primero de septiembre y que encabeza nadie menos que Polonia. Ya en segundo lugar viene España, que aporta una brigada que lleva por nombre Plus Ultra, el enjundioso latinajo que resume la decisión de ir más allá de los límites para descubrir la mar océano y conquistar un nuevo mundo. Pero en estos conflictivos días, Ƒmás allá de dónde pretende ir España? ƑAcaso no se está fundiendo en la Unión Europea? Además de por su nombre cargado de segundas intenciones, la brigada ha sido cuestionada porque el distintivo que sus integrantes llevan en el hombro incluye la Cruz de Santiago, símbolo del triunfo español sobre los árabes, y las siglas IF, (Iraqi Freedom) que se han interpretado como una alusión a las cruzadas y un sometimiento al mando extranjero, respectivamente. La brigada Plus Ultra cuenta con mil 300 soldados españoles. Otros mil 200 efectivos equipados, transportados y financiados por Estados Unidos; los aportan Honduras, El Salvador, República Dominicana y Nicaragua.
Los imperios vigentes y caducos tienen razones que distan mucho de ser válidas, pero que se compadecen con su naturaleza depredadora. Pero los latinoamericanos... ƑPara qué van, para qué hacen esto? Para complacer, ha dicho el jefe de la Izquierda Unida de España.
Estados Unidos no tiene derecho de hacer esta guerra, pero tiene el poder para hacerla. Tampoco el Reino Unido y el Reino de España tienen el derecho de hacer la guerra, y el poder con que cuentan difícilmente les permitiría aventurarse solos. Los tres centroamericanos carecen de derecho, poder y vergüenza. República Dominicana ni siquiera memoria parece tener.
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