México D.F. Sábado 16 de agosto de 2003
DERECHOS HUMANOS: MAGROS PROGRESOS, MUCHAS PALABRAS
Fueron
muy claras y terminantes las declaraciones de la secretaria general de
Amnistía Internacional (AI), poderosa organización no gubernamental
cuyo peso moral en la opinión pública le permite inclusive
ejercer gran presión sobre muchos gobiernos (recuérdense
los conflictos del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León con
AI, cuya intervención tanto le molestó).
Irene Khan habló de inercias, resistencias e incongruencias
en la actitud del gobierno de Vicente Fox frente al problema de los derechos
humanos (y, en particular, ante la verdadera afrenta a la humanidad que
constituye la constante matanza de mujeres en Ciudad Juárez). Sus
palabras fueron muy duras, pues llegó a decir nada menos que la
Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos
del Pasado, que fuera organizada para hacer luz sobre los asesinatos y
las desapariciones de la guerra sucia de los años 70 "parece que
fue creada para que fracase", y que dicha Fiscalía fue debilitada
por el mismo presidente Vicente Fox cuando éste señaló
que esos crímenes del pasado ya prescribieron. Su recomendación
al presidente Fox es igualmente contundente: "urge que deje la retórica
y dé apoyo político real a la defensa de los derechos humanos".
Afortunadamente, salvo el rotundo e irritado rechazo del
gobernador de Chihuahua -a quien aparentemente la ola de agresiones sexuales
y asesinatos de mujeres jóvenes en su jurisdicción no le
inquietan demasiado- ni los hechos ni tampoco las palabras gubernamentales
han podido responder fehacientemente a las acusaciones de AI.
En momentos en que en otros países hermanos se
realizan progresos históricos en el campo de los derechos humanos,
como el procesamiento de genocidas y torturadores en Argentina, nada se
hace en nuestro país para dar instrumentos a quienes han sido designados
para hacer justicia sobre las matanzas y torturas masivas durante la represión
de las guerrillas de hace menos de 30 años ni tampoco sobre la sucesión
de asesinatos de campesinos (Aguas Blancas, Acteal, entre otros)
Y, en el campo de las declaraciones oficiales ni hay un
distanciamiento de la reacción del gobernador de Chihuahua ni hay
un compromiso claro de presentar hechos positivos. Además, las mismas
palabras del Presidente ("no tememos al escrutinio de la comunidad internacional,
este gobierno no tiene esqueletos escondidos") son defensivas y nuevamente
retóricas, cuando lo que se necesitan son hechos y resultados -o
por lo menos la adopción de medidas que permitan lograrlos- porque
existe una legítima preocupación internacional por los derechos
humanos en un país que ocupa siempre las primeras planas por el
caso de Chiapas y por el de Chihuahua, y que es conocido por la impunidad
de hecho de que gozan los delincuentes poderosos de todo tipo.
Por otra parte, el problema no consiste en que México
rechace o no ahora -como pretendía el último gobierno priísta-
los observadores y defensores de los derechos humanos ni de que este gobierno
tenga esqueletos escondidos en alguna parte de Los Pinos, pues no es eso
lo que se le critica, sino su inacción y la incoherencia evidente
entre sus palabras y los hechos. Como dijo Irene Khan en nombre de Amnistía
Internacional desgraciadamente "las mujeres asesinadas ahí están".
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