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México D.F. Sábado 16 de agosto de 2003
Durante dos horas y media, el público le dio al taconazo
Con el Auditorio Nacional lleno, Café Tacuba celebró 14 años como banda
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Durante dos horas y media, 10 mil jóvenes "le dieron al taconazo", según incitó al presentarse el vocalista de Café Tacuba, Elfego Buendía, quien con Meme, Quique y Joselo, celebraron 14 años como banda, y presentaron su nuevo disco, Cuatro Caminos, en el Auditorio Nacional la noche del jueves.
Los boletos estaban hace mucho agotados y la reventa estaba difícil, pues había mucha policía; quizá el reciente suceso donde miles de fans causaron daños a la vía pública por perseguir la firma del cuarteto de Satélite, llevó a las autoridades del Auditorio a colocar barricadas de metal y un mega dispositivo de seguridad. Sin embargo, nada malo pasó.
Tras varios conciertos en Estados Unidos y España, los del cafeta iniciaron puntualísimos a las 20:30. El rasgueo de la guitarra de Joselo dio pie al surreal tema Revés; sus pasitos robóticos desgañitaron al público, entregado a su humor entre irónico y de chiste-local. Tras la nueva Cero y uno, con la potencia de Luis Ledezma, el nuevo baterista (sólo habían usado caja de ritmos), Buendía exclamó: "šOoorale, desde aquí se ve pocamadre!", acaso por ser primera vez que actúan ahí solos (antes tocaron con Gustavo Cerati).
Descarga machina con No controles. El hit agogó, Eo, coreadísimo: "es el turno del sonido sonidero, pura sensacióoon". Puntos cardinales, aunque nueva, muy cantada. Su sonido más rocan-guitarroso, sumado a la implacable percusión natural, les dio novedad decibélica. Aun así, quizá la amplitud y pulcritud del lugar restó intimidad y brincoteos.
Momento sentimental con dos nuevas: Mediodía, de Quique, y Eres, de Meme. Los encendedores se menearon mientras los tacubos sorprendieron con un sonido en ellos inusual, roquer-alternativo, profundo, potente. Meme abandonó su teclado para lucirse emotivo en voz y lira. Imágenes espaciales en las pantallas, al lado de La 2, instrumental como de Videocosmos, se ligó con Metamorfosis, que casi nunca tocan. Alármala de tos, de Botellita de Jerez, en su versión electro-ochentera, elevó saltos. Es quizá su versatilidad lo que les genera tal seguimiento.
Entre más imágenes alucinadas en pantallas, vino de a taconazo mayor, Ingrata, polka punk que dejó el corazón agitado para recibir una que jamás cantaban, Flores del color de la mentira, bellísima y acústica, dedicada al EZLN en el disco Todos por Chiapas. Siguió Cuéntame, del disco de Joselo, quien cantó y tembló con su guitarra, solito, a oscuras. Un túnel como de Real de Catorce flanqueó uno de los momentos más emotivos: El puñal y el corazón... "no me hubieras dejado esa noche, porque esa misma noche encontré un amor".
Algo ocurría que los graves sonaban más fuerte de lo normal; no pasó a mayores y el folclor llegó. Tírate con jarana, Ojalá que llueva café huapangueado y La Tortolita, donde deslumbró el músico tradicional Alejandro Flores. Dijo Buendía: "Las caras conocidas van apareciendo, como xícuris en el desierto".
Decantaron más favoritas como El Metro y La Zonaja; dijo el de la voz: "ƑSe acuerdan? šMuchos de ustedes estaban de brazos cuando la hicimos!" Vinieron las dos más brincadoras, Las flores y Las persianas. Gritos, saltos. La chica banda y Déjate caer, con coreografía burlona. Primer encore y el público pide cantando "paparupá-paréu-éo". Vuelven con la ambiental Encantamiento inútil, de lo mejor. Ahora sí, paparupá... con El baile y el salón... "me fuiste demostrando que el amor es bailar". Bar Tacuba, otra inusual: repertorio para fans. Segundo encore y Meme canta el bossa Aviéntame, bella y sentida. Cierran con Pinche Juan. Y sí, con su público experimentan que "el amor es bailar".
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