Editorial
El relevo en la dirección del Censida es ya un hecho. La actual directora general, Patricia Uribe Zúñiga, se irá a dirigir el nuevo centro de equidad de género y salud reproductiva, según ha trascendido, dejando atrás ocho años de trabajo al frente del organismo responsable del control de la epidemia de VIH/sida en nuestro país.
Más allá del tiempo y la manera como se alcanzaron, en ese lapso se han obtenido logros importantes: la distribución gratuita de los tratamientos a todas las personas con VIH/sida no aseguradas; un Plan de Acción de avanzada que recoge el consenso de todos los actores involucrados; la mejora de los canales de comunicación y de relación con las organizaciones civiles; la reactivación del Consejo Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida, integrado por diversas secretarías y dependencias gubernamentales, y el amarre de recursos etiquetados provenientes del Banco Mundial para la prevención. En el plano internacional, se jugó un buen papel en el Grupo de Cooperación Técnica Horizontal que agrupa a todos los programas nacionales de sida de Latinoamérica.
Sin embargo, la doctora Uribe deja muchas acciones pendientes, sobre todo en el terreno de la prevención, en el que no se pueden presumir grandes logros. Quien la reemplace deberá tener la capacidad no sólo de dar continuidad a los programas y proyectos en marcha, sino de imprimir un nuevo dinamismo a sus acciones. Se necesita una persona avalada no sólo por su experiencia y trayectoria en este campo sino, sobre todo, por su capacidad de liderazgo, de promoción y movilización de recursos. Al programa de VIH/sida se le dio dirección, pero le faltó impulso. México necesita ser posicionado como un país líder en el combate a la epidemia del VIH/sida, y cuenta con todas las posibilidades para serlo.