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México D.F. Jueves 7 de agosto de 2003
Sergio Zermeño
El tsuru blanco
Los mexicanos sabíamos que limpiar a la nación de corruptelas iba a ser una tarea difícil y larga; gran parte de la explicación de la salida del PRI de Los Pinos descansó, quién puede dudarlo, en dicha esperanza. Para no desperdiciar ese enorme capital político deberían haberse dado algunos pasos, aunque fueran modestos, para mantener viva la ilusión.
Se creó, por ejemplo, la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, pero en lugar de que su titular se encaminara por un sendero progresivo y esclarecedor, lo único que hizo fue poner en evidencia que la justicia en México es una tarea imposible, que los torturadores son llamados a declarar y simplemente se hacen los mudos, gracias a los subterfugios legaloides y a la corrupción de los jueces; es decir, que hasta ahora lo único que logró esa iniciativa fue evidenciar la debilidad del cambio: un bumerán que ya está haciendo estragos en la moral pública y en el prestigio de los gobernantes.
Lo más grave no sólo es la incapacidad para hacer limpieza, sino el cochinero que se despliega ante nuestra vista: los fondos de pensiones del IMSS se convierten en Afore para beneficio de los bancos; millones de trabajadores son defraudados en sus ahorros para la vivienda, porque el Infonavit no sabe dónde quedaron esos dineros, y ante la demanda de que esto sea investigado, el responsable de la justicia nacional contesta: Ƒy yo por qué? Al Sistema de Ahorro para el Retiro se le olvidó registrar el nombre de los ahorradores, así que a Hacienda no le quedó de otra que embolsarse esa lana; cuando se preguntó si alguien no podría hacer el cálculo y distribuir los recursos, la respuesta de la autoridad fue otra vez: Ƒy yo por qué? Millones de mexicanos han debido pagar hipotecas que han desangrado el nivel de vida de sus familias por ya casi 10 años, y hoy, ante la exigencia de justicia al conocerse que a ciertos bancos les fueron asignados recursos públicos de manera ilegítima, las autoridades financieras, los miembros del partido en el gobierno y el responsable de la justicia en esta nación parecen repetir a coro: Ƒy yo por qué?
Nos preguntamos por qué se está autorizando la instalación de termoeléctricas que envían su producción a Estados Unidos, redoblando la putrefacción ecológica de la frontera, y sólo escuchamos, como en sordina: "que alguien más se encargue..." La inmovilidad y la complacencia podrían ilustrarse con una larga lista.
Al lado de eso, la moral pública y la de las instituciones también se desgaja porque la ciudadanía percibe que allá arriba y adentro, en los patios del poder, los políticos se intercambian favores para cubrirse las corruptelas: Ƒcómo puede ser que todos esos millones de pesos que se desviaron de Pemex no encuentren a un responsable y que el Poder Judicial declare inocentes a los culpables confesos de tal atrocidad? Pues es posible, y parece una ociosidad repetirlo, porque para ganar la Presidencia, Vicente Fox también necesitó de recursos de dudosa procedencia y entonces se ha tenido que acondicionar una avanzada priísta en Los Pinos para ver cómo se lava esa cloaca y por ahí, de pasadita, para ayudar a los Salinas, paladines de la corrupción.
Bastó que la contraloría dejara escapar que había ahorros oscuros con cuentas públicas con los que se apoyó la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas para opacar el enorme prestigio con que Rosario Robles terminó su gestión al frente del Gobierno del Distrito Federal. No cabe duda, la corrupción es la tumba de los políticos y lo está siendo también del sistema político y del tránsito a la democracia.
El PRD cuenta con un militante que se traslada por la ciudad en un austero tsuru blanco y que este lunes obtuvo en las encuestas de los periódicos Reforma y Milenio la increíble calificación de más de 80 por ciento de aprobación para su gobierno.
Vistas las cosas quedan pocos políticos en tan privilegiada posición, que resuelvan asuntos y que hagan obras. Y vistas las cosas, uno ya está esperando el ramalazo: Ƒa qué hora le van a sacar qué trapitos a éste que ha resultado, además, un cruzado contra el IPAB y el Fobaproa? Da miedo que se vaya a manchar el tsuru con el ir y venir de los segundos pisos, los bienes raíces y las remodelaciones del Centro Histórico, la llegada de Giuliani y las guerras entre bandas en Tepito... y en San Lázaro.
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