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P O L I T I C A
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México D.F. Jueves 7 de agosto de 2003

Miguel Marín Bosch*

ƑY el terrorismo internacional? Bien, gracias

Todo parece indicar que la lucha contra el terrorismo internacional está resultando más difícil de lo previsto. Los ataques terroristas continúan por todo el mundo. Y la guerra contra el terrorismo emprendida por Naciones Unidas por conducto de su Consejo de Seguridad, a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, no ha estado teniendo éxito.

En efecto, el 28 de septiembre de 2001 el Consejo de Seguridad adoptó por unanimidad la resolución 1373 (2001). Ahí se identificaron las medidas que cada país debía tomar para coadyuvar en la lucha contra el terrorismo internacional. Dichas medidas han incidido en el ámbito legislativo de cada Estado y en la cooperación internacional. La resolución pide a los estados que informen al Consejo sobre su cumplimiento y estableció para ello un órgano de seguimiento: Comité de Lucha contra el Terrorismo. El punto de arranque de dicha resolución no es hacer frente a un acto concreto, sino al terrorismo internacional en general, al que califica sin matices de amenaza a la paz y la seguridad internacionales.

Pero las cosas no van bien. El pasado 26 de junio Naciones Unidas recibió malas noticias. En su primer informe, el grupo de monitoreo de las actividades de Al Qaeda indicó que la organización terrorista sigue representando una amenaza a la paz y seguridad internacionales, incluyendo el posible uso de armas de destrucción en masa. Al Qaeda sigue actuando y no ha sido posible desbaratar totalmente su sistema de financiamiento.

En Afganistán, primer objetivo de la guerra contra el terrorismo internacional, Hamid Karzai se queja de la inestabilidad y de los persistentes ataques. La pacificación está lejos. Los rebeldes de Chechenia siguen atacando dentro y fuera de esa república. En otra decena de países los actos terroristas han cobrado numerosas vidas. En Irak las fuerzas de ocupación sufren bajas con regularidad jamás esperada. La resistencia a la presencia de tropas extranjeras ha sido alentada en algunos casos por supuestos mensajes del propio Saddam Hussein.

Lo anterior no debe sorprendernos. El terrorismo, interno o internacional, ha sido una constante en la historia. Grupos más o menos organizados dentro de una sociedad se han valido de métodos y actos para aterrorizarla. Con la consolidación del Estado-nación a partir del siglo xvi -proceso que coincidió con, y fue alimentado por, la expansión colonial de algunas naciones, sobre todo europeas- se multiplicaron los casos de terrorismo. Las luchas independentistas de muchos pueblos fueron vistas por las metrópolis respectivas como actos de rebeldía que empleaban, entre otros recursos, el terrorismo. Dentro de algunas naciones también surgieron grupos que recurrieron a las armas y a actos de terrorismo para hacer valer sus reclamos sociales o separatistas.

La cuestión del terrorismo ha despertado sentimientos encontrados. La lucha por la independencia de Irlanda es un ejemplo. El caso de Israel es otro. Hoy la casi totalidad de la sociedad española condena sin ambages los actos de ETA contra el orden establecido, pero su actitud fue otra cuando esos mismos actos estuvieron dirigidos al régimen de Franco. Ello forma parte del debate perenne entre aquellos que califican de terrorista un acto de cierto grupo organizado y los que lo condonan por tratarse de una lucha nacionalista o anticolonialista. Hace unas décadas se solía escuchar la frase: el insurgente de unos es el terrorista de otros (my freedom fighter is another's terrorist).

En el siglo xx, la comunidad internacional trató sin éxito el problema del terrorismo. La convención que sobre el tema adoptó la Sociedad de Naciones en 1937 resultó ser letra muerta. En ella se definieron los "actos de terrorismo" como "hechos criminales dirigidos contra un Estado y cuyo fin o naturaleza es provocar el terror en personalidades determinadas, en grupos de personas o en el público".

Hoy resulta imposible limitar la definición de terrorismo a delitos contra un Estado. Empero, seguimos sin saber en qué consiste el terrorismo internacional. Hasta la década de los 80 se propusieron más de un centenar de definiciones distintas de la palabra terrorismo, incluyendo media docena de propuestas de Estados Unidos, todas diferentes.

De ahí que los distintos convenios internacionales aprobados durante los pasados 40 años se limiten a algún aspecto específico de terrorismo y de poco sirven para encontrar una definición con alcance universal. Por ejemplo, los convenios para combatir el secuestro de aeronaves en los años 60; con el secuestro y asesinato de 11 atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, el tema se inscribió de inmediato en la agenda de la Asamblea General de la ONU ("Medidas para prevenir el terrorismo internacional que pone en peligro vidas humanas inocentes o causa su pérdida, o compromete las libertades fundamentales, y estudio de las causas subyacentes de las formas de terrorismo y los actos de violencia que tienen su origen en las aflicciones, la frustración, los agravios y la desesperanza y que conducen a algunas personas a sacrificar vidas humanas, incluida la propia, en un intento de lograr cambios radicales") y se estableció un comité especial que fracasó en su intento por definir el terrorismo internacional y causas subyacentes, así como las medidas que había que adoptar para combatirlo; luego aparecieron otros comités con miras a estudiar o tratar cuestiones y aspectos específicos de la lucha contra el terrorismo internacional.

Pese a las posiciones divergentes de los países, la Asamblea General de la ONU sí pudo desempeñar un importante papel en la lucha contra el terrorismo, adoptando cuatro convenciones internacionales que versan sobre crímenes relacionados con el tema. A escala regional se elaboraron otros instrumentos. Por su parte, el Consejo de Seguridad también ha intervenido en casos puntuales, como el de los acusados de la explosión de un avión de PanAm en el espacio aéreo de Lockerbie, Escocia.

Sin embargo, la comunidad internacional aún no tiene una visión compartida del terrorismo internacional. Y aquí quizás resulten proféticas las palabras del primer ministro británico, Tony Blair, pronunciadas ante el Congreso de Estados Unidos el 18 de julio pasado: "El mundo no podrá ser protegido si primero no se gana su corazón. Estados Unidos debe, por tanto, escuchar así como liderar".

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores e investigador de la Universidad Iberoamericana
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