México D.F. Lunes 4 de agosto de 2003
Compañía independiente dedicada
al género argentino debuta hoy de manera formal
Intima fusión entre tango y danza contemporánea
ANGEL VARGAS
Ir a contracorriente y ser rebelde es inherente a la naturaleza
del artista, sostienen los bailarines de origen argentino Elisa Rodríguez
y Jorge Bartolucci, así como la mexicana Elisa Rodríguez,
quienes desde esa convicción acaban de crear una nueva compañía
de danza, sin dejarse atemorizar por el actual contexto para los grupos
artísticos independientes en México, definido por carencias
de recursos y apoyos que, en varios casos, ponen en riesgo su existencia.
''Hacemos esto porque nos mueve artísticamente.
No importa que nos falten apoyos y patrocinios y tengamos que poner de
nuestro dinero. Quizá esto que hacemos no es la tónica de
lo que sucede en el país en otros aspectos que no sean relativos
al arte, pero los artistas somos necios casi por naturaleza y logramos
casi siempre mucho de lo que queremos", expresan.
Intimo
Tango es el nombre de esta naciente compañía. Está
integrada inicialmente por cuatro bailarines, y su propuesta consiste en
amalgamar y sincretizar la ritualidad erótica y melancólica
del tango con la libertad estética, la sensibilidad y la espectacularidad
de la danza contemporánea.
Aunque el grupo ya participó en la pasada celebración
del Día Internacional de la Danza, que se efectuó a finales
de abril en el Centro Nacional de las Artes, su presentación formal
será este 4 de agosto a las 20 horas, en el Teatro de la Danza del
Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), donde
ofrecerán tres funciones más, los tres lunes subsecuentes
del mes, en el mismo horario.
El programa lleva por título el de un tango de
Armando Pontier y Federico Silva, ¡Qué falta que me hacés!,
evocación a esa parte melancólica del amor cuando una persona
pierde a su ser querido.
Es un espectáculo que habla de la nostalgia, de
ese lado un tanto doloroso de amar. Dura una hora y consta de dos partes,
sin intermedio. En la primera aparecen dos parejas en la estación
de un tren, una ya mantiene una relación mientras la otra se conoce
allí, y sus historias se entrecruzan. La música es casi exclusivamente
tango tradicional, aunque se incluye una obra de Astor Piazzolla, según
explican los artistas.
La segunda parte carece de historia, pero sí hay
un hilo dramático en el que se hilvana cada coreografía.
Se trata de un juego de relaciones en el que se presentan conflictos, celos,
infidelidad, amor y desamor. La música es más contemporánea
y pueden apreciarse solos, duetos, tríos, y temas para dos parejas.
La intención de este y los subsecuentes espectáculos
-explican Aguilera, Rodríguez y Bartolucci- es enriquecer tanto
al tango como a la danza contemporánea como géneros en lo
individual, y lograr al mismo tiempo una perfecta fusión en el que
ninguno prevalezca sobre el otro.
Descartan que, dada la naturaleza del tango, la inclusión
de elementos de danza contemporánea vaya a corromperlo, y subrayan
que es un género vivo, dinámico y abierto siempre a la incorporación
de elementos nuevos.
''El tango es una expresión que ha encontrado nuevas
vertientes; ahora es algo vivo y popular en Argentina, con mucha difusión
entre todas las generaciones. Esto, el aspecto intergeneracional, es algo
que no se daba antes. Se decía que el tango era sólo para
los viejos, pero desde hace 15 o 20 años ha cambiado esa concepción,
y ahora lo mismo gusta y practican los jóvenes de 15 años
que los adultos.
''Lo que sucedió es que hubo una ruptura muy fuerte
con el tango en los 60 y salvo pequeños grupos, se dejó de
escuchar y practicar durante casi 20 años, debido a problemas de
tipo político y social.''
Los bailarines reiteran que su iniciativa es artística,
aunque admiten que su pretensión es que también pueda inscribirse
en términos comerciales, en cuanto a la expectación e interés
que pueda generar entre el público.
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