México D.F. Jueves 31 de julio de 2003
Presentan en Bellas Artes el nuevo libro de
ensayos de Natalio Hernández
El ''despertar de nuestras lenguas'' debe llevarnos
a una sociedad multicultural
Vislumbra el comienzo del final de un proceso de cinco
siglos de ''choque'' civilizatorio
ARTURO JIMENEZ
Después de casi 500 años de resistencia
de las culturas y lenguas indígenas de México ante los proyectos
''civilizatorios" de homogeneización y castellanización,
hemos llegado al siglo XXI con la posibilidad real de un resurgimiento,
reconocimiento y florecimiento de esas raíces antiguas.
Habla en entrevista el escritor nahua Natalio Hernández,
para quien todavía muchos mexicanos cargan con los idiomas originarios
como una ''vergüenza nacional". Sin embargo, dice, ahora existen las
condiciones para que esos idiomas puedan alternar no sólo con el
castellano, como se buscó en el siglo pasado, sino con cualquier
otra lengua del mundo.
Para
Hernández, en este siglo hay un ''doble desafío" entre los
mexicanos: el de los hablantes en idiomas autóctonos, quienes deben
ser capaces de llevar sus lenguas más allá de las comunidades.
''Que estén presentes en los espacios públicos, académicos,
culturales, artísticos y literarios del país".
Y el de los no hablantes de idiomas autóctonos,
quienes deben tener la capacidad y sensibilidad de establecer un ''diálogo
intercultural" con los indígenas para colocar en el mismo estatus
sus lenguas y culturas y no verlas como algo ajeno. ''Las culturas, lenguas
y mitos antiguos nos constituyen a todos los mexicanos y en este siglo
lo vamos a ir entendiendo mejor".
Discípulo de Miguel León-Portilla
Hernández acaba de publicar el libro de ensayos
El despertar de nuestras lenguas (Queman tlachixque totlahtolhuan),
que incluye un estudio introductorio y un epílogo de su maestro
permanente, el historiador Miguel León-Portilla.
''El despertar de nuestras lenguas es una metáfora
que aprovecho para hablar del despertar de la conciencia profunda que llevamos
los mexicanos, la cual nos llevará a reconocer que somos un pueblo
que se alimenta de una raíz muy antigua, mesoamericana."
A Natalio Hernández El despertar de nuestras
lenguas (Editorial Diana y Fondo Editorial de Culturas Indígenas
del Congreso de Veracruz) le significa el comienzo del final de un proceso
de cinco siglos de ''choque cultural", tiempo en el cual los mexicanos
lograron asimilar la cultura occidental.
''Tenemos ya una cultura mexicana alimentada de la cultura
occidental, pero también esta cultura mexicana occidentalizada se
ha nutrido de la raíz cultural mesoamericana, la cual, sin embargo,
no hemos asumido a conciencia. Entonces, el renacimiento de nuestras lenguas
nos llevará a reconocer esa otra vertiente cultural de los mexicanos.''
Se le comenta que, sin embargo, aún persiste entre
muchísimos mexicanos la negación de esa raíz antigua
y fenómenos como el racismo. Y recuerda que, por ejemplo, en el
mismo siglo XX las políticas gubernamentales intentaron ''erradicar"
a las lenguas indígenas mediante la castellanización a veces
a ultranza.
''El idioma español terminó de asentarse
en casi todos los rincones del país y muchas lenguas indígenas
desaparecieron, pero también se introyectó una vergüenza
hacia los idiomas antiguos y, con una actitud racista, se les concibió
como dialectos."
Luego de hacer un repaso de las experiencias bilingües
que desde los años 60 realizaron maestros indígenas, además
de instancias como el Instituto Nacional Indigenista y la Secretaría
de Educación Pública, Hernández mencionó como
detonadores de una visión más realista -aunque todavía
parcial- las reformas hechas en 1992, 2001 y 2003.
Y tras recordar el levantamiento zapatista, concluye:''1994
es un parteaguas entre el modelo homogeneizador del siglo XX y el modelo
de sociedad multicultural del XXI que empezamos a vislumbrar".
El libro de Natalio Hernández será presentado
por Carlos Montemayor y el poeta maya y presidente de la asociación
Escritores en Lenguas Indígenas, Jorge Cocom Pech, hoy a las 19
horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
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