México D.F. Miércoles 30 de julio de 2003
VIDEO
Leonardo García Tsao
El retorno de Polanski
PARA QUIEN NO haya podido ver El pianista
en su oportunidad o desee reverla, la película ya ha sido editada
en DVD. Sin embargo, recomiendo la versión estadunidense -para quienes
tengan acceso a la región 1- por contener un ilustrativo documental
titulado A story of survival -ausente en la mexicana, editada por
Quality Films-, recuento de su filmación que establece cómo
la historia del pianista Wladislaw Szpilman atañe personalmente
a su director Roman Polanski, quien a su vez fue un sobreviviente infantil
del Holocausto en Cracovia.
MAS
ALLA DE ser un rutinario making of, como suele incluirse en
los DVD, el documental muestra la minuciosidad de Polanski al recrear ese
episodio histórico que sufrió en carne propia: el cineasta
no sólo incluyó anécdotas de su propia experiencia
en la narrativa, sino supervisó cada aspecto del diseño artístico
y del vestuario. Incluso varias de las escenas de masacre y devastación
fueron copiadas de fotografías y tomas documentales.
DICHA AUTENTICIDAD ES una de las cualidades más
notables de la película. A diferencia de las producciones hollywoodenses
sobre el Holocausto, El pianista prescinde del artificio del melodrama
y representa el genocidio nazi bajo el sentido de una cruel cotidianidad,
que resulta mucho más perturbadora. Quienes cometen las atrocidades
no son monstruos, sino seres humanos que cumplen su trabajo convencidos
por los principios de una ideología aberrante.
POLANSKI HA ABORDADO a lo largo de su carrera ese
escepticismo frente a la naturaleza humana: la mayoría de sus protagonistas
se sienten marginados de una sociedad hostil que los acosa. De algún
modo, El pianista significa volver a sus raíces -no había
filmado en Polonia desde 1962- y al origen mismo de su visión paranoica
del mundo. Curiosamente, en sus momentos finales, la película establece
un elemento de esperanza atípico e inesperado en una filmografía
signada por la negrura y la misantropía, como si el cineasta aceptara
que aun la desesperanza no puede ser total.
NO OBSTANTE LA evidente maestría mostrada
por Polanski, varios críticos han manifestado un escepticismo centrado,
de manera algo obtusa, en dos argumentos: 1) el director optó por
una narrativa muy convencional y 2) la tragedia del Holocausto se ha visto
demasiado en el cine. No es verdad en ambas instancias. En la mayoría
de las cintas del tema se ha descrito el drama de quienes son llevados
a los campos de concentración. Fuera del cine polaco de posguerra,
rara vez se ha abordado en el cine de ficción la revuelta y consecuente
destrucción de Varsovia; y toda esa parte de Szpilman vagando entre
las ruinas de una ciudad devastada, como un último representante
de la humanidad, ciertamente lleva el relato a otro registro metafórico,
casi surrealista, muy apartado de lo convencional.
EN CUANTO A LO segundo, ante la amenaza del olvido
y la presencia permanente del fantasma genocida en diversas partes del
mundo, es imposible reiterar un tema de vital urgencia. No han sido muchas
las películas sobre el Holocausto, en la medida que uno sigue encontrando
jóvenes ignorantes del hecho; o peor, gente que lo niega bajo el
argumento neonazi de que todo ha sido un montaje urdido por el sionismo
internacional.
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