Sergio Zermeño

El sexenio se nos fue

El fin de semana que pasó, Elba Esther Gordillo y Pablo Gómez fueron elegidos para coordinar sus respectivas bancadas parlamentarias. En sus improvisados discursos escuchamos la misma promesa que nos ha hecho el resto de los actores políticos a partir de la noche del 6 de julio: pactar, pactar, pactar. "Estamos dispuestos a ir con el partido que sea... para llevar adelante la transición a la democracia", dijo el perredista, al tiempo que la profesora recibió las peores críticas de su contrincante de partido, quien le advirtió que no impondría el colaboracionismo: "los votos en favor del PRI no fueron para pactar sin límites con un presidencialismo obsoleto y desgastado."

El tono lo dio el Presidente de la República la noche misma de los comicios: "si los ciudadanos no votaron por una mayoría, tenemos la obligación de irla construyendo corresponsablemente el gobierno y las fuerzas políticas del país... En la diversidad hallaremos las coincidencias", y en sus palabras fue secundado por el dirigente panista Felipe Bravo Mena cuando, dándose cuenta de la debacle electoral de su partido, puntualizó que los resultados de la votación al no generar una "mayoría absoluta de un partido, confirmaban un mandato popular claro para el diálogo y la construcción de acuerdos entre las diversas fuerzas políticas".

Pero, Ƒrealmente hay algo que pactar, o son lágrimas de cocodrilo porque saben lo que se avecina?

El proyecto de nación que Vicente Fox quiso imponer desde su arranque dejó de lado los principios de democracia social que alguna vez acompañaron la plataforma del panismo. Su visión fue siempre la de un empresario triunfante que cree en tres o cuatro fórmulas que sigue ciegamente, porque en su estrechez de miras entiende que no está en posibilidades de hacer ninguna otra propuesta que, entre otras cosas, ni él mismo entendería. Pero la historia le jugó una mala pasada tremenda: el éxito empresarial depende del desarrollo y del crecimiento, y en los últimos tres años estos referentes no sólo se han estancado, sino que han resultado negativos con respecto al crecimiento de la población.

Cuando esto resultó evidente desde el primer año de su gobierno, se le hizo fácil tomar decisiones, lógicas en una mente empresarial, pero absurdas para las fuerzas sociales y políticas de una nación: primero, si no hay crecimiento y no hay dinero, hagamos una reforma impositiva y, para no espantar al capital, carguémosle la mano a los consumidores; segundo, para rebajar el gasto y simultáneamente aumentar los ingresos públicos, privaticemos las grandes empresas de energía del país, ganándonos al mismo tiempo la admiración y la preferencia de los grandes inversionistas globales y de sus gobiernos.

ƑPor qué, si nunca contó con una mayoría legislativa, el resto de las fuerzas políticas, en particular el PRI y el PRD, habrían de apoyarlo en esta aventura? Regalarle todos esos recursos para que los derrochara en un solo sexenio y asegurara así la continuidad de su grupo y su partido en la conducción del país no tenía, y no tiene, ninguna lógica, de manera que toda su propuesta se vio reducida a una frase defensiva y resentida: "quítale el freno al cambio". Sin embargo, el voto de los mexicanos no sólo no le quitó el freno, sino que de plano decidió atascar el carruaje foxista al otorgar un centenar de diputados más a las fuerzas que le declararon su oposición más decidida.

En estas condiciones, Ƒqué es lo que verdaderamente se va a pactar en los próximos dos años? ƑSerá que a estas alturas el foxismo podrá presentarnos un nuevo proyecto de nación que las otras fuerzas no tengan más remedio que apoyar?

Si no es así, y no se ve que pueda ser así, la maestra Gordillo va a andar por ahí haciendo como que negocia, llegando a acuerdos secundarios como acomodar a Salinas en alguna esquina conveniente o sacar al hermano de la cárcel, pero no logrará nada serio en torno a los impuestos, a los energéticos o a la ley del trabajo sin ser inmediatamente defenestrada por las otras fuerzas del priísmo, que no son muy nacionalistas ni muy revolucionarias, pero que ya aprendieron que el discurso del nacionalismo revolucionario puede conducirlas a Los Pinos en tres años y, ahora sí, a hacer la reforma impositiva y energética a su medida.

ƑY el PRD qué? ƑSe la va a pasar nada más haciendo bola aquí y allá, fintando con esta alianza y con aquella otra? Francamente mejor haría en ponerse a trabajar en un buen proyecto de democracia social para este país, que tenga la capacidad, en primer lugar, de cohesionar a sus grupos internos y que le dé claridad para cuando, si su líder se crece, llegue el momento de las verdaderas alianzas.

Los pactos para apuntalar el foxismo ya sólo sirven para perder el tiempo y la identidad. Este arroz ya se coció y el sexenio se acabó.