México D.F. Domingo 20 de julio de 2003
El STFRM sigue descontando 1.5 millones de pesos
mensuales a pensionados
Ex empleados ferrocarrileros denuncian malversación
de fondos del líder sindical
Disolvieron Previsión Obrera y quedaron sin pagarse
800 pólizas de seguros a familiares
FABIOLA MARTINEZ ENVIADA
Aguascalientes, Ags. Con dificultad, una patrulla
sortea el camino de tierra fangosa, cascajo y durmientes apolillados, residuos
del taller de Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales) en
la zona centro del país, ahora convertido en un predio del gobierno
estatal que sirve de corralón de automóviles y traspatio
del Centro de Rehabilitación Teletón, inaugurado en diciembre
pasado.
Las estructuras que resguardan los extintos almacenes
se encuentran en ruinas, al igual que un letrero oxidado en el que con
dificultad se lee: "Fosa en cruz", espacio en el que desde los años
40 se daba mantenimiento a los carros de tren. En 1995, con la privatización
de la red ferroviaria nacional, todo terminó.
Ocho años después, un grupo de jubilados
detiene su paso al escuchar el ruido de un silbato conocido de sobra; segundos
después, en silencio, siguen con la vista la larga hilera de furgones,
tolvas y góndolas en los que está dibujado un rótulo
que sí luce a plenitud: "Ferromex Union Pacific".
"¡Me
da pura rabia y nostalgia al ver esto!", expresa Jorge Alferes Placencia,
mecánico aparatista con 31 años de antigüedad en el
oficio y miembro de Defensa Ferrocarrilera Nacional, asociación
civil que intenta rescatar "alguna cosa" del patrimonio de este gremio.
Este grupo tomó la decisión de exigir, por
la vía penal, cuentas al líder del Sindicato de Trabajadores
Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), Víctor
Flores Morales, no sólo por las eternas cuotas que, en nombre de
nada, puntualmente quita a más de 50 mil jubilados y a unos 15 mil
empleados en activo, sino con el propósito de enterarse, "aunque
sea por una sola vez en nuestra vida", de los manejos que él y su
camarilla han hecho con los millonarios fideicomisos de pensiones y seguro
de vida de un gremio que llegó a contar con casi 100 mil empleados.
A los trabajadores y ex trabajadores que participan en
Defensa Ferrocarrilera Nacional les basta hacer algunas sumas para calcular
la dimensión del boquete financiero y la magnitud de las transas
que ha cometido la dirigencia en prejuicio de las arcas sindicales.
La historia de constantes "fraudes, simulaciones y engaños"
no es nueva para ellos. Desde 1988 les dijeron que la privatización
de Ferronales (con la concesión en algunas áreas) no pondría
en peligro la rectoría del Estado ni la soberanía nacional).
Inclusive, el director de la paraestatal, Carlos Orozco, les aseguró
en 1989 que ésta seguiría siendo una empresa auténticamente
mexicana.
Los años transcurrieron y también el deterioro
del sistema ferroviario y la productividad. Luego vinieron los retiros
voluntarios, hasta que en 1995 el entonces presidente Ernesto Zedillo envió
al Congreso la iniciativa de reforma al artículo 28 constitucional,
luz verde a la privatización total de la red. Esta se dividió
en cinco tramos para concesionarla a igual número de compañías,
encabezadas por Grupo Ferroviario Mexicano, con capital de la estadunidense
Union Pacific Railroad, a cuyo consejo de administración pertenece
desde el año pasado el ex presidente Ernesto Zedillo, quien fue
precisamente el que abrió la puerta al capital extranjero en el
sector.
La plantilla pasó de 83 mil 290 trabajadores en
1990 a 49 mil 323 en 1994. A los cerca de 40 mil empleados que fueron despedidos
desde febrero de 1992 con el parapeto del retiro voluntario -y años
más tarde con el pretexto de la "modernización" de la empresa-
les descontaron (según consta en los recibos que expidió
la paraestatal) poco más de 4 mil pesos en promedio a cada uno por
"cuotas al Ejecutivo Nacional del STFRM", concepto ilegal, dicen, si se
toma en cuenta que el vínculo con el gremio también fue finiquitado.
El monto asciende a 160 millones de pesos, cuyo destino se desconoce.
De igual forma, a aquellos que corrieron mejor suerte
y obtuvieron una pensión de 3 mil 500 pesos en promedio, religiosamente
les descuentan 30 pesos mensuales que, multiplicados por los 50 mil retirados,
brindan a la bolsa del STFRM un ingreso adicional de 1.5 millones de pesos
cada mes.
Son justamente los jubilados, los más viejos y
a quienes Flores califica como un 'grupito de resentidos apoyado por el
PRD', los que se atreven a protestar, aun cuando por esa causa, relatan,
"no podamos entrar al local sindical y vivamos episodios violentos con
los golpeadores que siempre acompañan a Flores, como el que ocurrió
hace dos años en el hotel Medrano de esta ciudad, donde en presencia
del entonces director de Gobierno estatal, Enrique Morán Faz, nos
intentó sobornar: '¡Aquí hay con qué arreglar
todo!', nos gritó envalentonado y emulando la seña de dinero
con ambas manos". Luego, en asamblea, "descaradamente no nos dejó
participar, con la amenaza, otra vez, de sus golpeadores armados".
Al personal en activo en las compañías concesionarias
de la red ferroviaria, cuya plantilla era de 17 mil 523 empleados en el
año 2000, el STFRM les descuenta 3 por ciento de su sueldo por la
representación gremial (antes de la privatización era 2 por
ciento), concepto del que nunca, aseguran, se muestran los reportes contables.
Pero "lo verdaderamente gordo, la caja de pandora", señalan
en entrevista los integrantes de la Defensa Ferrocarrilera Nacional, no
está en las cuotas o en la pensión mensual que recibe Flores
y su gente (poco más de 16 mil 500 pesos), y mucho menos en los
sueldos que ha recibido por su cargo en el Comité Ejecutivo Nacional
o como legislador priísta, sino en el "saqueo inmisericorde" a Previsión
Obrera.
Tras la constitución del STFRM, en 1932, los fundadores
de ese sindicato decidieron integrar un organismo que fondeara el seguro
de vida para los trabajadores del riel. Así, dos años después
se creó la Sociedad Mutualista de Seguros Sobre la Vida Previsión
Obrera, con duración de cien años a partir de su creación.
Sin embargo, esta figura sólo operó hasta septiembre de 2000,
fecha en que Flores convocó a una asamblea con 39 ferrocarrileros
(uno por sección), quienes firmaron en nombre de los jubilados la
solicitud del sindicato dirigida a la Secretaría de Hacienda para
liquidar Previsión Obrera.
Meses después, agregan los demandantes, sin auditoría
alguna de por medio de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas,
organismo vigilante, la aseguradora de los ferrocarrileros quedó
disuelta. Nada se supo de la verdadera razón de la quiebra que se
evidenció con 800 pólizas de trabajadores fallecidos que
estaban entonces sin pagar a los deudos, y mucho menos se exhibieron los
estados financieros de la misma ante la base sindical.
Con la privatización en marcha, el gobierno federal
integró un nuevo fideicomiso (Ferronales-Jub 5012-6) con un subsidio
de 13 mil 500 millones de pesos, para asegurar las pensiones "hasta que
sea necesario", aseguró en 1998 el director de Ferronales, Luis
de Pablo, al comparecer en el Senado de la República.
Ahora, manifiesta el grupo de jubilados liderado por Sergio
Hernández Pedroza, ¿cómo vamos creer que nuestras
familias cobrarán el seguro de vida o que tendremos la pensión
asegurada hasta el día de nuestra muerte? ¿Cómo estar
tranquilos si el fideicomiso está vigilado por un Comité
de Gestoría y Enlace que controla Jesús Ortiz Rodríguez,
en un comité nombrado por el sindicato?
En los hechos, la oficina en cuestión sólo
sirve para "ubicar y reprimir a los inconformes". Basta mencionar el caso
de Juan Fernando Santillán Rentería (número de empleado
1548422), quien tuvo que demandar ante la Junta Federal de Conciliación
y Arbitraje por la suspensión de su pago vitalicio, toda vez que
tuvo la "osadía" de preguntar los detalles del citado fideicomiso.
A pesar de que las preguntas nunca tienen respuesta para
ellos, los jubilados siguen en lucha, reunidos en un terreno prestado y
haciendo rifas para solventar los pasajes a la ciudad de México
para ver "en qué va la demanda" interpuesta el 14 de mayo pasado
ante la Procuraduría General de la República.
El blanco de todas las denuncias es Víctor Flores,
a quien la acusación de haber adoptado una postura "entreguista,
cobarde y traidora" ante la venta de Ferronales ya es cosa del pasado.
Ahora la denuncia es por la presunta "administración fraudulenta"
de por lo menos 3 mil millones de pesos.
Luchar contra la privatización, dicen, ya sería
ocioso. "No hay vuelta atrás. A la industria eléctrica la
están defendiendo y a nosotros no hubo quién... la apatía
y el miedo ganaron", reconocen los jubilados, pertenecientes a la sección
2 del STFRM, gremio del que ya no reciben nada.
Mientras, en Tlatelolco, luce solitario el museo del Sindicato
Ferrocarrilero que lleva por nombre Víctor Flores Morales. Ahí,
a un costado de los documentos, fotografías y artefactos que cuentan
la historia del ferrocarril, se extiende a lo largo de una pared el currículum
de Flores, bastión del autodenominado grupo Democracia Sindical,
el cual controla la organización desde finales de los años
80 y, ahora encumbrado como el máximo líder, es cabeza de
la "Familia ferrocarrilera en el nuevo milenio".
|