México D.F. Martes 8 de julio de 2003
Magdalena Gómez
Las claves del silencio
En ocasión de la jornada electoral, el presidente del Instituto Federal Electoral declaró como corresponde que a esa instancia no le importan los resultados. Qué paradoja porque buena cantidad de ciudadanos junto con quienes forman parte de los pueblos indígenas dirían lo mismo. Al primero sí le interesa el proceso, mientras a los segundos ni lo uno ni lo otro. Esta fue la postura triunfante, avalada por 59 por ciento de los electores y un millón de votos anulados.
Los mensajes de la jornada saltan a la vista: Vicente Fox no pasó la prueba y con él su partido, pese a que declaró recientemente que no tiene "ningún error", en cambio, el efecto AMLO se consolidó en la capital, con la desventaja para el PRD que no alcanzó a cubrir la virtual desnudez en que se encuentra en vastas regiones del país.
Los saldos negativos del foxismo son aún mayores si se piensa que con sus yerros han contribuido a la emergencia del "malo por conocido" en favor del PRI, que con cinismo esconde debajo de la cama su historia de impunidad y ahora aparece como el destinatario de un imaginario perdón social que le otorga, según él, "otra oportunidad".
Así, con estos reposicionamientos están desatadas ya las disputas por el 2006, internas y externas, con la gran ausencia de una propuesta acorde con las necesidades de las grandes mayorías de este país cuyo silencio es realmente ensordecedor.
Teóricamente estamos instalados en "la normalidad democrática", sin embargo, ésta carece de legitimidad. Para citar uno de los ejemplos más significativos, preguntamos: Ƒa quiénes de los integrantes de la clase política les preocupa promover la paz en Chiapas? Para qué moverle, pensarán, si tenemos la agenda cubierta con la discusión de las llamadas reformas "estructurales" de las cuales han excluido ni más ni menos que la reforma del Estado para que logre seriamente expresar a la nación pluricultural que somos, reconociendo una real y no ficticia autonomía a los pueblos indígenas.
La realidad es que lamentablemente se ha forjado un pacto en favor del olvido y en contra de la memoria. ƑQuién analiza en este país la implicación que tiene la distancia de los pueblos indígenas respecto del Estado? ƑQuién encuentra relación entre esa distancia y los llamados focos rojos por conflictos territoriales, que son auténticas bombas de tiempo? Ciertamente no hay indicios de que se atienda este problema, ya que que entrañaría la reforma estructural que el Estado ha rechazado. A estas alturas a los pueblos poco le importan las diferencias formales entre Presidente de la República, legisladores de una y otra Cámara o magistrados de la Suprema Corte; de todos han recibido el claro mensaje: son pueblos que no le importan al Estado, son prescindibles y no hay matices. Este saldo se vive al margen del nombre del partido o de los nuevos nombres designados en el Poder Legislativo.
En una entrevista que organismos de derechos humanos sostuvimos con el presidente Fox en los días posteriores al asesinato aún impune de Digna Ochoa, tuve ocasión de plantearle que si en el gobierno zedillista se produjo una crisis en el diálogo con el EZLN tras su primer año de gobierno y hubo que esperar el resto del sexenio, ahora en el suyo sucedió exactamente igual, y le pregunté: Ƒhabrá que esperar de nuevo a que termine el sexenio? La respuesta fue el silencio. Un silencio que ha cobrado el rango de política de Estado. Actualmente deambula por la región chiapaneca como un eco alguien que ostenta el cargo de delegado gubernamental para la paz, mientras el indigenismo foxista estrena su nueva comisión a la que se aplica la máxima de "mucho ruido y pocas nueces".
Recordemos que la historia no se repite y el diálogo para la paz es de dos. No sabemos si en 2006 vamos a encontrar a un EZLN dispuesto a repetir condiciones, marchar por el país, ir al Congreso y mostrar confianza por más que los candidatos les ofrezcan reducir el tiempo de 15 minutos. No sabemos si el daño que han hecho a la paz y a los pueblos indígenas se mida en tiempos sexenales. Algunos señalarán la necedad de quienes insistimos en recordar a la clase política que debería ser impostergable retomar los acuerdos de San Andrés y que los que se han dicho dispuestos a rectificar errores deberían actuar en consecuencia y negarse a abordar cualquier asunto antes del que tiene que ver con la construcción de condiciones para recuperar el diálogo en Chiapas. Seguramente este llamado al EZLN le parecerá, por lo menos, ingenuo y carente de realismo.
Si estas elecciones fueron un plebiscito de varias bandas, bien harían quienes piensan contender para 2006, en empezar a preocuparse y ocuparse de promover que sus partidos rectifiquen en serio y que aprendan a leer las claves del silencio.
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