México D.F. Domingo 6 de julio de 2003
Presenta lista de pecados contra el sexto mandamiento
El divorcio, acto impuro, dice la diócesis de Celaya
Rechaza también homosexualismo e inseminación artificial
ALMA E. MUÑOZ
La diócesis de Celaya presentó un listado de pecados que van contra el sexto mandamiento -"no cometerás actos impuros"-, que incluye homosexualidad, adulterio, inseminación artificial, violación y divorcio.
Como punto nodal de su análisis, en busca de "poner fin a una cultura del desorden en el manejo de la sexualidad", habla de la castidad y todo aquello que, a su juicio, constituye una ofensa para esta virtud, con todo y definiciones:
Lujuria es "el deseo o goce desordenado del placer venéreo"; masturbación, "excitación voluntaria de los órganos genitales para obtener placer venéreo"; fornicación, "unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio, que además se convierte en escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores".
Pornografía, afirma, es "dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada"; prostitución, "lacra social que queda reducida a objeto de placer y genera víctimas por la miseria, chantaje, ignorancia y presión social", situaciones que para la diócesis atenúan la imputabilidad de la falta. Violación, señala, es "forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona".
Conmina a los homosexuales a vivir en continencia. Refiere que para "un número apreciable" de ellos, tener esa preferencia representa una "auténtica prueba"; por ello no deben padecer "ningún signo de discriminación injusta".
La diócesis defiende el matrimonio entre personas de sexos opuestos y enaltece la unión íntima, porque "el Creador estableció que en esta función experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu", pero "deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación".
Recuerda a quienes se unen en comunión cristiana que su fin es la procreación y, en caso de querer espaciar el nacimiento de sus hijos, "deben cerciorarse de que su deseo no surge del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable".
Con esos argumentos reitera su rechazo a las prácticas de inseminación y fecundación artificiales, por ser "moralmente reprobables" al "disociar el acto sexual del acto procreador. La existencia del hijo ya no es por el que dos personas se dan una a otra, sino que confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y el destino de la persona humana".
Para su análisis sobre "los actos impuros", la institución católica habla también de las ofensas a la dignidad del matrimonio. Comienza con el adulterio, al cual considera una "injusticia", porque lesiona el signo de la alianza, "quebranta el derecho del otro cónyuge y viola el contrato" que da origen al enlace cristiano.
Aunque considera al divorcio ofensa grave a la ley natural, lo acepta en determinados momentos, según establece el Código de Derecho Canónico.
También critica la poligamia, porque "niega directamente el designio de Dios, tal como es revelado desde los orígenes, y es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de la mujer".
El incesto, acusa, "corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad", y lo equipara con los abusos sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda.
Finalmente, condena la unión libre porque "es engañosa" y destruye la idea misma de la familia, debilita el sentido de la fidelidad y es "contraria a la ley moral".
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