México D.F. Viernes 4 de julio de 2003
Difícil encontrar homenajes oficiales al autor de El proceso en su ciudad natal
La popularidad de José K prueba la plena vigencia de ''lo kafkiano''
Pendiente, editar en la República Checa las obras completas del escritor
DPA
Praga, 3 de julio. ''Kafka" es un nombre bastante común en la República Checa. En la guía telefónica de Praga hay 127 personas con ese apellido. ''Franz" no figura entre ellos, pero si ''Frantisek", la versión checa del nombre de pila.
''Sin embargo, ningún Kafka podrá salvarse de que le pregunten por una posible relación con el famoso escritor", comenta el diplomático Tomas Kafka. También el peluquero Jan Kafka suspira porque le recordaron ya ''al menos mil veces" el 120 aniversario del nacimiento del autor de Metamorfosis, que se cumplió este jueves.
ƑY qué queda para Martin Kafka? Franz Kafka era tío de su abuelo. ''En el colegio, leía lo que había que leer. Después de todo, sus textos no son fáciles'', opina este joven de 24 años. El descendiente indirecto del famoso escritor estudió en la Universidad Carolina de Praga, pero no germanística. Martin estudió deporte, hasta que firmó en España un contrato como jugador profesional de rugby.
En la República Checa el rugby es un deporte marginal. Pero podría ser que algunos checos conozcan mejor a Martin Kafka que al autor de El proceso.
Explotación comercial de un nombre
Hasta el cambio político de 1989, Franz Kafka, quien murió en 1924, era un paria en los países del este. Para muchos, el escritor de origen judío que escribía en alemán no era clasificable. Además, el régimen comunista veía en sus textos una acusación adelantada a su sistema. Sin embargo, 14 años después de la revolución de terciopelo sigue sin haber una edición de las obras completas de Kafka en la República Checa. ''Kafka ya no es popular en Praga como literato, sino como una atracción turística con la cual se puede ganar dinero", criticaba el diplomático Eduard Goldstuecker, poco antes de su muerte, hace tres años.
El germanista se dio a conocer en el mundo cuando en 1963 impartió en la población checa de Liblice una conferencia sobre Kafka. En los últimos años de su vida, sin embargo, la explotación comercial de Kafka le molestaba más y más.
En efecto, sobre todo en temporada alta, en cientos de escaparates de Praga se ve el retrato de Kafka en estuches de cigarrillos, bolígrafos, velas y otros productos.
Sin embargo, es difícil encontrar en la ''ciudad dorada" homenajes oficiales al escritor. Tras décadas de esfuerzo, Goldstuecker logró, poco antes de su muerte, que una pequeña plaza delante de la casa en la que nació llevara su nombre. Mientras tanto, también existe un premio literario en su honor y se planea erigir un monumento.
Kafka se asombraría de su popularidad, cree Lenka Reinerova, quizá la última escritora checa que escribe en alemán. Sus textos, sin embargo, no perdieron nada de profundidad, opina esta mujer de 87 años.
Así lo ve Monika Griefahn, presidenta de la Comisión de Cultura del Parlamento alemán. ''Lo kafkiano sigue siendo muy actual", dijo la política socialdemócrata recientemente durante una visita a Praga.
''Lo sé, por ejemplo, por los muchos contactos que tengo con la burocracia en Bruselas."
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