México D.F. Martes 1 de julio de 2003
La guerra en Irak y el Prestige, apenas
mencionados
Entre fuertes críticas, Aznar presenta su último
informe de gobierno
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 30 de junio. El presidente del gobierno
español, el derechista José María Aznar, presentó
hoy en medio de un ambiente de crispación y de acusaciones su último
informe de gobierno, en una sesión parlamentaria que se prolongó
más de diez horas. Al abrir por última vez el debate anual
sobre el estado de la nación, Aznar anunció que en marzo
próximo se llevarán a cabo las elecciones generales y enumeró
lo que consideró sus logros.
Pero la mayoría de las formaciones de oposición
acusaron a Aznar de "mentir de forma sistemática" en asuntos como
la invasión a Irak o el desastre ecológico provocado por
el hundimiento del Prestige, temas que el jefe del Ejecutivo apenas
mencionó en un discurso que fue calificado de triunfalista, y la
izquierda caracterizó al mandatario como "franquista".
El
líder conservador, quien ya había anunciado que no se presentará
a las elecciones generales de marzo del próximo año, hizo
un repaso de su actuación al frente del gobierno desde 1996, cuando
accedió por primera vez al poder después de unos comicios
que le otorgaron mayoría simple, lo que le obligó a pactar
con los nacionalistas catalanes y vascos. En 2000, Aznar logró un
triunfo aplastante que le concedió la mayoría absoluta y
que provocó, según los partidos de oposición, la radicalización
de su ejercicio y la imposición de reformas que antes exigían
el consenso entre las fuerzas parlamentarias.
El mandatario español centró una buena parte
de su discurso en el "buen estado" de la economía española,
al destacar el sostenido crecimiento -que se ha mantenido en 3.4 por ciento
durante los últimos tres años- y la reducción de la
tasa de desempleo, que pasó de 15 a 11 por ciento.
También elogió las reformas más polémicas
que impulsó su gobierno, como el llamado decretazo para una
reforma laboral, que provocó la huelga general del 20 de junio del
año pasado convocada por sectores sindicales que acusaron que ésta
buscaba "abaratar el despido"; así como las reformas en materia
educativa, en las que se decretó que la religión fuera una
materia tan importante como matemáticas, además de hacerla
obligatoria.
Anunció además que ya no habrá cambios
en el modelo del estado de las autonomías, rechazando la propuesta
del Ejecutivo vasco, al tiempo que afirmó que su gestión
ha fortalecido "la cohesión social y territorial de España".
Desde el principio de su discurso habló sobre el grupo armado vasco
ETA, advirtiendo que lo que "espera a los terroristas es el desmantelamiento
de su entramado, la certeza estadística de que serán detenidos,
y el cumplimiento efectivo de las penas impuestas".
La izquierda lo acusa de mentiroso y franquista
Al referirse, aunque someramente, a los asuntos más
espinosos de la última legislatura, justificó el apoyo de
su gobierno a la invasión a Irak al señalar que su tarea
había sido la de "velar por el cumplimiento de la legalidad internacional";
sobre su criticada gestión en el caso del hundimiento del Prestige,
sostuvo que el "gobierno aprobó medidas inmediatas para paliar los
daños a los afectados".
El primero en responder a Aznar fue el secretario general
del Partido Socialista Obrero Español, José Luis Rodríguez
Zapatero, quien le señaló: "su gobierno es autoritario, ineficaz
y usa la mentira como argumento para hacer política", declaración
que Aznar consideró, a su vez, como propia de "un chismorreo de
barrio".
Zapatero también acusó al gobernante Partido
Popular (PP) de estar implicado en la trama de corrupción que sufre
la Comunidad de Madrid desde hace varias semanas, una vez que dos diputados
socialistas fueron supuestamente comprados por empresarios y dirigentes
políticos vinculados a la formación de Aznar, quien negó
rotundamente las acusaciones.
Posteriormente le tocó el turno al líder
de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, quien utilizó el tono más
crítico contra el mandatario, al afirmar en la tribuna: "yo creía,
señor Aznar, que usted tenía un cliché conservador,
pero en realidad lo que tiene es un cliché franquista. Sí,
es usted un franquista, señor Aznar, porque ha tratado a mi formación
política como no lo hacían desde la época de los azules
-los falangistas-, además de que me preocupa que desde sus filas
piensen que me insultan llamándome maricón".
El
dirigente comunista y republicano se refirió al insulto que recibió
cuando tomó la palabra en la sesión desde las filas de los
diputados conservadores, en la que se gritó en varias ocasiones:
"cállate, maricón".
"Si usted, señor Aznar, tiene una historia vinculada
al régimen franquista, la nuestra está en la lucha por las
libertades en este país y por eso, IU tiene todo el derecho para
valorar y criticar su política ultraconservadora, antisocial y antiecológica",
afirmó Llamazares, quien también acusó al mandatario
de "mentir" en su comparecencia sobre Irak y el desastre del Prestige.
Sobre el calificativo de "franquista", Aznar se limitó
a contestar que "nosotros, en el PP, despreciamos absolutamente esos insultos:
usted nos puede llamar lo que quiera, que si franquistas o no sé
qué, pero eso simplemente lo despreciamos, ya que su discurso político,
de una persona que se define como comunista, no lo reconozco en lo que
representa ninguna superioridad moral e ideológica frente a ningún
diputado del Partido Popular".
Desde las filas de los nacionalistas catalanes de Convergencia
i Unió se reprochó a Aznar que con actitudes "cercanas a
la prepotencia" haya desarrollado una "política recentralizadora
destinada a laminar el poder de las comunidades autónomas", mientras
que el vocero del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Iñaki Anasagasti,
también le recordó a Aznar su pasado franquista, le reprochó
que a pesar de haber prometido hace siete años acabar con ETA no
lo haya logrado, pero en cambio sí haya provocado "una crisis política"
en el País Vasco.
En este asunto, hoy la directiva de la Cámara vasca
ratificó que se encuentran en la "imposibilidad legal" de cumplir
con la exigencia de la justicia española, que pidió ya dos
veces la disolución del grupo parlamentario Socialista Abertzaleak
(SA), la formación heredera de la ilegalizada coalición Batasuna.
La llamada Mesa parlamentaria explicó en un comunicado que no tiene
"el propósito de lanzar ningún reto al estado de derecho,
pero hay que entender que la autonomía de organización y
funcionamiento de los legislativos, así como su reglamento, deben
ser respetados por todos los poderes".
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