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México D.F. Lunes 30 de junio de 2003
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Lucidez de El Zángano
QUIENES LO CONOCIMOS comprobamos que nada estaba más alejado de la personalidad de El Zángano que su apodo, sinónimo de holgazán, perezoso o indolente, pues Francisco Gómez Cervantes fue novillero, banderillero, peón de brega, apoderado, empresario, juerguista de muy altos vuelos y otras cosas en su larga, pintoresca y privilegiada existencia.
LA FIESTA TUVO su apogeo -me decía pocos meses antes de morir- cuando los empresarios fueron verdaderamente taurinos, cuando a la capacidad económica se aunaba la sensibilidad para ver toreros y aquilatar lo que éstos provocaban en el tendido. Hoy es un espectáculo comercial torpe. Antes, un novillero quería hacerse figura para comprarle una casa a su madre. Hoy, los padres tienen que hipotecar su casa para que el muchacho toree.
"EL MEJOR EMPRESARIO taurino que conocí en México -continuaba El Zángano- fue Eduardo Margeli. Reunía una visión y una afición grandes que le permitieron sacar varios toreros extraordinarios. Ahora los dizque empresarios van al negocito rápido, pero no saben hacer fiesta o suponen que ello no deja utilidades, cuando es la única fórmula para hacer buenos negocios taurinos. Plazas tan extraordinarias, como las de Ciudad Juárez o Irapuato, por citar dos, apenas si dan festejos.
"LA CONFORMACION EXAGERADA del toro actual también ha perjudicado al espectáculo, pues en general el astado ha perdido sensación de peligro. Entre los pocos estímulos, la apatía y los excesos administrativos, los toreros han puesto igualmente su granito de arena. Hacen faltan críticos con capacidad de análisis, de cuestionamiento y con ánimo de polémica. La fiesta es de toros, no sólo de amistades y posturitas.
"AHORA FRIEGAN MUCHO con que el arte, pero Ƒcuál arte y frente a qué?, si han reducido el toreo a derechazos y naturales. Hay ignorancia en los toreros respecto al rico repertorio de su profesión. Hay ignorancia en los críticos, que suponen que en México se lidiaban toros con mucha romana. Antes el toro era menos castigado, los petos más ligeros y los caballos menos grandes. Ahora se castiga en exceso. Pero, oye -remató sonriente El Zángano-, la fiesta sobrevivirá siempre, por más que nos empeñemos en entorpecerla. Es una fiesta inmortal, a pesar de muchos taurinos."
TANTA EXPERIENCIA ACUMULADA y tanta vida intensamente vivida por Francisco Gómez El Zángano no encontraron grabadora oportuna que recogiese tan vastos conocimientos taurinos que, en un libro profusamente ilustrado, sirvieran de testimonio valioso de la tradición tauromáquica de México. De ahí que hoy, en pleno "cambio", padezcamos una fiesta de toros desmemoriada y superficial en manos de señoritos soliviantados frente a autoridades apocadas.
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