México D.F. Lunes 30 de junio de 2003
El joven científico Jorge Membrillo expone
su punto de vista sobre la delegación
En Xochimilco las pugnas políticas son como
una "cubeta de cangrejos"
Lamenta que cada día se pierda la identidad y
costumbres de los nativos del lugar
MIRNA SERVIN VEGA
Conoce 46 países, pero su lugar favorito es Xochimilco,
de donde es originario. Cultivó rábano, betabel, lechuga
y manzanilla en el barrio de San Juan cuando era niño. Podía
pasar de una chinampa a otra en trajinera y sabía cuál era
el nombre de los vecinos.
Jorge Membrillo tiene apenas 33 años y es orgullosamente
xochimilca, como repite cada vez que tiene oportunidad en algún
foro o frente a cualquier persona.
Pero
no es sólo eso, también es considerado uno de los mejores
investigadores jóvenes del país y ha obtenido importantes
reconocimientos científicos en el mundo.
Cuando niño Jorge iba con su abuela a vender hortalizas
al bosque de Nativitas. Estudió en escuelas públicas y se
convirtió en un estudiante destacado que, beca tras beca, ha obtenido
lugares académicos y de trabajo en el equipo de investigación
de la división de ciencias de la vida del King's College London,
en la Universidad de Londres; en el Instituto Hans Krebs de investigación
molecular en la Universidad de Sheffield, Inglaterra, y en la Escuela de
Medicina de Harvard, en Estados Unidos.
En Gran Bretaña fue reconocido como el Científico
Joven del Año, de entre cerca de 10 mil alumnos de los 20 colegios
que integran la Universidad de Londres y después, en la Universidad
de Harvard, obtuvo la distinción Bernard Davis Fellow, que se daba
por primera ocasión.
El académico del Instituto de Investigaciones Biomédicas
de la UNAM nació en el barrio de San Juan, "que es el más
bonito" y lo caracteriza un sabino de más de 600 años de
edad que habita en su plazuela. "A un lado de éste hay otro árbol
pequeño que fue sembrado por el abuelo de mi padre."
La primera generación que el investigador recuerda
-la de sus abuelos- se dedicaba a la agricultura en las chinampas. Luego
sus padres se adhirieron a una de las dos profesiones características
de la región, que en ese momento significaban un empleo fijo, seguro
y respetado: médicos y maestros. En el caso de Jorge, sus padres
fueron profesores normalistas y fue esta generación la que aportó
la inclusión de la clase media a Xochimilco.
"De chavito podía ver los volcanes y vivir en el
barrio cuando la mayoría de los habitantes eran nativos de este
lugar. Ahora es muy difícil, los barrios empezaron a declinar con
el auge de las unidades habitacionales. Llegaron coches en lugar de las
carretillas con las hortalizas que antes veíamos".
La formación de Jorge se consolidó en el
extranjero. Vivió cinco años en Londres, mientras realizaba
estudios de doctorado. "El xochimilca tiene arraigo muy fuerte por su tierra
y sus costumbres y uno no se da cuenta hasta que las pierde". Enumera con
gozo las fiestas de los barrios, las posadas, las fiestas del Niñopa,
la visita a la parroquia, la iglesia de San Bernardino, caminar por el
parque Morelos, entre otras.
Sin embargo, el joven investigador, que en cada una de
sus participaciones científicas en México y en el extranjero
inicia sus exposiciones con una fotografía proyectada de las trajineras,
reconoce que cada día la identidad se pierde un poco más.
No hay camaradería y cariño entre la gente. Ahora uno tiene
miedo".
Otra de sus preocupaciones, dice, es el "incremento de
las pugnas internas" que hay dentro de los cotos de poder del lugar. "Es
como los cangrejos, que no dejan salir a otros de la cubeta." Sin embargo,
para Jorge Membrillo, hijo pródigo de la delegación, Xochimilco
sigue siendo el lugar que huele más bonito: a flores.
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