México D.F. Lunes 30 de junio de 2003
En La Habana, como en el resto del mundo, se
replantea la perspectiva de género, indica
En Cuba persisten los prejuicios hacia la mujer: Carolina
Aguilar
La investigadora isleña propone reconceptualizar
los papeles entre el hombre y la mujer, y construir e impulsar el proceso
de la igualdad social, con bases jurídicas, culturales y educativas
CARLOS PAUL
El triunfo de la Revolución Cubana y la consecuente
"eliminación" de la explotación del hombre por el hombre
no crea las condiciones para la igualdad de la mujer; por eso el reto ahora
es trabajar en el ámbito de los prejuicios, las costumbres y los
hábitos, expresa Carolina Aguilar, integrante del Comité
Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas y directora editorial
en ese organismo.
La igualdad entre hombres y mujeres ''no es un problema
subsidiario a la cuestión de las clases sociales, por lo que las
mujeres tenemos que impulsar hoy más que nunca una revolución
dentro de la revolución socialista. Es una lucha que inscribimos
en el campo ideológico-cultural'', explica la también investigadora
durante su visita a México, donde participó en el Seminario
Internacional Género y Presupuestos Públicos que se realizó
en la ciudad de Oaxaca.
Para
poder interpretar hoy la realidad social es esencial tener una perspectiva
de género, es decir, debemos conocer, entre otras cosas, las políticas
y los presupuestos destinados a la mujer, ya que esto servirá ''como
una herramienta vital, no sólo para el análisis, sino también
para la acción.
''A las que integramos la Federación de Mujeres
Cubanas -dice Aguilar- nos han dicho muchas veces que llegamos un poco
tarde a introducir la categoría de género y que la
hemos subordinado a otras, como la de clase social. Sin embargo,
creo que siempre tuvimos una visión de género.
''En el caso de Cuba, la pauta se marcó en 1959,
luego del triunfo de la revolución, cuando Fidel Castro señaló
el problema de la raza, pues una mujer pobre y negra era la más
discriminada entre los discriminados. Discriminada por pobre, por negra
y por el hecho de ser mujer.
''En ese momento se dio un primer reconocimiento de la
situación de la mujer; luego, en la década de los años
setenta y ochenta, comenzó a tomar fuerza, más en el ámbito
académico que en el político.''
A 43 años, esa perspectiva de género en
Cuba, como en otros países, se enfoca ''a una reconceptualización
de los papeles entre el hombre y la mujer, y a construir e impulsar el
proceso de la igualdad social, con bases jurídicas, culturales y
educativas que garanticen el ejercicio de esa igualdad.
''Nosotras -abunda Aguilar- partimos además de
otra premisa teórico-política, que hace la diferencia con
otras experiencias que intentaron construir una sociedad socialista. Esa
premisa consiste en considerar que el sólo hecho del triunfo de
la revolución, la eliminación de la explotación del
hombre por el hombre, no crea las condiciones para la igualdad de la mujer.
''Esa igualdad no es un problema subsidiario de la cuestión
de las clases sociales. En el contexto cubano tenemos que hacer la revolución
de las mujeres en la revolución socialista. Nosotros nos peleamos
con Lenin porque decía: la liberación de la mujer es obra
de la mujer misma. Y nosotros dijimos: ''¡no, de ninguna manera!''
La liberación de la mujer tiene que ser necesariamente obra de toda
la sociedad, porque no se puede hacer un apartheid femenino. No
podemos andar solas; es imposible e idealista.
''¿Por dónde andamos?: hemos construido
la igualdad de oportunidades, pero todavía no hemos construido la
igualdad de posibilidades. Esto significaría armonizar igualdad
y diferencia.
''Este desencuentro se ve reflejado aún en la división
del trabajo y en los roles que tiene el hombre y la mujer en la familia.
En Cuba aún persisten patrones culturales tradicionales. La mujer
-que es 44 por ciento de la fuerza laboral de la economía estatal-
aún tiene sobre sus hombros un peso muy grande, tanto familiar como
laboral y político. Si las mujeres cubanas no trabajáramos,
se colapsaría la economía. Un dato importante es que desde
hace 20 años hay una femenización en la fuerza técnica
de nivel medio superior. En la actualidad, de cada 100 técnicos
cubanos, 66.4 por ciento son mujeres.
''El reto ahora es trabajar en el campo de los prejuicios,
de las costumbres, de los hábitos. En la sociedad cubana existe
un porcentaje nada despreciable de personas que piensa que el hombre, por
naturaleza, es mejor que la mujer. Como también hay quienes piensan
que la mujer, por naturaleza, es mejor en el hogar. No ven -señala
Aguilar- que esas situaciones son un proceso de aprendizaje social.
"Aunque sabemos que los esquemas mentales son muy difíciles
de romper, pues son procesos que se construyeron hace miles de años
con la división del trabajo, tenemos que impulsar, hombres y mujeres,
una revolución mental, una reconceptualización de los papeles.
El cambio es tremendamente complejo y largo; sin embargo, ahora todas esas
reivindicaciones son una necesidad de la historia y el desarrollo.''
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