México D.F. Lunes 30 de junio de 2003
Armando Labra M.
Menos pobres, aludes. Doble moral
Pocos aludes tan grandes como el de declaraciones festivas sobre los multimentados 3.4 millones de mexicanos que dejaron de ser miserables para pasar el rango de simples pobres, aún bajo el nivel de una vida digna. Mayor ha sido el alud de contradeclaraciones demostrando que la cifra es cuestionable.
Cualquier mejora en cualesquier condición de vida del número que sea de mexicanos es bienvenida, por supuesto. Más allá de cifras, estamos hablando de personas con carencias extremas y así sean millones o miles o cientos, qué bueno que mejoren sus condiciones de vida.
Para salir aplastado por los aludes, me puse a ver con detalle cuáles pudieran ser las razones que en efecto desmuestren que algunos, los que sean, mexicanos y mexicanas, hoy están mejor que antes. Recorrí todos los informes oficiales, nacionales e internacionales, las estadísticas económicas, y ninguno da la pista. La economía decrece, la inversión se estanca, el comercio exterior lo mismo, el ahorro igual.
Acudí entonces a las declaraciones oficiales del día y resulta que son cuatro las razones que explican el tránsito de algunos miserables a la condición de pobres. Una es que se expandieron y se focalizaron con mayor eficiencia los programas sociales de gobierno, como Progresa -ahora rebautizado como Oportunidades- y Procampo. Qué bueno pero estos programas son estrictamente asistencialistas, dadivosos: limosnas, vamos. No enseñan a pescar, dan el pescado. Su incidencia en el empleo y la posibilidad de contribuir a la producción de cualquier cosa son nulas. No es recomendable solucionar así la pobreza.
Otro argumento es que aumentó el poder de compra de los salarios, y eso es cierto, salvo el detalle que esos miserables no son asalariados, aun hoy que han subido a la categoría de pobres.
Que aumentaron las remesas de divisas del extranjero. Es cierto, dramáticamente 93 por ciento de los municipios del país reciben ese beneficio en algún grado. Pero se trata también de un subsidio asistencialista que nada tiene que ver con las políticas de gobierno, como no sea indirectamente, ya que provocan el éxodo de los mexicanos que se ven forzados a emigrar y a enviar algo de sus ingresos a México.
Que "se redujeron" los precios de algunos artículos de consumo básico, gracias "a la estabilidad económica". El punto es que es la búsqueda de tal estabilidad, que ya se convirtió en recesión, que se ha contraído la economía. En dos años apenas se generaron 370 mil empleos entre permanentes y eventuales, y como se sabe es necesario crear 1.2 millones sólo para absorber el crecimiento de la población en edad de trabajar, no digamos aminorar el desempleo y el subempleo, que es de 2.7 por ciento de la población económicamente activa si se considera a los que trabajan una hora a la semana, pero de 19 por ciento si se toman en cuenta a los que trabajan menos de 35 horas a la semana.
ƑA qué conduce todo esto? A la frase campesina clásica de que "estábamos mejor cuando estábamos peor". Sin embargo, algo si es importante y positivo a consecuencia de los aludes. Hace mucho tiempo que la política social no estaba en la agenda nacional y menos, aún, sujeta a una discusión abierta.
El problema es de fondo. Desde hace más de 20 años el gobierno asume una doble moral en la materia. En efecto, se han desplegado importantes programas sociales, pero infaliblemente la política económica derrota a la social. La política económica crea más pobres de los que puede atender la política social, independientemente de que ésta obedece predominantemente desde entonces a los rasgos asistencialistas y dadivosos, francamente limosneros y ofensivos que mencionamos, mediante los cuales quizás se palie pero nunca resuelva la pobreza.
Qué bueno que se debate sobre la política social, ojalá sirva para revisarla y despojarla de su actual rasgo improductivo, pero más importante aún será revisar la política económica para volcarla a una fórmula que valdría la pena considerar, partiendo de la brutal crítica que recientemente hizo el mismísimo gobernador del Banco de México cuando afirma con absoluta certeza que el gobierno "gasta poco y mal".
ƑCómo gastar más y bien, para qué? Producir para distribuir el ingreso y la riqueza a través del empleo productivo en el mercado interno y exportar conjuga una idea que reúne a la economía y la sociedad en un esfuerzo que sí redundaría en superar nuestro más grave lastre, la desigualdad. En ello radica gastar mejor, y, en efecto, es posible hacerlo si establecemos otras prioridades.
Es claro que no es misión del gobierno dar ocupación a los desempleados y subempleados, pero la política económica que aplica, inmutable, desde hace dos décadas impide que los sectores económicos produzcan, inviertan y generen los empleos productivos, permanentes bien remunerados y dignos que se requiere para que millones de mexicanos pobres dejen de serlo en serio y para siempre. [email protected]
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