México D.F. Domingo 29 de junio de 2003
CASO SERPICO
"No queremos venganza; exigimos justicia, eliminar
fronteras para los torturadores"
Víctimas de la dictadura argentina despiden
a Cavallo: "Asesino, te vas... nunca volverás"
Minutos antes de su extradición "parecía
ido; ya no era la persona orgullosa, altiva"
GUSTAVO CASTILLO GARCIA Y TRIUNFO ELIZALDE
"¡Asesino! ¡Asesino!", fue el coro que acompañó
a Ricardo Miguel Cavallo, Sérpico, desde que apareció
en el hangar de la Procuraduría General de la República (PGR),
en el camino que lo llevó a España para ser juzgado tras
casi tres años de permanencia en México por las acusaciones
de genocidio y terrorismo. Las mantas se alzaron con un pregón que
se repitió antes de abordar el avión: "No perdonamos, tampoco
olvidamos; sólo queremos justicia", fue el grito de sus víctimas
y los descendientes de éstas.
La historia definitiva del traslado de Cavallo, quien
en el Reclusorio Oriente sólo recibió la visita de sus abogados
y de representantes de la embajada de su país durante todo el tiempo
que permaneció preso, empezó el miércoles, cuando
en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco, aterrizó el avión
Boeing 707 matrícula T17-Z, con 60 cadetes de la Fuerza Aérea
española a bordo, quienes acudieron a un curso en Zapopan. Desde
ese día comenzaron a esparcirse rumores de su inminente partida
a bordo del avión militar.
Pero fue hasta ayer, luego de que dicha aeronave permaneció
dos días estacionada en el aeropuerto de la ciudad de México,
cuando se concretó la extradición.
La
movilización comenzó ayer a las 6 de la mañana. Desde
esa hora se puso en marcha el operativo para el traslado de Sérpico
del Reclusorio Oriente al aeropuerto internacional de la ciudad de
México, en donde lo esperaba ya el avión de la Fuerza Aérea
española.
El secretario de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro
Encinas, acudió al centro carcelario para supervisar que todo se
desarrollara sin contratiempos y comprobar que el estado físico
de Cavallo fuese bueno.
Dos horas después, al lugar llegaron los agentes
federales que se harían cargo de la seguridad de Sérpico,
mientras en la explanada del reclusorio un centenar de familiares de internos
que esperaban la hora de la visita familiar se preocuparon por el operativo.
Al enterarse de quién sería trasladado, se tranquilizaron
y se mostraron curiosos.
Para evitar conflictos de tránsito, que impidieran
una rápida salida de esa zona, los accesos al reclusorio fueron
cerrados por policías capitalinos. Los únicos vehículos
que podían circular eran los de la PGR.
A las 9:05, Cavallo salió del reclusorio a bordo
de una camioneta tipo Van propiedad de la PGR, custodiado a cada uno de
sus costados por un agente federal, dos delante y dos detrás de
él. El traslado hasta el hangar de la PGR fue apoyado por seis patrullas
de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito
Federal, cinco unidades de la Agencia Federal de Investigación (AFI)
y una camioneta de la Policía Federal Preventiva (PFP).
Contra el pronóstico, no se utilizó la vía
más corta para llegar al hangar. La ruta por Periférico Poniente
hasta la calle Siete, y de ahí por la zona de la colonia Arenal
hasta el aeropuerto, que duraría 25 minutos, fue descartada.
Cavallo emprendió un paseo citadino por
parte del sur y oriente de la ciudad de México antes de su salida
definitiva del país. El recorrido escogido fue por el Periférico
Oriente hasta el recién inaugurado distribuidor vial San Antonio.
Ahí, parte de la escolta se desprendió del cerco de seguridad
por espacio de dos kilómetros, pues un grupo de trabajadores del
gobierno capitalino realizaba obras de construcción en la vialidad
y les impidió continuar en bloque. Algunos vehículos particulares
se entreveraron con la camioneta en que iba Cavallo.
El convoy se incorporó al Viaducto Miguel Alemán
hasta el entronque con la avenida Fuerza Aérea Mexicana. A las 10:00
horas ya estaban en terrenos del aeropuerto capitalino.
El traslado se concretó en 59 minutos. El tránsito
vehicular de la capital mexicana provocó que el convoy tuviera que
circular a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora,
e inclusive detuviera la marcha en múltiples ocasiones por los semáforos.
Los actos de protesta se hicieron presentes en torno al
hangar de la PGR. Víctimas de la dictadura argentina (1976 a 1983)
y sus familiares repitieron los reproches a Cavallo.
Cuando el convoy se aproximó, la colonia argentina
se agolpó a los lados de la avenida. Se desplegaron mantas y se
escucharon los cantos y las consignas. La camioneta se aproximó
y le cerraron el paso. Se abalanzaron sobre el vehículo y extendieron
las mantas sobre las ventanillas. Algunos golpearon puertas y cofre. Por
un momento privó el desconcierto y pareció que abrirían
las puertas para tener frente a frente al torturador. La intervención
de los elementos de la AFI impidió que el asunto se desbordara.
A las 10:08, el ex integrante de la Escuela de Mecánica
de la Armada (Esma) descendió de la unidad de la AFI. Iba esposado,
vestía el mismo traje color negro que portaba el día de su
detención en Cancún, hace casi tres años, cuando había
decidido huir de territorio mexicano.
Caminó con lentitud y pretendió ignorar
el enjambre de cámaras y grabadoras.
Sérpico continuó su paso rumbo a
las oficinas de la procuraduría en el hangar. En el sur, en tanto,
en el estadio de prácticas de la UNAM los principales funcionarios
de la PGR, incluyendo a su titular, Rafael Macedo de la Concha, disputaban
una cascarita de futbol con diplomáticos de la embajada de
Estados Unidos. Quienes conocen el juego de Macedo comentaron que no estaba
al nivel de otros encuentros. Parecía que su mente estaba en otra
parte. "Me quedé con muchas ganas de anotar un gol", comentó
al final del partido.
En el hangar de la PGR, Cavallo era resguardado por casi
medio centenar de agentes federales y especialmente por dos elementos de
la AFI. Se internó en las instalaciones para los exámenes
médicos y el desahogo de los trámites migratorios.
Según participantes en el operativo, permaneció
en silencio, pero su "rostro se fue transformando. Pasó de una supuesta
seguridad al desconcierto". Inclusive, durante el chequeo médico
"sus respuestas a los cuestionamientos del médico fueron con voz
insegura".
Una de las imágenes de Cavallo que más recuerda
uno de los agentes que lo custodiaron es cuando el militar estaba sentado
en un sillón. Se había quitado los anteojos. "Parecía
ido, sus brazos estaban totalmente descompuestos. Ya no era la persona
altiva, orgullosa, que ante las cámaras se paseó erguido".
Fuera del hangar de la PGR el coro se convirtió
en pregón. Durante las tres horas que Cavallo -también conocido
en Argentina como Marcelo- pasó dentro del hangar de la PGR
sus compatriotas le gritaron desde afuera: "asesino". Le cantaron "te vas...
te vas... y nunca volverás".
Las mantas fueron guardadas casi de inmediato, luego de
que la unidad en que llegó Cavallo cruzó el portón
del hangar de la PGR. Pero los argentinos permanecieron con su duelo. Querían
verlo partir, y desde los monitores de una televisora siguieron la extradición,
hasta que la aeronave de la Fuerza Aérea española emprendió
el vuelo rumbo a la base militar de Torrejón.
Yura Erenver, integrante de la organización civil
Genocidio Nunca Más, dijo que pasaba por uno de los días
más gratos de su vida. "Lloro de alegría por quienes ya no
están aquí para que se les haga justicia".
"No queremos venganza, exigimos justicia y que no haya
frontera para los torturadores. La Suprema Corte de Justicia de México
dio un paso trascendente en la historia de la humanidad. Desde los juicios
de Nüremberg no se veía algo que sentara jurisprudencia de
esta manera, y por tanto la justicia mexicana nos merece todo el respeto",
aseguró Cristina Botineli.
-¿Cuántos familiares perdió usted?
-Muchos. Aquí llevo a mi hermana. También
a muchos amigos de mi generación y la de mis padres. Para nosotros
es fundamental el no olvido; necesitamos justicia.
A las 13 horas Cavallo volvió a aparecer ante los
reflectores. El avión español se había posicionado
frente al hangar de la PGR 10 minutos antes. Con un chaleco antibalas -también
de color negro-, Sérpico se enfiló hacia la aeronave.
Atrás quedaban sus días de gloria empresarial,
cuando fungió como director del extinto Registro Nacional de Vehículos
(Renave). Su traslado al país ibérico y la puesta a disposición
del juez Baltasar Garzón constituye una decisión judicial
histórica en el ámbito internacional, pues por primera ocasión
se juzgará a un integrante de una dictadura por delitos de lesa
humanidad fuera de su patria.
"Se va... se va... y no volverá", cantaron jubilosos
los argentinos que acudieron al hangar de la PGR a despedir al represor,
al ser testigos de su extradición. Mientras, en las salas de última
espera del aeropuerto capitalino algunos pasajeros y empleados de esa terminal
utilizaron hasta binoculares para observar la partida de Sérpico.
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