México D.F. Viernes 20 de junio de 2003
Analiza hoy el Consejo Universitario propuestas de reforma
Intentarán revivir en la UNAM el espíritu del congreso de 1990
Especialistas llaman a defender la educación pública de los intereses comerciales
KARINA AVILES
En momentos en que se pretende mercantilizar el conocimiento para terminar así con la enseñanza que imparte el Estado, las reformas de la universidad pública deben encaminarse a defender con "mayor energía" los principios de la autonomía intelectual, de la preservación de nuestra identidad y de una educación independiente de los intereses económicos y comerciales, afirma el investigador emérito del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro de la Comisión Especial para el Congreso Universitario (CECU), Luis de la Peña Auerbach.
En una plática con La Jornada, De la Peña Auerbach; la académica de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Lilia Andrea Escalona, y el estudiante de posgrado en ciencias químicas, Gonzalo Rafael García Miaja, quienes son miembros de la comisión que organiza el futuro congreso de la universidad, expresan sus consideraciones sobre la importancia de las reformas derivadas del congreso de 1990, que se pretenden adoptar en la máxima casa de estudios y que hoy serán puestas a consideración del Consejo Universitario (CU) en sesión plenaria.
De la Peña Auerbach se refiere al terreno que debe defenderse en el contexto de la transformación de las instituciones públicas de educación superior, en momentos en que "no sólo se trata de abrir las puertas hacia las universidades extranjeras y hacia la iniciativa privada extranjera sino de abrir las puertas de la educación a la mercantilización, es decir, a terminar con la enseñanza pública".
En principio, recuerda que la universidad ha dado luchas fundamentales, por ejemplo, la de París fue clausurada en sus primeras décadas de vida por la defensa que emprendió para garantizar la autonomía intelectual y una enseñanza que fuera independiente de los intereses comerciales.
Esta es una batalla que se tiene que librar en todas sus formas, lo que también significa defender nuestra cultura, identidad y nacionalidad, señala. Sin embargo, añade, lo que quiere el Estado es "sacudirse" de su responsabilidad con respecto a la educación, de manera que eso es lo que "hay que tratar de impedir".
El investigador, quien recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2002 en el rubro de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, destaca que la cultura y el conocimiento no son un bien comercial sino un bien social. Por ello, indica que la universidad no tiene por qué convertirse en un centro para administradores de empresas.
En el país, destaca, hay tareas más urgentes que resolver, como la salud, la alimentación, la economía y el desarrollo tecnológico. Es ahí, añade, donde está el terreno de acción cotidiana de las instituciones públicas de educación superior que contribuyen a dar soluciones a los problemas nacionales.
En dicho contexto, señala que las reformas que se discutirán hoy en el CU y que se derivan de los acuerdos no cumplidos del congreso de 1990, más allá de mejorar ciertas cuestiones del funcionamiento académico y organizativo de la institución, tienen "el mensaje" de que en la UNAM existe voluntad y capacidad de cambio, de ahí la importancia de la participación colectiva.
La profesora Lilia Andrea Escalona expresa que "la comunidad no conoce los alcances de la CECU y ni siquiera para qué fue creada".
El trabajo de la comisión "ha sido desvirtuado". Sin embargo, las actividades para informar a la comunidad "son arduas, se han hecho carteles, folletos, etcétera". La información "está ahí", y si no se sabe es porque no se acude a la misma, considera.
El alumno de posgrado Gonzalo Rafael García Miaja expresa que las reformas de la universidad deben partir de lograr un diálogo del que resulten los mecanismos para que la institución responda al mundo actual.
Frente a las políticas neoliberales, subraya que la educación pública es una demanda de la población, y "un país como México no puede cerrar las puertas a los estudios. De tal forma que se tienen que encontrar los mecanismos" para garantizar la enseñanza.
Luis de la Peña reconoce que la transformación de la UNAM "puede ser exitosa sin congreso, pero sería más lenta".
Pero también es importante cumplir con los acuerdos pendientes del congreso de 1990, porque significa dar confianza y mostrar que el próximo CU será resolutivo. Así que la idea es adoptar los compromisos de aquel entonces que no se llevaron a cabo como la desaparición del Tribunal Universitario (TU), indica. "Una parte de la comunidad mostraba desazón por el TU al considerarlo un instrumento no apto, y se propuso la creación de órganos locales".
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