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México D.F. Martes 17 de junio de 2003
EUROPA, POR LA SENDA DE BUSH
El
Consejo de Ministros del Exterior de la Unión Europea (UE), reunido
ayer en Luxemburgo, marcó un súbito e inopinado alineamiento
de la Europa comunitaria con los planteamientos más guerreristas,
colonialistas y delirantes de Washington. De manera sorpresiva, los cancilleres
de los 15 integrantes de la UE resolvieron exigir a Irán que acepte
incondicionalmente un régimen de inspecciones internacionales semejante
al que se impuso al derrocado régimen de Irak; decidieron que la
UE tiene el derecho de combatir la proliferación de armas de destrucción
masiva en cualquier lugar del mundo, incluso mediante el uso de la fuerza,
y erigieron a sus gobiernos en perseguidores de la organización
terrorista palestina Hamas, omitiendo cualquier referencia de condena al
gobierno de Ariel Sharon, igualmente terrorista.
El chantaje europeo contra Irán se limita, por
ahora, a trazar la perspectiva de un rompimiento de las negociaciones orientadas
a firmar un acuerdo comercial entre Bruselas y Teherán. Pero, en
el contexto internacional presente, y con los antecedentes inmediatos de
las amenazas estadunidenses contra la república islámica,
ese chantaje podría convertirse muy fluidamente en la participación
protagónica de la Europa de los quince en una eventual agresión
militar contra el vecino de Irak.
Tal interpretación se consolida ante la autoproclamada
vocación de Europa como eliminadora de armas de destrucción
masiva, intención que tiene como claros destinatarios a Irán,
Siria y Corea del Norte, independientemente de que tales países
dispongan o no de esa clase de armamentos: el argumento de las armas de
destrucción masiva, empleado como cobertura diplomática para
invadir países, no tiene por qué ser veraz, como demostró
la incursión angloestadunidense contra Irak. Por lo demás,
si hubiese entre los gobiernos europeos el propósito serio y verdadero
de impedir la proliferación nuclear, tendrían que estar preparando
desde ahora recursos de fuerza contra Israel, India y Pakistán,
algo que, evidentemente, está fuera del cálculo de la UE
y que evidencia la hipocresía y la doble moral de ese conglomerado
de naciones del viejo continente.
En otro sentido, con la determinación de los cancilleres
europeos de combatir a Hamas parece llegar a su fin la única divergencia
sólida que Europa comunitaria mantenía con Estados Unidos
en Medio Oriente: mientras que Washington no oculta su completa parcialidad
a favor de Israel, Bruselas parecía mantener la convicción
de que el conflicto palestino-israelí debe resolverse con un elemental
sentido de justicia y equidad. Pero ayer, al condenar al grupo fundamentalista
palestino, los jefes de las diplomacias europeas decidieron omitir el dato
fundamental de que esa y otras agrupaciones integristas o radicales del
bando palestino tienen como contraparte el terrorismo de Estado que practica
Tel Aviv en forma regular, terrorismo que representa el otro componente
central de la violencia, el odio y la confrontación entre los pueblos
palestino e israelí. En las actuales circunstancias, la exigencia
de que Hamas acate el alto al fuego, sin una demanda análoga al
régimen israelí -el cual no ha cesado sus operaciones de
asesinato de militantes y de civiles palestinos-, equivale a pedirle a
uno de los bandos que deposite las armas en el suelo y se deje matar por
el adversario.
Es lamentable, pero los bruscos virajes de la UE hacia
las posturas belicistas, intolerantes y paranoicas del actual gobierno
estadunidense serán contraproducentes. Si las naciones acusadas
de querer dotarse de armas nucleares se ven en los espejos de Irak, Israel,
India y Pakistán, y ante las nuevas amenazas procedentes de Luxemburgo,
parece lógico que redoblen sus esfuerzos a fin de contar con esas
armas, los únicos instrumentos capaces de disuadir a las potencias
coloniales.
Para finalizar, está previsto que el actual premier
italiano, Silvio Berlusconi, si logra mantener su inmunidad y eludir en
su país los cargos por corrupción, asuma el próximo
primero de julio la presidencia de la Europa comunitaria. Ese mafioso impresentable
será, pues, quien hable ante el mundo a nombre de la Unión
Europea. Y el conglomerado del viejo continente tendrá, posiblemente,
los medios militares para llevar a cabo sus designios, pero carecerá
de la mínima legitimidad política y ética para erigirse
en guardián planetario de la paz, la legalidad y los derechos humanos.
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