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México D.F. Martes 17 de junio de 2003

RUMBO AL 6 DE JULIO

Los comicios definirán el carácter de los candidatos presidenciales en 2006

El PRD, ante el reto de afrontar la cohabitación legislativa de PRI y AN

Preso de núcleos de poder dispersos, el tricolor corre el riesgo de sufrir una nueva división

Para Acción Nacional las elecciones validarán o no la gestión gubernamental de Vicente Fox

GEORGINA SALDIERNA, RENATO DAVALOS, ENRIQUE MENDEZ Y JUAN MANUEL VENEGAS

Más allá de la frontera por el control de la Cámara de Diputados y la resolución de los temas estructurales que ahí se discutirán o se entumecerán, el próximo 6 de julio plantea a los priístas el riesgo acrecentado sufrir una especie de balcanización. Sin la égida presidencial, el PRI ha dispersado sus núcleos de poder. Para los panistas, el resultado mediatizará la salvación o el fracaso sexenal, mientras los perredistas tienen el reto de superar el promedio histórico del 16-18 por ciento de la votación nacional y la posibilidad o no de convertirse en opción de gobierno en 2006.

Las tres principales fuerzas políticas llegarán a las urnas precedidas de las disputas internas y con la expectativa de remontar sus números legislativos. No obstante, los pronósticos electorales apuntan a la integración de una nueva cohabitación legislativa PRI-PAN, como en los tiempos del salinismo. El cálculo más optimista del perredismo es configurar una bancada de al menos cien diputados. Sería el doble de los que actualmente integran su grupo legislativo.

Hace seis años, cuando se celebró la elección intermedia anterior, en el régimen zedillista, las condiciones políticas del país provenían de una amplia y obligada negociación entre el Ejecutivo y el Legislativo, lo que permitió la reforma electoral de 1996. Las transformaciones jurídicas enmendaron los mecanismos de entrega de recursos a los partidos y privilegiaron la entrega de dinero público para las campañas, la elección del jefe de Gobierno del Distrito Federal y la profundización en la autonomía de los órganos electorales, entre otros apartados.

La debacle priísta del 97

La votación de ese año fue marcada tanto por los errores y pugnas internas de los partidos, fundamentalmente del priísmo con el "error de diciembre" y la brutal crisis económica que hundió a millones de mexicanos, cuyos costos aún paga la población, así como por los aciertos en la elección de candidatos y estrategias electorales del PRD.

Además el PRI venía arrastrando la historia de corrupción, los asesinatos impunes en la percepción de la opinión pública de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, en marzo y septiembre de 1994, y la guerra declarada entre Carlos Salinas de Gortari y su sucesor, Ernesto Zedillo.

Este escenario crítico pretendió corregirse a costa de un aumento en los impuestos, específicamente del IVA. La mayoría priísta, encabezada por Humberto Roque Villanueva -después líder nacional del tricolor, derrotado en las elecciones de 1997, circunstancia que explicó su salida en ese mismo año del brother zedillista-, aprobó el incremento en ese gravamen, que fue festinado por los legisladores del PRI. Roque Villanueva será recordado mucho tiempo por la célebre roqueseñal.

Con Zedillo el PRI ganó 17 millones de votos en 1994. Tres años después, gracias a las maniobras del salinismo, la derrota priísta fue tan rotunda que en el Distrito Federal el partido pasó de ser la primera fuerza a perder todos los distritos electorales, federales y locales en disputa, además de la jefatura de Gobierno y las delegaciones. Se hacía entonces la broma de que en una de esas perdía hasta el registro. Las derrotas en cascada sumaron la pérdida de las gubernaturas de Nuevo León y Querétaro. Seis años después, los mismos candidatos priístas perdedores, Natividad González Parás y Fernando Ortiz Arana contienden nuevamente por esas posiciones. Por si fuera poco, el priísmo también perdió la mayoría calificada en el Senado de la República.

El candidato local en el Distrito Federal, Alfredo del Mazo, llevó a su partido a una debacle sin precedentes y el dirigente en la capital, Roberto Campa Cifrián, optó por la renuncia.

El verano de Cárdenas y el PRD

Dos veces aspirante presidencial por el Frente Democrático Nacional y luego por el PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ganó la jefatura de Gobierno con un abrumador 47 por ciento de los sufragios. También su partido alcanzó el máximo histórico, con 25 por ciento de la votación nacional, para convertirse entonces en la segunda fuerza política del país. Andrés Manuel López Obrador era el presidente del partido.

Por primera vez el partido del sol azteca controló la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, al alzarse con el triunfo en 38 de los 40 distritos locales. Por su parte, Acción Nacional pagó en las urnas las concertacesiones con el gobierno del PRI, que se iniciaron con Carlos Salinas de Gortari y continuaron con Zedillo. El maridaje PRI-PAN se facilitó con la operación política del diputado Diego Fernández de Cevallos y el líder nacional panista, Luis H. Alvarez.

De la mano del PRI, los panistas permitieron la privatización de los bancos, las reformas a los artículos 27 y 130, pero también los cambios al 85, que hicieron posible la candidatura presidencial de Vicente Fox Quesada, anunciada en esos días.

El descalabro panista en la capital del país fue el resultado de la impopular candidatura de Carlos Castillo Peraza, quien rompió no sólo con los medios de comunicación, sino con su propio partido.

Panistas y perredistas sumaron 53 por ciento de las curules en San Lázaro, con 124 y 123 diputados, respectivamente. El tricolor alcanzó 238 y tuvo que ceder no sólo en todas las negociaciones del resto del sexenio zedillista, sino incluso en el control de los órganos de gobierno de la Cámara y en el formato del informe presidencial.

En Los Pinos, Ernesto Zedillo fue orillado a negociar que su tercer informe se llevara a cabo a las siete de la noche, tras encuentros y desencuentros durante la víspera. Finalmente se acordó que Porfirio Muñoz Ledo, con la anuencia del llamado grupo de los cuatro, configurado por igual número de fuerzas representadas en San Lázaro, encabezara los trabajos camarales y respondiera el informe. Por primera vez el Estado Mayor Presidencial no controló la seguridad del recinto.

El grupo de los cuatro -PRD, PAN, PVEM y PT-constituyó una mayoría opositora al PRI, que frenó las intenciones de Zedillo de consumar reformas estructurales como la eléctrica y restringió el margen de maniobra presidencial, que fue ceñido, fundamentalmente, a la aprobación de los paquetes económicos anuales.

Sin embargo, PRI y PAN se aliaron para aprobar el rescate de los banqueros mediante el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, ahora IPAB, que le costará al país más de 920 mil millones de pesos. Tan sólo este año se destinaron 35 mil millones de pesos por el pago de intereses. En 2004 por ese rubro serán 60 mil millones y en 2005 150 mil millones de pesos.

La legalización de las operaciones fue avalada por los panistas debido a que en los créditos irregulares estaban involucrados no sólo los grandes empresarios y banqueros vinculados al régimen priísta, sino también connotados militantes de Acción Nacional, entre ellos los Fox.

La balcanización tricolor

Seis años después, en una nueva elección intermedia, el escenario está marcado por un priísmo que, sin la tutoría presidencial, está en riesgo de sufrir una balcanización. El núcleo de poder ya no descansa en Los Pinos. Por un lado está el de los dirigentes Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo. En otro más, el que representan los gobernadores, divididos entre quienes respaldarían una eventual candidatura del tabasqueño y los que pretenden impulsar su propio proyecto, como Arturo Montiel Rojas, Tomás Yarrington y Manuel Angel Núñez Soto, entre otros.

De cómo se integre la bancada priísta en la Cámara de Diputados y quién la controle dependerá cuál de los liderazgos tricolores se sitúe delante de los demás en la carrera interna por la disputa presidencial.

A diferencia de 1997, el perredismo tiene hoy el reto de rebasar el 20 por ciento de la votación nacional. Incluso su dirigente nacional, Rosario Robles, ha externado que si no se alcanzan esos números renunciará al cargo. También se asoma la reforma interna que los perredistas discutirán en enero próximo. Paralelamente, el 7 de julio comenzará a intensificarse el debate para definir la candidatura presidencial.

Desde 1997 los perredistas demandaron que en el partido se terminara con la "lógica perversa de los grupos" a la hora de decidir candidaturas y cargos de dirigencia partidista.

Para Acción Nacional la elección implica la consolidación o el fracaso del gobierno de Vicente Fox. El propio Fox reconoció ante la BBC de Londres que su partido puede perder la mayoría. La principal carta del foxismo en la Cámara de Diputados es Francisco Barrio Terrazas, a quien en 1997 se exigía que se le investigara por presuntas irregularidades durante su gobierno en Chihuahua y que llegará a San Lázaro sin haber logrado la captura de los "peces gordos para freír", que ofreció en enero de 2002.

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