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México D.F. Domingo 15 de junio de 2003
Néstor de Buen
ƑAdónde va la izquierda?
La clasificación de izquierdas y derechas que, si no recuerdo mal, tuvo su origen en la división del Parlamento en la Francia revolucionaria, hoy está un poco en decadencia, particularmente porque ser de izquierda ya no viste. En rigor, no se trata de una decadencia del ejercicio del poder, que de todas maneras lo es, sino una especie de vergüenza por confesar ser de izquierda. El refugio: la mayor aproximación posible al centro para que no se acuse a los "izquierdistas" de peligrosos radicales. Para ello un par de críticas a izquierdistas notables y calificar a Marx de viejo impertinente no está mal del todo.
En España, dos diputados al Congreso madrileño, supuestamente socialistas, han vendido descaradamente su intervención (mediante el simple procedimiento de abandonar las sesiones del Congreso), impidiendo que la coalición entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), que es mayoritaria, pudiera controlar la presidencia que ha caído en las delicadas manos de la derecha rotunda que representa ese personajillo de aire chapliniano y raíces mussolinescas que es conocido como José María Aznar. El pretexto: que el PSOE se había aliado con IU que representaría un saldo del viejo comunismo.
Eso significa, corrupciones aparte, que algunos socialistas o así autocalificados, consideran mejor aliarse con la extrema derecha antes de incurrir en la alianza con algunos un poquito más radicales o, para mejor decirlo, menos centristas.
No olvido que mi admirado Felipe González, secretario general del PSOE, renunció a su puesto para lograr que desaparecieran de los estatutos del partido las referencias a las ideas marxistas. España, ciertamente, entró bajo su dirección en una etapa de amplio desarrollo económico, con el ingreso afortunado en la Unión Europea. Y hoy los españoles, que en 1982 aún vivían con notorios apuros económicos, disfrutan de un nivel excepcional, con departamento propio, carro a la puerta y un mes de vacaciones que les hace olvidar sus antiguas exigencias sociales y los conduce a una posición conservadora, porque ahora sí tienen qué conservar. Lo que lleva a la izquierda a convertirse en centro y a reaccionar con violencia cuando se le califica de radical. La base está en el famoso centro. Y ya se imaginarán ustedes hacia dónde van los que desde un principio se calificaron de centristas. Por ejemplo, el Partido Popular. Huele a franquismo.
En una inversión notable de los viejos tiempos exportadores de mano de obra, hoy España pone obstáculos al ingreso de extranjeros, mayoritariamente sudamericanos y persigue a las pateras que desde Marruecos intentan llegar, con saldos terribles, a las costas andaluzas. Sin embargo, recibe a estos braceros con el mismo entusiasmo que los gringos reciben a los nuestros. Harán las tareas incómodas.
El señor Blair, carismático laborista (šCuidado! No confundir con laboralista) supuestamente sustentado en la socialdemocracia, mantiene alianzas vergonzantes con el señorito Bush y el leonés Aznar. Aunque hoy los tres rechazan discusiones parlamentarias que pondrían en evidencia que son unos mentirosos. Y ese es grave delito. Un dato curioso: los más radicales izquierdistas de otros tiempos han optado por el curioso deporte de calificar a Fidel Castro con las peores injurias que se pueden proferir. El fusilamiento, previo juicio público, de tres piratas que intentaron desviar una lancha a Miami y el encarcelamiento de múltiples opositores ha provocado la crítica feroz de la izquierda. Da la impresión de que hablar mal de Castro se ha convertido en una especie de garantía para merecer la benevolencia del señor vencedor de Irak. Se olvida que desde hace más de 40 años Cuba vive en estado de guerra. En estos rumbos de La Jornada, la cacería anticastrista está de moda. Yo, por el contrario, estoy con Gabo García Márquez.
La memoria es flaca. Porque allí mismo en Cuba, en un territorio robado a España y a Cuba (Guantánamo), gimen desesperados cientos de presos afganos a los que no se les ha reconocido derecho alguno a lo que en Estados Unidos llaman el debido proceso legal. ƑDemocracia?
No hay que olvidar que el peor terrorismo de estos tiempos lo produce con cinismo notable el propio gobierno estadunidense, cuyos bombardeos sobre poblaciones civiles exceden los límites de la barbarie tradicional. A mí me recuerdan los de la aviación alemana sobre Gernika y Barcelona, en los aciagos tiempos de la Guerra Civil española. Por no citar a Hiroshima y Nagasaki.
Entre tanto, los exigentes contrarios a la guerra de Irak se dan de besos y abrazos con el señor Bush.
Yo, perdónenme el acto casi heroico, me declaro de izquierda de la buena. De la de los buenos tiempos de la guerra fría. Hay mucha historia detrás de ello. Aunque las perspectivas sean inciertas.
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