.. |
México D.F. Martes 3 de junio de 2003
Reunió el festival Vibraciones de América
a 12 bandas latinoamericanas
Durante todo el domingo, miles se dieron a los acordes
de reggae
Los seguidores del ritmo sincopado sortearon seudorretén
policiaco, calor y escasez de líquidos Gondwana, uno de los grupos
más esperados, se presentó hasta las 11 de la noche
GERARDO PIMENTEL ZOPI ESPECIAL
Todos bajo sospecha. Desde la salida del Metro Tlatelolco,
sobre el Eje 2 Norte, comenzaba la basculeada. Todo joven de apariencia
sospechosa, pelo largo, dreadlocks, gorra verde amarillo y rojo,
fachoso, en resumen, que se encaminaba hacia el centro de convenciones,
donde se realizaba el festival Vibraciones de América, se hacía
merecedor de una revisión exhaustiva por elementos de seguridad
pública. Ecos de viejas prácticas en supuestos tiempos de
cambio. Pero ni eso detuvo a miles de seguidores del ritmo sincopado, que
desde la mañana del domingo hasta la medianoche se entregaron a
los acordes de las 12 bandas latinoamericanas que se presentaron.
El seudorretén policiaco no fue lo único
que los chavos tuvieron que sortear. Las filas para entrar parecían
no tener fin y todavía al mediodía las puertas de acceso
continuaban cerradas. Además se encontraron con la novedad de que
ni Sargento García, de Francia, ni I Jah Bones, de Jamaica, estarían
en el programa. El sol y la lentitud de la entrada terminaron por calentar
los ánimos y el escenario quedaba preparado para el portazo cuatro
horas después.
Experiencia temazcal
Pero
si el calor estaba en su apogeo afuera, dentro la experiencia temazcal
apenas comenzaba. El amplio salón, alfombrado y con poca ventilación,
resultaba insuficiente para la cantidad de asistentes. Diez minutos después
de entrar los recién llegados ya estaban bañados en sudor
y con un mínimo de espacio para circular. Para colmo se encontraban
con la noticia de que se habían terminado el agua y los refrescos
y que sólo había cervezas... pero únicamente para
los que se animaran a entrar al slam de las filas para comprarlas, en las
que prevalecía la ley del más fuerte. Sacar un vaso de chela
lleno era una hazaña digna de reconocimiento.
Y, por si fuera poco, el maratónico desfile de
bandas hizo que el plato fuerte de la noche no llegara hasta las 11. Gondwana,
uno de los grupos más esperados, se presentó cuando ya la
mitad de los asistentes se había ido. Pese a la larga y agotadora
jornada, los aferrados todavía tuvieron ánimos para corear
y bailar las canciones esperadas por todos, como Sentimiento original,
Antonia y Verde, amarillo y rojo.
En vivo el sonido de Gondwana sorprende. Su calidad musical
es impecable, con una sección de metales poderosa y un bajo, bataca
y percusiones sólidos. La voz de Quique Neira, con sus rastas y
carisma, logró buena conexión con el público.
Turno de Los Cafres
Cuando llegó el turno de Los Cafres el lugar parecía
campo de batalla. Gente tirada en el suelo, descansando o disfrutando de
la densa nube de ganja que pasaba de manera intermitente. A pesar de que
este grupo no tiene un estilo explosivo, sino cadencioso, se comunica con
la raza. Desde el escenario se apreciaba una marea suave, pero continua,
de cuerpos balanceándose al compás de su música. Sus
letras lo mismo se refieren al lenguaje amoroso que a la crítica
social; ejemplo de esto último es Hace falta: "Sería
bueno que alguno hoy deje de mentir/ nos obligan a pensar que no debemos
sentir/ nos obligan a pensar que no nos queda otra opción/ su interés
se dirige a que no haya acción".
Fidel Nadal apareció después de algunos
problemas técnicos, con un público entregado de antemano,
que le festejó todo. Pese que su estilo dentro del reggae concious
no es de fácil entendimiento para los que se inician en el género,
la versatilidad de sus fusiones, así como su carisma y su amplia
trayectoria, logran que sea asimilado por la raza. Después de hacer
un recorrido por sus recientes materiales llevó al público
al clímax con La buena vida, canción en la que mezcla
la cumbia villera con reggae.
Apareció Pablo en el mismo set cantando
rolas de su disco Abed Nego, de un estilo más lovers rock
(baladas con ritmo de reggae), y juntos Fidel y Pablo cerraron con las
esperadas rolas de Lumumba.
Abrieron las bandas mexicanas
A las bandas mexicanas les tocó abrir el concierto.
Comenzó Jah Fabio, joven cantante con una propuesta que mezcla samples
con músicos en vivo e invitados. Continuó Ganja, banda que
empezó a poner al público a tono con las nuevas rolas de
su disco Aire roots, para seguir con material de su primer disco
Reggae mexicano. Luego siguió Rastrillos, cuando el lugar
estaba a punto de llegar a su máxima capacidad. El público
lo mismo coreó No juegues con fuego que Positivo o
Balú, de su material de Códigos del alma, que
interactuó con el mensaje de la banda. El bloque lo cerró
Antidoping, que prendió a la raza con material de Búscalo,
como A la vuelta de la esquina y Los niños de Jah,
hasta llegar a la rola esperada de su disco en vivo: Juego a muerte.
Con esto las bandas nacionales dejaban más que
listo el escenario para que los chilenos y argentinos tomaran su turno.
Los chilenos de Raíces y Cultura fueron la agrupación base
para el desfile de los cantantes que siguió, como Sista Lika, Jahmann,
Oscar Tanaka y Conciencia y Yo, la mayoría producidos por el sello
independiente Visión Records, que dirige Don Chico, ex percusionista
de Gondwana.
Pese a los problemas que se presentaron con la organización,
este festival no deja de ser uno de los más importantes foros para
el reggae latinoamericano. No deja de ser alentador que este esfuerzo independiente
y comprometido con el género haya sido avalado por más de
cinco mil almas.
|