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Proponen modelo
de atención
Prevenir mortalidad de madres indígenas obligación
del Estado:
Kinal y CNMI
* Reportan mujeres discriminación y maltrato en
clínicas rurales
Aleyda Aguirre
Alrededor de mil 300 mujeres, sobre todo rurales e indígenas,
fallecen cada año en México por causas relacionadas con
la maternidad. Por cada muerte materna hay cerca de 30 mujeres que se
salvan, pero quedan con lesiones irreversibles en su salud.
Esta tipo de muerte es "prematura e injustificada": en el país
la mayor parte de las que pierden la vida tienen entre 35 y 39 años,
cuando en países desarrollados casi nadie muere por ser madre.
La mayoría de estas muertes se presenta entre el trabajo de parto
y las 24 horas posteriores. También fallecen en otros momentos:
durante el aborto, hemorragia del embarazo y del parto, toxemia y complicaciones
del puerperio, describe el documento Doscientas trece voces contra la
muerte, mortalidad materna en las zonas indígenas, elaborado por
la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (CNMI) y la organización
Kinal Antzetik.
Cuando una mujer muere en su intento por ser madre, describe la investigación
- derivada de dos talleres realizados con indígenas, en julio de
2002 y febrero de este año- se han conjugado factores sociales,
económicos, culturales y biológicos. Las ideas sobre la
maternidad, embarazo y parto de cada grupo social, las relaciones y estructuras
familiares, la posición de las mujeres en la familia, en la comunidad
y ante las instituciones públicas, los recursos económicos,
la distribución de los bienes y de las decisiones, los servicios
de salud y públicos de las comunidades, juegan un papel clave en
la preservación de la vida o la muerte de la madre.
El promedio nacional de vida de las mexicanas es de 78 años, pero
entre las mujeres indígenas éste se reduce a 69 años;
40 por ciento de ellas cuando se embarazan y en periodo de lactancia,
presentan anemia y desnutrición, lo cual aumenta las probabilidad
de complicaciones durante el embarazo y el parto, los alumbramientos prematuros
y el bajo peso en los recién nacidos; su tasa de muerte materna
triplica a la media nacional
Un total de 213 indígenas que se expresan en 14 lenguas aportaron
su testimonio. Ellas, que durante el embarazo, el parto o el puerperio
han vivido dolencias, riesgos, enfermedades, carencias y dificultades
que en algunos casos las han llevado a la muerte.
Platicaron para desentrañar un poco este misterio y tratar de entender
qué factores están incidiendo en el alto número de
decesos maternos en zonas indígenas y cómo evitarlos para
vivir la maternidad de un modo seguro y placentero.
El taller se realizó en 12 estados: Veracruz, Chiapas, Guerrero,
Quintana Roo, Michoacán, Querétaro, Hidalgo, Morelos, Oaxaca,
Puebla estado de México y Distrito Federal. Acudieron solteras,
casadas, viudas, divorciadas, separadas, unidas libremente, abandonadas,
la mayoría mujeres jóvenes en edad reproductiva, aunque
no faltaron las de experiencia amplia, cercanas a los 80 años y
alguno que otro hombre interesado en el asunto.
Cuestionaron el "triunfalismo oficial sobre el acceso universal a
los servicios de salud" y a programas como el de Arranque parejo
en la vida, que muchas de ellas ni conocen. Recurrir a una institución
del sector salud "no garantiza ni la salud ni la vida", ya sea
porque llegan en el último momento, porque no hay medicamentos,
equipo ni personal o es sábado, domingo o de noche.
Reportaron discriminación en las clínicas de salud, donde
han sido maltratadas; presiones de personal del programa Oportunidades
para que adopten un método anticonceptivo y se hagan el papanicolau
sin su consentimiento; la imposición de los maridos o la presión
de curas y vecinos para que tengan hijos sin su voluntad. Con todo ello,
concluyeron se violan sus derechos reproductivos.
El subdirector de Atención Perinatal de la Secretaría de
Salud, Adrián Delgado, fue el encargado de escuchar los reclamos
de las mujeres indígenas, quienes ya en un foro para reflexionar
los resultados de la investigación, expresaron su descontento ante
el optimismo de las autoridades: no hay traductores, impera la discriminación,
hay clínicas que no funcionan, los médicos son insensibles
y cuando se emborrachan, hablan mal de las mujeres, las exhiben, cuentan
a otros hombres "cómo están sus partes", son rechazadas
porque traen los pies enlodados y ensucian las sábanas del centro
médico, no son atendidas a tiempo y por ello mueren, no hay forma
de que una mujer se practique un aborto legal, "la descentralización
ha sido un fracaso" y por todo ello, se quejaron, la maternidad "ni
está siendo digna ni atendida".
Delgado apuntó que Arranque parejo en la vida es un programa exitoso
porque ha logrado reducir anualmente la mortalidad materna, a lo que ellas
respondieron que de lo que se trata es que no haya una sola muerte por
complicaciones durante el embarazo.
Las cifras y datos de los informes de las áreas de salud, comentó
Gisela Espinosa Damián, investigadora de la UAM, encargada de la
investigación, no reflejan la realidad de las mujeres indígenas
porque además de que hay un subregistro de las muertes maternas,
las autoridades sanitarias aseguran "que los mexicanos tienen acceso
a los servicios de salud y los programas dirigidos a las zonas rurales
alejadas, dispersas y pobres, donde habita la mayoría los pueblos
indios, incluyen atención al embarazo, al parto y al puerperio,
si así fuera la maternidad sería un evento seguro y saludable
para las indígenas".
Cuestionó el accionar del programa Arranque parejo en la vida,
el cual afirmó habla de 391 municipios donde se concentra el 70
por ciento de las muertes maternas: "dónde está la
información de esos municipios, cuáles son. En 2002 se destinaron
77 millones de pesos para los 391 municipios que no conocemos舰 es
insuficiente porque no podemos dejar a la filantropía de la señora
(Marta) Sahagún una obligación del Estado; hay un problema
de vida o muerte, estamos hablando de muerte materna y regiones marginadas.
El asunto del dinero es fundamental".
No podemos depositar en las ONG, en la academia o el voluntariado auténticamente
social, dijo, la atención a estos problemas. Es necesario comprometer
al sector salud para que promotoras de salud y parteras sean retribuidas,
porque éstas últimas le salen gratis al Estado y son ellas
quienes atienden, al menos en los estados de Guerrero, Veracruz y Puebla,
cerca del 50 por ciento de los partos.
Las madres solteras tienen un riesgo más grande de morir que las
casadas. Muchas abortan porque son golpeadas por sus compañeros.
Pocas son las indígenas que se adueñan de sus cuerpos, de
su sexualidad y de sus maternidades, enumera el documento.
"Los hombres son machistas, no saben de nuestro sufrimiento, se sienten
dueños de nosotras y creen que si usamos pastillas es porque queremos
andar libremente con otros", explicó una de las participantes.
Ante tales precariedades, además de exigirle un mayor compromiso
al gobierno, la CNMI y Kinal presentaron una propuesta para evitar las
muertes maternas que contempla, entre otras cosas, sensibilizar a los
y las trabajadoras del sector salud, un equipo de promotoras indígenas
en salud reproductiva, que se involucre a los hombres en el proceso de
concepción, embarazo y parto, entre muchas otras.
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