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México D.F. Domingo 1 de junio de 2003
¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Sin materia prima
DESDE SU INAUGURACION jamás se habían
lidiado en la Plaza México reses cuyo peso promediara más
de 500 kilos por temporada grande, como ha venido ocurriendo en los años
recientes, más para disimular la falta de edad reglamentaria en
los toros que por afanes kilistas. Concretamente en la de 1946-47, con
Silverio, Manolete y otros toreros grandes, el total de corridas lidiadas
no rebasó, en promedio, los 445 kilos.
PERO
DIJE TOREROS grandes, enormes, cuya personalidad y sentido de competencia
bastaban para abarrotar la enorme plaza, sin que nadie protestara por el
peso de los toros.
ES REGLA HISTORICAMENTE comprobada que cada vez
que un torero sube en la preferencia del público, el toro baja en
edad y trapío. Si en España, desde la época de Manuel
Benítez El Cordobés, no ha vuelto a surgir otro fenómeno
de los ruedos, es evidente que en aquel país, para mantener el interés
del público, la principal figura taurina es el toro con edad y trapío
incuestionables.
SI EN MEXICO, desde la primera retirada de Manolo
Martínez, en 1982, no ha habido un diestro con los tamaños
para tomar la estafeta dejada por el voluntarioso regiomontano, lo menos
que se le debería garantizar al público, a falta de sello
y carácter en los alternantes, es un toro con presencia y transmisión
de peligro.
SIN EMBARGO, Y a pesar de haber bajado los toreros,
es decir, disminuido la intensidad de su expresión y la regularidad
de sus triunfos, el toro siguió "a la baja", sin edad, trapío
y bravura suficientes, como si continuaran en activo personalidades capaces
de sustituir dichos factores con personalidad y desempeño sostenido.
TANTO ABUSO NO podía durar mucho. Con anquilosados
criterios empresariales, el duopolio taurino es fecha que no se decide
a poner un hasta aquí al amiguismo ocioso y al proteccionismo sin
sentido de toros y toreros chicos, sin el suficiente imán de taquilla
para justificar, desde el punto de vista mercadotécnico más
que taurino, la comodidad que permiten las reses jóvenes.
EL PROBLEMA SE prolonga en los novilleros, que
pagan las consecuencias de tantos años de alivio por parte de los
matadores. Sin embargo, en las reses con tres años también
existe el elefón, ejemplar entre el elefante y el ratón,
cosa que deberían tomar en cuenta los ganaderos a la hora de "poner"
sus novilladas.
AHORA, MIENTRAS LAS principales plazas y empresas
de los estados no atinen a coordinarse entre sí para que los triunfadores
en sus ferias justifiquen su presentación en plazas de importancia,
los muchachos seguirán navegando en un mar de impotencia y desengaños,
vengan o no a la ex consagratoria plazota que, como el resto de los cosos
del país, se resiste a ofrecer la materia prima del espectáculo
taurino: el toro o el novillo auténticos.
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