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México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003
GUERRA Y MENTIRA COMO POLITICA OFICIAL
El
gobierno británico de Tony Blair está siendo investigado
por haber mentido al país para poder arrastrarlo a la guerra contra
Irak, falsificando informes del espionaje, como denunció un alto
funcionario de ese servicio y está propalando la televisión
oficial, la BBC. Por su parte, el subsecretario de Defensa de Estados Unidos,
Paul Wolfowitz, declaró sin empacho alguno que el gobierno de Washington
mintió deliberadamente cuando denunció que Irak fabricaba
armas de destrucción masiva porque -dijo- ese era el único
modo de sumar consensos para emprender la guerra de conquista ya decidida
y que necesitaba pretextos y apoyo popular.
Como les enseñó Joseph Goebbels, encargado
de la propaganda nazi, una mentira reiterada hasta el cansancio termina
pareciendo verosímil, obteniendo importantes resultados políticos.
Porque los regímenes de derecha, que deben prescindir de la verdad
y producir reacciones irracionales, como el sentimiento de superioridad
racial, y desprecian la capacidad de pensar de sus propios ciudadanos y
de la opinión pública mundial, están de todos modos
obligados a mentir para obtener por el engaño un apoyo momentáneo
que saben que tarde o temprano se evaporará, pero que les permite
ganar tiempo para presentar hechos consumados. Con la mentira y el cinismo
cubren sus golpes de mano gangsteriles. Y, como sustituyen la política
por la agresión bélica y convierten la guerra en su única
política, la información es en sus manos una cachiporra,
un arma de guerra sicológica. Antes de oprimir a otro pueblo, convierten
al propio en víctima al anular la democracia, las leyes, la ética
misma, para precipitarlo a morir en defensa de los intereses de un puñado
de personas que, fríamente, asientan su poder sobre los cadáveres
de los agredidos y sobre el fin de las libertades en el mismo país
agresor. ¿Cómo hablar, en efecto, de democracia cuando se
confiesa abiertamente que se engañó a la nación para
arrastrarla a una guerra de conquista y se pretendió que el mundo
creyese en las falacias fabricadas con fines bélicos y abandonase
su independencia comulgando con las ruedas de molino que le querían
hacer tragar los Goebbels británicos y estadunidenses?¿Cómo
hablar de justicia y de libertad cuando se confiesa cínicamente
que se carece de ética y se mintió para justificar asesinatos
masivos fríamente premeditados y, por tanto, se dice que se volverá
a mentir cuantas veces los mentirosos crean necesario?
Se ejerce el poder sobre la mente de los súbditos
mediante la mentira y se defiende y refuerza la mentira con otras fabricaciones
del poder y con la utilización del control de los medios masivos
de información domesticados como arma bélica de intoxicación,
de envenenamiento colectivo. Para movilizar un patrioterismo infame e irracional
que hay que exaltar, se puede inventar una heroína, como la soldado
Jenny, "liberada" en una falsa acción militar, o se pueden fabricar
monstruos de opereta, que parecen poner en peligro la sacrosanta y no definida
Seguridad Nacional, o armas peligrosísimas, que hacen olvidar a
la gente de paladar grueso las otras, reales, que se utilizan para destruir
masivamente y matar mujeres, ancianos y niños "culpables" sólo
de vivir en el país del Dragón de turno que el moderno San
Jorge de la Casa Blanca debe eliminar.
Estados Unidos y el Reino Unido proclaman la mentira y
la guerra como política oficial. Washington inclusive justifica
haber engañado a sus ciudadanos y tratado de engañar al mundo,
mientras Londres, más débil, miente para defender la mentira
y conservar una fachada de respetabilidad. Ambos, sin embargo, para promover
el colonialismo y sostener con la violencia una política mundial
fascista recurren a las armas envenenadas de los nazis. La neolingua orwelliana
entonces reaparece: la guerra es la paz, la mentira es la verdad, la violencia
de la oligarquía es la democracia. ¿Es posible callar ante
esta apología del delito?
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