México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003
Charlotte O'Sullivan
Arte doloroso... para las mujeres
En la nueva película de Lars von Trier, Dogville,
Nicole Kidman se encuentra de pronto utilizada como juguete sexual por
una partida de aldeanos; la violan y la sujetan a una rueda enmohecida
con una cadena de hierro de las que se usan para amarrar perros. Von Trier
es famoso por tratar a sus heroínas como basura; en una conferencia
de prensa, en Cannes, comentó: ''No me parece interesante presentar
torturas de hombres, pero esa es una cuestión personal".
En Londres, al justificar la exhibición Down
Under, el fotógrafo David Bailey explicó por qué
había escogido tener un contacto personal y cercano con vaginas:
''Como tema, lo que uno nota es lo individuales que son las vaginas...
mucho más que los penes".
Suerte para las mujeres. Cuando se trata de la vida en
crudo, parece que nueve de cada 10 artistas prefieren enfocarse en la figura
femenina. Y si esa figura femenina está en peligro o sufrimiento,
bueno, tanto mejor.
En la película Secretaria, del cineasta
independiente estadunidense Steven Shainberg, observamos cómo surge
un romance entre una mecanógrafa interpretada por Maggie Gyllenhaal,
y su jefe, un sujeto adicto a controlar a los demás (James Spader).
Luego contemplamos un montón de nalgadas y cosquillas, pero es el
trasero de Gyllenhaal el que se pone rojo y azul; es su anatomía,
no la de Spader, la que queda expuesta.
Echemos
una ojeada al trabajo de algunos viejos pioneros que por estos días
se revive en Londres y veremos la misma lógica en acción.
En la galería Victoria y Alberto, la obra del fotógrafo de
modas francés de los años 70 Guy Bourdin atrae multitudes.
A Guy le encantaba mostrar chicas pálidas con lápiz labial
rojo y tacones altos en diversos grados de desnudez, tiesas y de ojos vidriosos,
como muñecas. Es decir, carne muerta (una foto, llamada Hanging
Woman, muestra a dos mujeres, una encadenada y la otra tendida en un
ataúd forrado, con la garganta rebanada). Hay amenazas por todas
partes, bajo la forma de sombras y bosques, pero los hombres quedan fuera
de cuadro. Las modelos acaparan el espectáculo, aunque están
demasiado insensibles para darse cuenta.
Es fácil que nos atrape la paranoia. No hablamos
aquí de la corriente patriarcal dominante, sino de la vanguardia
supuestamente subversiva. Sin embargo, notemos cómo todos los ''creadores"
involucrados son varones (incluso el cartel de Secretaria fue diseñado
por un hombre, quien alardeó de que su imagen -una mujer de tacón
alto y minifalda, agachada y lista para recibir una buena zurra- sería
''controversial").
Sadomasoquismo, desnudismo y violación: tales son
los temas considerados provocativos por los artistas de vanguardia. E invariablemente
son los hombres quienes espetan las órdenes, y las mujeres a quienes
se dice qué posturas adoptar.
¿No resulta reconfortante enterarse de que Bourdin,
por ejemplo, derivaba gran placer de asustar a sus modelos, sometiéndolas
a baños helados o perforándoles la carne con algún
aparatejo? Un día quiso cubrir completamente de goma a un grupo
de modelos para rociarlas de perlas. Cuando le dijeron que las chicas podían
morir, exclamó: ''¡Ah! ¿No sería hermoso tenerlas
muertas en la cama?" Una de sus modelos, hablando de su peculiar sentido
del humor, relató: ''Si una reaccionaba mal, se la pasaba molestándola
hasta que la hacía tronar". Otra, Sybille, acabó casándose
con él, pero se vio tan sofocada por sus atenciones (no quería
que ella saliera de su departamento), que en 1981 se suicidó colgándose
de una viga.
El trabajo de Bourdin, como se ha comentado a menudo,
tiene una cualidad de cuento de hadas. En realidad era un verdadero Barba
Azul: no nos ayuda a entender la misoginia, la personifica.
¿Y qué decir de los hombres que se sienten
atraídos por estas imágenes ''gráficas"? Una rápida
mirada a los visitantes de Down Under traza un cuadro previsiblemente
pegajoso. Junto a las vaginas en blanco y negro de Bailey hay una serie
de tomas del perplejo y confuso artista de la lente Rankin, que muestra
bellas jovencitas desnudas (perfectamente peinadas y maquilladas) en movimientos
de éxtasis. ''Chicas muy lindas y adorables", observa un admirador
de amplio vocabulario. ''Me encantaron las imágenes de Rankin de
diosas sensuales que chasquean los labios y se chupan el dedo", escribió
otro, antes de identificarse como ''fotógrafo/poeta" (como si no
nos hubiéramos dado cuenta).
Y mis dos comentarios favoritos: ''Muy inspiradora. Hace
que a uno le den ganas de salir a tomar fotos similares". Y: ''Esto prueba
simplemente que las mujeres son las más cachondas. Feministas, no
se ofendan". Oh, bueno.
El mensaje es simple: a los aficionados les encantan las
pequeñas fantasías de Rankin, con toques de pincel de aire.
En contraste, estaban notablemente menos seguros en lo referente a los
acercamientos más francos e inquisitivos de Bailey. Los pliegues
de carne en esas fotografías se ven como frambuesas pasadas, piel
de elefante u ostras (de hecho se incluye astutamente en la serie la foto
de una ostra), algunos jugosos, otros secos. En otras palabras, las partes
crudas se ven reales. Demasiado reales para los fanáticos de Rankin.
''Los detalles en blanco y negro son demasiado cínicos", gruñe
uno.
La exhibición se inauguró en abril; para
el fin de semana pasado apenas se habían vendido tres de las vaginas
no muy de gatita de Bailey, mientras que sólo tres de las diosas
de Rankin seguían sin comprador. Dos chicos que se divertían
un poco parecen de pronto estar a mundos de distancia entre sí.
Eso es lo malo de generalizar sobre la obscenidad: que
no se puede. Analicemos, por ejemplo, la idea de que sólo los hombres
son capaces de soñar con mártires sexuales. O de apreciarlas.
Por ejemplo Nicole Kidman, la actriz de Dogville, ha contado lo
mucho que disfruta de ir a clubes donde las chicas bailan en el regazo
de los clientes y observar lo que hacen. A su vez, Secretaria está
basada en un relato de tres páginas de la escritora estadunidense
Mary Gaitskill, quien se ha hecho notar por sus incursiones en el sadomasoquismo
y el comercio sexual.
Como señaló recientemente Maggie Gyllenhaal,
el relato es muy diferente a la película. ''En la cinta, la relación
entre la chica y el abogado no se siente perversa y abusiva. En el relato
tiene un aire enfermizo y extravagante, pero aun así excita a la
chica. El mensaje (de Gaitskill) es algo así como: '¿qué
idea sacas de esto?'"
Se ha informado que a Gaitskill no le gusta la película,
pero cuando vio a Gyllenhaal en un restaurante, poco después del
estreno del filme, se acercó a la actriz y le dio su número
telefónico. Fue ésta la que decidió no continuar el
contacto. Gaitskill, como otras mujeres radicales de alto perfil (las directoras
francesas Ca-therine Breillat y Virginie Despentes, la académica
estadunidense Camille Paglia), no tiene interés por la idea del
''romance". Es una chica dura de pelar y, ya sea que eso se vea como un
paso adelante o atrás, eso significa que deja que sus he-roínas
se vayan por la coladera.
Gyllenhaal no pudo o no quiso involucrarse. La sacaba
de onda el estilo porno duro con que Gatskill aborda el deseo, tanto
como después la horrorizó el cartel porno suave de
la película. Cree que existe una tercera forma de enfocar las tensiones
entre hombres y mujeres, y una no puede sino admirar su optimismo.
Todo lo que pedimos, sin embargo, es un poco de equilibrio.
No nos molesta ver erotizada la violación o el voyerismo, pero ¿por
qué no, siquiera una vez, tener a un varón ligero de ropas
como objeto del deseo? ¿Acaso las mujeres no podemos mirar a los
hombres con una mezcla de empatía, pasión y crueldad? ¿No
pueden los hombres -sí, incluso los heterosexuales bien definidos-
dejar que los intrigue y atraiga la vulnerabilidad de otro hombre?
Si los tipos creativos insisten en ponerse cercanos y
personales con el cuerpo humano, se necesita más variedad en exhibición.
Además de todo, la misoginia es aburrida: en vez de ser una parranda
de placer, lo que hace es restringir el apetito. Se diría que hay
un exceso de sexo en nuestra cultura, pero en realidad a todos, hombres
y mujeres, nos están rindiendo por hambre.
Dogville se estrenará dentro de unos meses.
Secretaria
ya se exhibe en algunos países. Down Under estará
en exhibición en la galería Proud Camden Moss de Londres
hasta mediados de julio, y la retrospectiva de Guy Bourdin en la galería
V&A de la misma ciudad hasta el 17 de agosto.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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