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México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003

Juan Arturo Brennan

Luciano Berio (1925-2003)

Una de las claves importantes para comprender la importancia de Luciano Berio en el contexto de la música de hoy está en el hecho de que fue un creador cabalmente moderno que supo escuchar con atención (y en ocasiones transformar) la música del pasado. El catálogo de Berio, uno de los más notables del siglo XX, contiene buen número de arreglos, transcripciones y versiones que el compositor nativo de Oneglia realizó a partir de obras de músicos tan diversos como Weill, Monteverdi, Gabrieli, Purcell, Boccherini, Frescobaldi, Mahler, Brahms y otros.

En este ámbito, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato realizó hace poco, bajo la batuta de José Luis Castillo, el estreno en México de la obra Rendering, en la que Berio realiza su propia versión a partir de los bosquejos de la Décima sinfonía de Schubert.

Uno de los aspectos más relevantes de la labor de Berio como compositor está en una aparente contradicción: al paso del tiempo, al adoptar técnicas cada vez más avanzadas de composición, parecía estar simultáneamente fortaleciendo las prácticas tradicionales de su oficio, como lo ha señalado el musicólogo Claudio Annibaldi. Entre las contribuciones más destacadas de Berio al discurso musical contemporáneo está la relevancia que otorgó a los textos en muchas de sus obras; desde la elección de autores e idiomas hasta los refinados y complejos procesos de expansión, fragmentación y transformación que aplicó en los textos, Berio se mostró siempre como un hombre profundamente interesado en la palabra como herramienta primordial de comunicación.

Obras vocales suyas como Coro, Sinfonía, O King, Omaggio a Joyce y A-ronne son muestra de la más lúcida y a la vez rigurosa aproximación a la palabra como materia prima. En otros niveles del mismo ámbito, destaca la numerosa producción de música vocal que Berio dedicó a la excelente cantante estadunidense Cathy Berberian, su esposa por largos años. En un texto publicado por el IRCAM de París sobre Berio (quien fue miembro de esa institución a finales de los años 70) se lee lo siguiente:

''Fulgurante, brillante, límpido, barroco, loco del teatro y la literatura, Berio devora escritores (Joyce, Cummings, Sanguinetti, Calvino, Levi-Strauss). Berio libera una expresión verbal sucesivamente afectiva, espontánea, inmediatamente descriptiva: murmullos, gritos, soplos, llantos, ruidos, onomatopeyas ligadas a la vida corporal. Berio libera la respiración. Su música parece fluir de la fuente: la elegancia de la escritura oculta las complejidades.''

A medida que sus obras de concierto comenzaron a adquirir perfiles cada vez más dramáticos, Berio derivó de manera natural a la creación de una importante serie de obras escénicas, en las que además de la ya mencionada atención a las fuentes textuales, se perciben con claridad las posturas estéticas e ideológicas del compositor. Aquí destacan obras como Mimusique No. 2, Allez-Hop!, Passaggio, Laborintus II, Opera y Amores.

En 1955, Berio fue protagonista de un momento muy importante en la historia de la música en Italia, al fundar y dirigir el Estudio de Fonología en Milán, primera institución italiana dedicada a la música electrónica. A diferencia de otros colegas suyos, Berio utilizó los recursos electrónicos de su tiempo más como un medio que como un fin en sí mismos.

Otra área seminal del catálogo de Luciano Berio, la de su música instrumental, tiene vasos comunicantes importantes con su música escénica mediante dos de sus Sequenze, las dedicadas al trombón y a la voz, que contienen una notable y muy expresiva componente teatral. En estas Sequenze para instrumentos solos, que son piezas capitales en la historia de la música de nuestro tiempo, Berio se aproximó con rigor y gran variedad de ideas al espíritu antiguo de la búsqueda y la experimentación, es decir, al auténtico espíritu de la ricerca.

Más allá de sus notables hallazgos técnicos (de gran exigencia para los ejecutantes), cada Sequenza es un refinado y complejo estudio sobre la expresividad y la gestualidad propias de cada instrumento. La reciente muerte de Luciano Berio representa una invitación (por si hiciera falta) a conocer y difundir su obra, que representa uno de los puntos culminantes de la creación musical en el siglo XX.

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