México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003
Debemos pasar del reconocimiento a los derechos, propone Juan Luis Mejía Arango
Colombia es uno de los pocos países de AL que cuenta con una ley de cultura
Pugnamos por ''un espacio neutral donde podamos encontrarnos sin matices políticos''
El reto es practicar una política cultural en medio de la adversidad, dice el ex ministro
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Santafe de Bogota, 30 de mayo. Pese a la situación de guerra civil y a los problemas derivados de la militarización, la paramilitarización y la guerrilla, además de fenómenos como el narcotráfico y la delincuencia común, Colombia es uno de los pocos países de América Latina que cuenta con una Ley General de Cultura y un ministerio específico que debe apegarse a un plan de 2001 a 2010.
''Buscamos una política cultural sin política, que la primera se convierta en hechos políticos, no politizados. La situación de Colombia es muy grave y delicada y no estamos para políticas partidistas. Lo que queremos es la cultura como el espacio de encuentro de los colombianos, un espacio neutral donde podamos encontrarnos sin resquemores y sin matices políticos."
Habla en entrevista Juan Luis Mejía Arango, director de Colcultura de 1993 a 1996, ministro de Cultura de 1999 a 2000 y testigo directo de los procesos complejos que entre 1990 y 1991 llevaron a la creación de una Asamblea Constituyente y a la promulgación de una nueva Constitución, la cual, en una concepción aún no adoptada por la mayoría de los países latinoamericanos, considera a Colombia un país ''multiétnico y multicultural".
Mejía Arango, quien participó en la reciente reunión de reflexión sobre el patrimonio cultural en el contexto de la entrega del cuarto Premio Convenio Andrés Bello (CAB), agrega: ''En Colombia es importante en este momento una construcción colectiva en la que haya acuerdos y consensos de todos los partidos sobre la cultura, así como un pacto de respeto hacia ésta".
Sin embargo, durante una de sus intervenciones en esa reunión, advirtió que mientras las constituciones reconocen una cosa, las reformas administrativas niegan la posibilidad de realizar los cambios necesarios. ''Debemos pasar del reconocimiento a los derechos. ƑQué es lo que ocurre? Hoy en América Latina hay más sociedad que Estado. Eso es lo que refleja el premio CAB Somos Patrimonio: las comunidades avanzan más rápido que el Estado".
Diversidad, diálogo, derechos
Mejía recuerda que en esos tiempos de efervescencia se dio una gran reflexión entre muchos intelectuales colombianos sobre diversos temas, entre ellos el cultural. Ahí, dice, se replanteó la conformación y la concepción del Estado colombiano: de un Estado homogéneo y unitario a uno diverso.
Esas reflexiones quedaron plasmadas en la nueva Constitución de 1991 y de ahí partió un proceso que llevó a la creación, en 1997, de la Ley General de Cultura, la cual trató de adaptar, desde la concepción del Estado, los postulados de la nueva Carta Magna.
''Dentro de esos postulados está la transformación de un instituto cultural, de segundo orden jerárquico, en una institución de primer orden: el Ministerio de Cultura, el cual pienso que debería llamarse Ministerio de las Culturas. La dependencia es joven, todavía está arrancando, pero tiene muy buena acogida y simpatía del público.
''Luego, durante mi gestión como ministro, se inició otro proceso clave: la elaboración de un plan cultural a 10 años -aunque hubiera querido que fuera a 20-. Consideramos que los procesos culturales no son inmediatistas y rebasan los periodos de los gobiernos. Por eso pretendemos hacer una política estatal y no gubernamental."
Ese proceso culminó en 2001 con la elaboración del Plan de Desarrollo Cultural para Colombia 2001-2010. ''Estamos en una línea que, aunque a veces no parezca muy clara, sí sabemos para dónde vamos. Esa meta del reconocimiento de la diversidad debe tener un elemento fundamental: el diálogo entre las culturas".
Y ese diálogo, a su vez, tiene que estar no sólo en el reconocimiento de la diversidad sino de los derechos. ''Es un trabajo inmenso en América Latina, entre ellos México, donde se sabe que hace poco se aprobó la nueva ley de las lenguas indígenas".
-ƑCómo evalúa el trabajo de la nueva gestión en el Ministerio de Cultura, que comenzó en agosto del año pasado, cuando tomó posesión el presidente Alvaro Uribe?
-Como en una orquesta, los que llegamos casualmente a estos cargos debemos interpretar una partitura ya escrita. Tenemos una Constitución, de ella se deriva una Ley General de Cultura y de ésta un plan nacional. Ese es el guión que ha ido elaborando un sector cultural maduro. La Novena sinfonía varía si es de Karajan o de Bernstein, por el énfasis o los tiempos, pero sigue siendo la misma.
''Un ministro de Cultura debe interpretar una partitura construida de manera colectiva, convocar y estar atento a la sintonía de las necesidades y las demandas locales. Y transformar eso en políticas. No llegar a inventar, porque la cultura la hacen las comunidades, no los ministros."
-ƑCómo practicar una política cultural en un país que, de hecho, vive en guerra civil?
-Ese es el gran reto.
Y Mejía cuenta una anécdota del escritor uruguayo Napoleón Baccino Ponce de León: ''Lo trajimos una vez a una Feria del Libro y el día que llegó asesinaron al candidato presidencial Carlos Pizarro, quien se había reinsertado de la guerrilla del M-19. Lo asesinaron en un avión y el aeropuerto estaba convulsionado, militarizado.
''Un poco para que se llevara otra impresión lo mandamos a Cartagena. Pero allá pasaba el coletazo de un huracán. El se sorprendía que en ese puerto las mariamulatas, aves grandes y negras, cantaban más fuerte mientras más intenso era el huracán. Cuando regresó a Bogotá me dijo: 'Ustedes los colombianos son como las mariamulatas: mientras más agudo es el conflicto, más alto cantan'."
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