México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003
Empresas de Estados Unidos hacen su agosto con la supuesta reconstrucción
Irak ya no es seguro, y se va a poner peor
Crece la rabia de iraquíes porque la liberación estadunidense es ahora sinónimo de anarquía
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Nasiriya, 30 de mayo. Al anochecer de hoy viajaba yo por la ciudad musulmana chiíta de Nasiriya cuando tres soldados estadunidenses saltaron enfrente de mi automóvil. "šPare el carro!", aulló uno, agitando su pistola ante al parabrisas. Le grité al chofer que se detuviera. Ni él ni yo habíamos visto a los militares saltar hacia el camino.
Otros dos soldados se acercaron desde la parte trasera, apuntando con sus rifles al ve-hículo. Mostré nuestros pases de identidad, y el oficial, que llevaba una gorra de camuflaje, se mostró cortés, pero cortante.
"Debió haber visto nuestro retén", espetó, y añadió: "Que tenga buena estancia en Nasiriya, pero no salga después de que oscurezca. No es seguro."
Lo que quería decir, supongo, es que Irak no es seguro para los soldados estadunidenses después del anochecer: horas después salí a las calles de la ciudad por una hamburguesa de pollo y los iraquíes que me atendieron en un café venido a menos se mostraron extremadamente amables.
Hubo disculpas por el polvo en la mesa y la falta de servilletas, así como por el sucio pe-dazo de pared donde hace dos meses debió haber colgado un retrato de Saddam Hussein.
ƑQué pasaba, entonces? Los "libertadores" entran ya en la tierra inhóspita de la ocupación, mientras nuestros amos en Londres y Washington continúan alardeando de la victoria, del coraje y -aquí cito a Tony Blair este mismo viernes, dirigiéndose a las tropas británicas cien kilómetros al sur de aquí, en Basora- de cómo siguen "tratando de hacer algo con el país que ustedes liberaron".
Apenas unas horas antes, uno de los milicianos de Ahmed Chalabi en Nasiriya me gritó que los estadunidenses "humillan" a la gente, y contó cómo "hicieron que un hombre se pusiera en cuatro patas enfrente de sus amigos porque no obedeció sus órdenes". Habrá una revuelta si esto continúa, advirtió.
No sé si su relato es cierto y que todos los chiítas con quienes hablé en Nasiriya se refirieron en términos elogiosos a los soldados británicos que están más al sur, pero algo ya ha resultado terriblemente mal.
Hasta el guardia del museo local, que había viajado en el mismo auto que yo, aseguró que el petróleo fue el único motivo de la guerra. "Cien días de Saddam eran mejores que uno de los estadunidenses", rugió.
No creo que eso sea cierto -los estadunidenses no asesinan por decenas de miles a chiítas como él, como hizo Saddam hace 12 años-, pero ésa es la nueva "verdad" que se escribe aquí. Probablemente Washington es-pera que la cantidad de cadáveres que se están desenterrando en el desierto proporcione una nueva razón para el reciente conflicto.
"Ahora se puede contar la verdad", es el predecible inicio de los reportes televisivos sobre los entierros masivos. Pero desde hace tiempo conocíamos esa verdad: después de que George Bush padre llamó a estos mismos iraquíes pobres a combatir a Saddam y luego los abandonó para ser masacrados en Bagdad por el antiguo cliente estadunidense.
"Saddam fue una vergüenza para Irak", me dijo un hombre cuando estábamos junto a 400 cráneos, huesos y jirones de ropa en una escuela cerca de Hillah. "Pero Estados Unidos los dejó morir." Luego se refirió a los "intereses estadunidenses" como la razón de estas escenas preparadas.
Mentiras al descubierto
En realidad, las mentiras de los hombres que enviaron a los ejércitos estadunidense y británico a Mesopotamia están quedando al descubierto. Cierto, Tony Blair se presentó esta semana en Basora con su retórica subchurchilleana sobre el "valor", sus alusiones a la "sangre derramada y bajas verdaderas" y sus expresiones de pesar por los soldados británicos que "no volverán a la patria".
Pero, Ƒquién envió a los británicos a morir en Irak? Si hubo "bajas verdaderas", Ƒqué ocurrió con las armas de destrucción masiva que eran tan reales cuando el primer ministro quería ir a la guerra y parecen tan irreales ahora que la guerra ha terminado?
Blair dice que aún las encontraremos y que debemos tener paciencia. Sin embargo, el secretario de Defensa estadunidense, Donald Rumsfeld, sale ahora con que tal vez no existían cuando la guerra empezó.
En Londres y Washington seguirán las repercusiones domésticas de todo esto, pero la reacción en Irak es mucho más ominosa. Un nuevo graffiti que vi el miércoles en las paredes del populoso barrio de Ciudad Sader (antes Ciudad Saddam) cuenta su propia historia. "Amenacen a los estadunidenses con atentados suicidas", exhorta.
No es difícil ver cómo crece esta rabia. El camino que va de Nasiriya a Bagdad ya no es seguro de noche. Ahora hay asaltantes al acecho en la carretera, en la misma forma en que merodean por las calles de Bagdad. Y percibo en esto una extraña simetría.
En tiempos del odiado talibán uno podía recorrer Afganistán en automóvil de día o de noche. Ahora no se puede viajar de noche por miedo a los asaltos, los homicidios y las violaciones. En tiempos del odiado Saddam se podía cruzar en auto sin peligro la mayor parte de Irak. Ahora no se puede: por alguna razón extraña, la "liberación" estadunidense se ha vuelto sinónimo de anarquía.
Otro aspecto es la lluvia de periódicos que aparecen en Bagdad, en los cuales se informa sobre las ganancias que obtienen con la guerra las empresas estadunidenses.
Los aeropuertos iraquíes están en subasta, la administración del puerto de Um Quasr ha sido apañada por 8.4 millones de dólares por una compañía estadunidense, uno de cuyos cabilderos fue por mera casualidad asistente de Bush hijo cuando era gobernador de Te-xas. Halliburton, la antigua empresa del vicepresidente Dick Cheney, tiene contratos im-portantes para extinguir los incendios petroleros en Irak, construir bases estadunidenses en Kuwait y transportar tanques británicos.
La empresa que tiene más probabilidades de quedarse con los contratos de reconstrucción de Irak es la gigantesca corporación Bechtel, cuyo vicepresidente, el general retirado Jack Sheehan, es miembro del Consejo de Política de Defensa del presidente Bush.
Se trata de la misma Bechtel que, según el informe sobre armamento que Irak presentó a Naciones Unidas antes de la guerra -el cual fue rápidamente censurado por Washington-, alguna vez ayudó a Saddam a construir una planta productora de etileno, que puede usarse en la elaboración del gas mostaza.
En el consejo de administración de Bechtel ocupa un lugar el ex secretario de Estado George Schultz, quien por otra mera casualidad resulta ser presidente del consejo de asesores del Comité para la Liberación de Irak, el cual, por supuesto, tiene estrechos vínculos con la Casa Blanca.
La reconstrucción de Irak probablemente cueste unos 100 mil millones de dólares, los cuales -y en esto radica la belleza del asunto- serán pagados por los iraquíes con los ingresos futuros de las ventas del petróleo, las cuales a su vez beneficiarán a las compañías petroleras estradunidenses, que ya preparan sus planes para extraer el petróleo de Irak.
De todo esto los iraquíes están bien conscientes. Así que cuando ven, al igual que yo, los largos convoyes estadunidenses que pa-san zumbando por la carretera Saddam hacia el sur y el oeste de Bagdad, Ƒqué piensan?
ƑReflexionan, por ejemplo, en el reciente ensayo de Tom Friedman en el New York Times, en el cual el columnista (que culpa a Saddam de la pobreza iraquí sin mencionar en absoluto los 13 años de sanciones de Na-ciones Unidas, respaldadas por Estados Unidos) anuncia: "Lo mejor de esta pobreza es que los iraquíes se encuentran tan apabullados que en su gran mayoría parecen dispuestos a dar a los estadunidenses la oportunidad de hacer de éste un mejor lugar".
Me dejan perplejo éste y otros comentarios de "expertos" de la comunidad intelectual de la costa este de Estados Unidos. Porque me da la impresión, al observar el igualmente asombroso control estadunidense sobre esta parte del mundo, su inmenso poderío bélico, sus bases y personal en Europa, los Balcanes, Turquía, Jordania, Kuwait, Irak, Afganistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Bahrein, Doha, Omán, Yemen e Israel, que no se trata sólo del petróleo, sino de la mera proyección de poder global por una nación que en realidad posee armas de destrucción masiva.
No es extraño que el soldado con su pistola y su gorra me dijera que no saliera después del anochecer. Tenía razón. Esto ya no es se-guro. Y se va a poner mucho peor. © The Independent Traducción: Jorge Anaya
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