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México D.F. Viernes 30 de mayo de 2003

Calumnia, el rumor, dice Eusebio Leal Spengler

Desmiente el historiador de La Habana que haya desertado

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 29 de mayo. Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana y jefe de una po-derosa corporación empresarial que ha revitalizado el casco antiguo de la capital, desmintió explícitamente haber desertado, co-mo aseguraba un rumor que en las últimas semanas recorrió con intensidad diversos medios de la ciudad.

"Gracias a quienes han respondido a la calumnia de que me quedé fuera", dijo, en un insólito discurso pronunciado el sábado 17 de mayo, pero difundido sin comentarios el miércoles 28, en uno de los sitios electrónicos del Ministerio de Cultura.

La versión de que Leal se había exiliado en República Dominicana o España circulaba con desacostumbrada profusión en co-rrillos callejeros y fue tema de conjeturas en medios intelectuales y diplomáticos.

En su discurso, reafirmó su lealtad a la re-volución cubana y al presidente Fidel Castro, pero parece reconstruir una atmósfera de conflicto: señaló que tiene enemigos in-ternos y explicó o argumentó sus ideas en una aparente polémica.

Sin ofrecer precisiones, Leal consideró que el 5 de agosto de 1994, cuando estallaron disturbios antigubernamentales en el malecón de la ciudad, se produjo "el debate más importante" desde el triunfo de la revolución, en 1959.

El funcionario se ha convertido en un personaje público de gran relevancia en el país. De convicción cristiana, pero miembro del Partido Comunista, doctor en historia, de 61 años de edad, director del Museo de la Ciudad y de la Oficina del Historiador des-de 1968 y diputado a la Asamblea Nacional, es conocido en círculos culturales y ur-banísticos del extranjero por su erudición, su proverbial capacidad oratoria y por ha-ber encabezado a partir de 1981 la restauración del macizo arquitectónico que sobrevive en la ciudad colonial del siglo XVI, aho-ra un vigoroso polo turístico con una oferta propia de bienes y servicios.

En una nota al pie del discurso, el sitio cubarte.cult.cu precisó que fue pronunciado en ocasión del Día del Bombero en La Habana vieja, en una ceremonia que no fue reseñada en la prensa local.

Pero Leal sólo encomió a los bomberos en unas pocas líneas y dedicó casi todas sus palabras a describir su situación política, giro desacostumbrado en público en la je-rarquía cubana.

El historiador hizo notar que fue invitado a hablar en el acto "hace unas pocas horas" por el Cuerpo de Bomberos, que depende del Ministerio del Interior.

"Me río de mis enemigos de adentro y de afuera, porque no son míos", dijo Leal, en una referencia excepcional a un frente in-terno. "Son los enemigos de mi patria, de mi pueblo y mi gente".

En el grueso de su discurso, defendió el derecho a permanecer dentro del sistema político cubano con ideas propias y a disentir en voz alta: "Hace muchos años decidí quedarme dentro. Quedarme dentro y compartir hasta el tiempo que me sea posible la suerte mayoritaria de mi pueblo del cual formo parte. No estoy ni arrepentido ni avergonzado, ni ando por los rincones ocultando idea alguna. Al contrario, las mías casi todo el mundo las conoce.

"Siempre he estado absolutamente identificado con la suerte de mi país y asumo las muchas cosas que no se hacen bien, las mu-chas cosas que se podían hacer mejor. Pero estoy convencido de que tenemos derecho, como dijo José Martí una vez, a andar, a veces, por necesarios extravíos para hallar nuestro propio camino.

"Nunca me he avergonzado de lo que pienso, de lo que creo, ni tampoco me avergüenzo de mis pasiones. Trato de ponerlas todas al servicio de la causa mayor".

En otro tramo, Leal dijo que siempre ha expresado sus opiniones abiertamente en los foros institucionales, con la responsabilidad que le imponen sus obligaciones de funcionario público.

Luego pareció responder a críticas: "Sa-ben perfectamente que amando como Antonio Maceo los perfumes y los pañuelos blancos, he dado machete en los cañaverales de Camagüey y trabajado bastante tanto para mi país, como para la gente. Cuando me vean andar por las calles de La Habana a deshora no piensen en la resurrección de un nuevo Caballero de París (célebre vagabundo de la capital, ya fallecido), al que tanto respeto y quiero. Su bohemia no es la mía. La mía es otra.

"En los últimos 38 años no se derribó un solo árbol en esta ciudad junto al cual no haya estado, no se produjo un derrumbe en el cual no haya participado, no hubo un fuego en el cual no estuviera presente".

Casi al final de su discurso, Leal se definió y mantuvo la polémica: "Me quedé dentro y todo el mundo sabe que me rijo por una ética que tiene su punto de partida en tres fuentes esenciales: mis sentimientos cristianos, mis sentimientos martianos y mi fidelismo; porque no me avergüenzo de ser colaborador, amigo, compañero y batallador junto a Fidel Castro. El 5 de agosto de 1994, cuando se produjo el debate más im-portante que se ha dado en La Habana después de los días gloriosos del triunfo de la revolución, estuvimos con él y ojalá que por mucho tiempo lo acompañemos".

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