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México D.F. Viernes 30 de mayo de 2003

Jaime Martínez Veloz

CRE: comisión de remates al extranjero

Funcionarios panistas se han encargado de saturarnos de mentiras para disfrazar como "indispensables reformas estructurales" lo que en realidad es la profundización de un modelo económico depredador. La forma más burda del modelo es entregar rentables actividades a corporativos para socializar las pérdidas entre todos los mexicanos y privatizar las ganancias entre unos pocos. Los promotores de la privatización energética son los mismos que hicieron de la privatización aeroportuaria la cueva de Alí Babá.

A pesar de la simulación presidencial, la privatización energética ya empezó. La cabeza de playa es Baja California, donde la Comisión Reguladora de Energía (CRE) desdeña la masiva crítica a las gaseras y plantas eléctricas extranjeras, calificando la oposición generalizada como fruto "de la ignorancia".

Los funcionarios de la CRE parecen ser los mejores cabilderos de la Marathon Oil, de El Paso Corp y de Sempra, que pretenden convertir el territorio nacional en una inmensa maquila energética con todas las desventajas, riesgos y pérdidas para México. Dionisio Pérez Jácome parece y actúa como socio de los corporativos trasnacionales, más que funcionario mexicano, convirtiendo a la CRE en la comisión de remates al extranjero. Al margen de que su inconstitucionalidad y las irregularidades técnicas y ambientales hubieran bastado para rechazar ipso facto los proyectos trasnacionales, la reconversión de las actividades productivas actuales devastarán la base económica de Baja California.

Es ridículo suponer que las plantas extranjeras surtirán al mercado nacional. Al contrario, atenderán las necesidades de California, cuya sola economía es la quinta más grande del mundo. Pero como las regulaciones ambientales californianas impiden a los corporativos envenenar impunemente, es mejor una zona de amortiguamiento, donde se pueda arriesgar, ensuciar, descargar, desechar y almacenar energéticos. Y si a estos siniestros intereses se añade la complicidad de gobernantes más propios de una república bananera, el negocio es redondo.

ƑQué podemos esperar de compañías cuya conducta ha dejado mucho que desear en el mismo Estados Unidos? Por ejemplo, El Paso Corp, con interés de instalar una terminal de gas natural licuado con otros corporativos, defraudó a consumidores de California, originando la crisis energética de 2000-2001. Junto con Sempra, autorizada a operar en Ensenada, El Paso falsificó índices de precios para elevar tarifas eléctricas, además de restringir la provisión del fluido en periodos de alta demanda. Compraba energía en California a 250 dólares el megavatio-hora, que revendía en el norte a mil 200 dólares.

Tras el estallido del escándalo, entre junio y septiembre de 2002, las pérdidas del valor accionario de El Paso fueron de 3.7 mil millones de dólares. California exigió una devolución de casi 9 mil millones de dólares. A tal grado llegó la defraudación, que las demandas por fraude fueron un negocio en sí mismo, como demostró una firma legal que representó a inversionistas afectados por el desplome accionario luego de la difusión de informes falsos y orientaciones distorsionadas.

Los métodos de expoliación son diversos, como se demuestra con Marathon Oil. Si El Paso jugó al fraude directo, Marathon es más sofisticada y elige comprar políticos: financió campañas electorales en Florida y Wyoming, y en 1997, cuando Bush era gobernador, permitió a la petrolera emitir sus propias regulaciones ambientales, que hizo ley.

Así como El Paso, la Marathon fue demandada al subdeclarar regalías por explotar petróleo en tierras federales. En febrero de 2001 debió resolver con casi 8 millones de dólares las denuncias en su contra por evasión fiscal. Desde 1993 Marathon Oil esquilmaba los bolsillos del contribuyente.

La corporación respondió a través de su hombre en el Congreso: Don Young, quien pretendió llevar a comparecer ante el Legislativo a los demandantes. Para su campaña Young recibió casi medio millón de dólares de empresas como Marathon, Chevron, Exxon, Mobil.

Además de comprar políticos, Marathon contrata ex militares. El general retirado Charles F. Bolden se acaba de integrar al consejo de administración. Y en países petroleros inestables como Guinea, Marathon incorpora también veteranos estadunidenses, por lo que se pueda necesitar. En México es innecesario que las trasnacionales lleguen a esos extremos: les basta contar con el entusiasmo de nuestros "gobernantes". Al fin y al cabo, Fox no necesita privatizar la CFE; le basta convertirla en chatarra para luego rematarla.

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